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El jefe “despreocupado” produce un efecto contagioso que lo hace ser muy peligroso

El Club de los Tipos Duros nos da pistas de cómo sacar pecho en la oficina y dejar de ser pisoteado

 
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17/11/2010 House, Dexter, John Locke, Vito Corleone, Daniel Larusso o Martin McFly cuentan cómo hacerse valer dentro de la plantilla en "El Club de los Tipos Duros". Este es el tercer libro de una trilogía que empezó hace dos años con "La empresa según Homer Simpson" y siguió el año pasado con "Kamasutra en la empresa". “La idea surge cuando vemos que continuamente se lanzan libros sobre enseñanzas de management inspirándose en los equipos de fútbol, en la forma de trabajar de los bomberos, en la organización de los hormigueros, en los monjes que venden un ferrari y en otras tonterías por el estilo”, comenta Fernando Montero, autor del libro junto a Rafael Galán. “A nosotros todo esto nos hacía mucha gracia, así que decidimos hacer una parodia de este género con estos tres libros. La diferencia, la gran diferencia, es que nuestro enfoque es totalmente humorístico y que no nos lo tomamos en serio al 100%”, añade.

“El Club de los Tipos Duros” es una sátira de los libros de autoayuda y gestión empresarial. A partir de los personajes más seguidos de la pequeña y gran pantalla, los autores nos introducen en un mundo donde la mala baba está servida. Experiencias y diálogos de más de 30 personajes (Hannibal Lecter, Dexter, Marge Simpson, Drácula, House…) que se convertirán en la píldora más efectiva para aquellos que quieran sacar pecho en el trabajo.

Fernando Montero ha respondido en exclusiva las preguntas de Equipos&Talento.

¿Qué es más peligroso? ¿Un jefe que intimida o un jefe despreocupado?
El “jefe que intimida” es, de por sí, un tipo a priori más complejo que el “jefe despreocupado”. El despreocupado responde casi en el 100% de los casos a un perfil de jefe vago e inútil que abunda más de lo que debiera. El despreocupado lo es por falta de interés en su trabajo y en la dirección de su equipo, lo que lleva a producir un “efecto contagio” en todos sus colaboradores. El jefe despreocupado es, por todo ello, mucho más peligroso, pese a que puede que en las formas sea un tipo amable, simpático y de fácil trato.

Por su parte, el “jefe que intimida” es mucho más complejo. A grandes rasgos, encierra dos perfiles. En primer lugar, el perfil sádico, al que le gusta humillar a la gente porque en el fondo disfruta por ello, y en segundo lugar, el estratega, que usa la intimidación como una estrategia para conseguir un objetivo profesional. El sádico es un enfermo del que hay que huir y tener lo más lejos posible. El estratega puede a la larga ser ese tipo de jefe duro y exigente que todos hemos tenido y del que incluso a la larga conservamos muy buenos recuerdos. El entrenador del Real Madrid, por ejemplo, responde a este modelo. Una persona dura, controvertida y exigente, pero del que todos los jugadores a los que ha entrenado hablan maravillas de él. En nuestro libro aparecen muchos tipos exigentes: Gregory House, Vito Corleone, Marge Simpson, Anton Chigurg...

¿Cualquiera de estos líderes debe marcar los objetivos de su equipo?
Recomendamos al teniente Aldo Raine, protagonista de la película "Malditos Bastardos", de Quentin Tarantino, que utiliza la "técnica de las 100 cabelleras nazis" para gestionar equipos. Y es que los grandes retos exigen plantear a nuestros colaboradores unos objetivos lo más concretos posibles. Y si son medibles, mucho mejor. Déjate de grandes palabras y de principios generales. La mayoría de la gente sólo cumple los objetivos si se le marcan objetivos medibles para conseguir en fechas determinadas.

