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Cinco lecciones de liderazgo que podemos aprender del legado de Margaret Thatcher

La dama de hierro tiene tantos admiradores como detractores, pero nadie duda que marcó una generación

 
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11/04/2013 Los funerales de Margaret Thatcher, que recibirá los mismos honores que la Reina Madre, dan que pensar en el legado que la dama de hierro dejó en sus once años como Primera Ministra británica, siendo la primera mujer en ocupar este lugar. Conocida por sus impopulares políticas de privatización y desregulación, ganó tres elecciones en unos tiempos muy convulsos. Mark Fidelman, colaborador de Forbes, elabora una lista de cinco aspectos de la dama de hierro que nos pueden ayudar en la gestión del liderazgo.

1. “Si tienes que decirle a la gente que eres poderoso, es que no lo eres”. Muchos de nuestros políticos necesitan gritar para que se les escuche, o decir alguna cosa fuera de lugar, normalmente negativa, para ser trending topic. Thatcher tenía suficiente personalidad, y lo demostró desde joven, para conseguir que se le tomara en serio, incluso luchando contra su condición de mujer en un mundo básicamente masculino.

2. “Todo va bien hasta que se acaba el dinero, especialmente si es de todos”. De sobras es conocido que Thatcher no era partidaria de ayudar a las empresas menos productivas. Pero realmente ¿queremos dar el mensaje que si uno se esfuerza, aunque no obtenga resultados, cobrará igual su sueldo? La verdad es que no. Hay que pensar en el patrimonio de la empresa como si fuera de todos y distribuirlo en consecuencia.

3. "Como decía Ronald Reagan, las nueve palabras más peligrosas en inglés son: Soy miembro del gobierno y estoy aquí para ayudarle”. Mientras que la existencia de un gobierno democrático es obviamente una necesidad, perseguirlo para que atienda las necesidades personales de uno es una búsqueda inútil. Lo mismo pasa en la empresa: no podemos acudir al director general cada vez que tenemos un problema, sino que hay que saber delegar e ir a buscar el delegado para cada cuestión.

4. “No soy una política de consenso, soy una política de convicción”. La dama de hierro no escatimaba recursos en decir lo que su pueblo quería oír, sino que decía lo que ella creía que había que hacer, aún a disgusto de los británicos. Lo mismo tendría que pasar en una empresa, y es que no se trata de vender humo y menos a los empleados. Hay que aceptar las oportunidades y también las amenazas tal como vienen y gestionarlas como el responsable crea, porque por eso ocupa ese lugar. Y si no acierta, lo perderá.

5. “Si sólo te preocupas por ser querido, siempre estarás complaciendo y nunca llegarás a ningún puerto”. Siguiendo en línea con el punto anterior, en ocasiones hay que tomar decisiones impopulares, pero para conseguir un resultado mejor a largo plazo. Así lo creía Thatcher y actuó en consecuencia, pero quizás este sería el punto más difícil de adaptar a nuestro mundo de hoy en día, en el que el ritmo de las cosas se ha triplicado y el pueblo está mucho más informado, en cantidad y en calidad.
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