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26/04/2011 Una de las opciones que con más frecuencia se escuchan para afrontar la actual situación económica es la de cambiar de país por cuestiones laborales. Según el Estudio de Movilidad Internacional Laboral, elaborado por Randstad, un 42% de los trabajadores españoles estaría dispuesto a cambiar de país para encontrar un puesto de trabajo, una cifra inferior a la de movilidad nacional, que se sitúa en un 65%.

Esto indica que los trabajadores españoles, aunque han incrementado notablemente su movilidad laboral, todavía son reticentes a dejar España por un empleo y prefieren empleos más cercanos a su localidad de residencia. Así lo ponen también de manifiesto los datos oficiales: 37.000 personas abandonaron España durante 2010, cifra que parece se va a incrementar notablemente durante este 2011, ya que solo en el primer trimestre 14.109 personas han abandonado el país.

La situación laboral actual se presenta como el factor determinante a la hora de influir en la movilidad internacional. Los trabajadores son conscientes de que deben aumentar su “empleabilidad” para hacerse más atractivos en el mercado y poder tener más posibilidades de acceder a un empleo, y para ello, si es necesario, están dispuestos a cambiar su lugar de residencia. Un 62% de las personas que se encuentran actualmente en paro son favorables a cambiar de país en aras de encontrar un empleo.

Frente a este dato, sólo un 38% de los ciudadanos en activo se decantarían por emigrar con el objetivo de mejorar profesionalmente. Los datos reflejan la situación que están viviendo muchas personas actualmente en nuestro país y que les impide integrarse en el mercado laboral: a menor movilidad laboral, menor empleabilidad y por tanto más dificultades de salir del desempleo, tal y como confirma el último dato del Ministerio de Trabajo, que sitúa la tasa de parados en el mes de marzo en 4.333.669 desempleados.

Los hombres, más dispuestos a los cambios
En cuanto al género, el estudio elaborado por Randstad también detecta diferencias. Los hombres españoles (58%) están más dispuestos a cambiar de país por cuestiones profesionales que las mujeres (42%), lo que indica una diferencia de casi quince puntos porcentuales entre ambos espectros sociológicos.

“Las mujeres son todavía menos móviles que los hombres porque están más ligadas al hogar que los varones, pero en los últimos tiempos hemos visto cómo esta diferencia se ha estrechado provocando que las mujeres se hayan acercado más al mercado laboral”, asegura Marta Valer, directora de Grandes Cuentas de Randstad.

De hecho, si se analizan las diferencias por género y por edad las cifras apuntan a que apenas existen divergencias cuando los candidatos son más jóvenes y no así cuando va aumentando la edad. En las generaciones más jóvenes, la movilidad internacional es prácticamente igual entre hombres y mujeres, lo que pone de manifiesto un claro cambio de tendencia en los trabajadores. Sin embargo, esta actitud cambia a medida que aumenta la edad media. Esto apunta a que entre las personas mayores todavía existen claras diferencias en el reparto de responsabilidades familiares, lo que provoca que las mujeres sean claramente más inmóviles que sus compañeros varones.

Por grupos de edad, los jóvenes de entre 25 y 34 años son los que con más fuerza se decantan por cambiar de país (47%), seguidos muy de cerca de los trabajadores que se sitúan en la franja de edad que va de los 18 a los 24 años (43%).

En general, las nuevas generaciones presentan un mayor dominio de idiomas, que se ha sido uno de los principales obstáculos que se encontraban los españoles al intentar emigrar para conseguir un empleo. Este mayor conocimiento de idiomas también se une a una situación laboral realmente complicada para las nuevas generaciones, que cuando apenas acaban de ingresar en el mercado laboral o querían hacerlo, han visto como la oferta de empleo se reducía drásticamente. Por tanto, “los datos demuestran que, la conocida como “Generación Einstein” o “Generación ni-ni” es capaz de adaptarse a entornos más desafiantes si llega el momento, cambiando sus prioridades y expectativas profesionales y personales”, explica Marta Valer.

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