Olvídate del etéreo: “Intenta aumentar tu cartera de clientes un 20%”. Es mucho más eficaz si dices: “En el primer trimestre vas a conseguir cinco nuevos clientes; y en el segundo, el tercero y cuarto, lo mismo. Organízate como quieras, pero… ¡si no lo logras, vamos a tener más que palabras!”. Así, está mucho mejor. Alto y claro. Hay que evitar errores de interpretación. Nuestro colaborador sabe a qué atenerse: los objetivos y los plazos están bien marcados. También las consecuencias. Y es que saber marcar objetivos es todo un arte. Es lo que hace en "Malditos bastardos" el teniente Aldo Raine, quien dice: “Al entrar a está unidad cada uno de vosotros me debe un centenar de cabelleras nazis, arrancadas de un centenar de nazis muertos. ¡Y quiero esas cabelleras!”

Estamos seguros de que a Daniel Goleman, inventor del concepto de "la Inteligencia emocional", le aterrará este consejo. Pero es lo que funciona. ¿Qué le vamos a hacer? ¡Esto es lo que hay!

Para la buena supervivencia en la empresa ¿es mejor caerle bien al jefe o a los compañeros?
Lo que hay que hacer es actuar de forma competente y con profesionalidad. No hay que intentar caerle bien a nadie: ni a los jefes ni a los compañeros. Si trabajas bien, con honestidad y eres una buena persona, amable y educada, vas a caerle bien a casi todo el mundo. Obsesionarse con caerle bien a todo el mundo responde a un complejo de tipo psiquiátrico que posiblemente precise de una fuerte medicación y mucho reposo. Pero lo extraño es que cada vez hay más gente así: empleados que le hacen la pelota al jefe o a otros empleados, e incluso ¡jefes que les hacen la pelota a los empleados!

Uno de los personajes más entrañables que aparecen en nuestro libro es el bueno de Santa, papel interpretado por Javier Bardem en "Los lunes al Sol". En una escena Santa le está contando a una niña, para que se duerma, el cuento clásico de 'La cigarra y la hormiga'. Pero a Santa, un duro donde los haya, no le gusta la imagen que la mayoría tiene sobre ambos insectos. Y, mientras lee, va haciendo del texto unos ácidos comentarios y unas valoraciones de lo más subversivas. Esto es lo que dice: Mientras la hormiga tenía de todo, hija de puta la hormiga, la cigarra llamó a la puerta de la hormiga que le dijo "cigarrita, cigarrita si hubieras trabajado como yo, ahora no pasarías hambre y frio" y no le abrio la puerta. ¿Quién ha escrito esto? Porque esto no es así, esto no es así. La hormiga es una hija de la gran puta y una especuladora. Además aquí no pone por qué unos nacen hormigas y otros cigarras. Porque si naces cigarra vas jodido. Y eso aquí no lo pone, aquí no lo pone.

La mala actitud de nuestro entorno influye en nuestro trabajo. ¿Es fácil convertirse en un tipo duro?
Nosotros recomendamos ser un "tipo duro" sólo en algunas ocasiones. No hay que tomarse las cosas al pie de la letra. Pero seguir los consejos que aquí damos, y que proceden de la inmensa sabiduría que destilan las ideas y comentarios de los duros del cine, nos pueden sacar de muchos apuros puntuales en el trabajo y en los negocios. ¿Si es fácil convertirse en un duro? Pues depende de nuestro punto de partida. Quien sea un blandito el tipo tendrá un largo camino por recorrer, aunque no es difícil. Aconsejamos aquí la técnica de la "imitación", tal como hacía Allan, personaje interpretado por Woody Allen en la película "Sueños de seductor", y que insistía en imitar a Humphrey Bogart para llegar a ser un duro y un ligón.

Las enseñanzas que extraemos el capítulo donde hablamos de este personaje son los siguientes. Primero, búscate un consejo asesor imaginario con personajes a los que admires. Seguro que te van a inspirar en los problemas profesionales del día a día. Segundo, si te hacen una crítica, acepta aquellas partes en las que objetivamente tenga razón (“soy feo, bajito...”), pero contrarréstales con algunas virtudes (“tengo salud, un buen trabajo...”). Además, debes desmitificar a los ídolos. A veces tenemos idealizados a algunos jefes, a algunos compañeros, a algunas empresas... Es un extraño complejo de inferioridad sin ninguna justificación. Y, no olvides, repasar una y otra vez este libro y buscar las frases que más se ajusten al problema que intentes afrontar.
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