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Cómo trabajar hasta tarde puede afectar al cerebro
Alargar las jornadas laborales, lejos de aumentar el rendimiento, obstruye el normal funcionamiento del cerebro
04/06/2014 Cuando nos enfrentamos a una fecha límite para la entrega de un proyecto, a menudo no vemos otra solución que seguir trabajando incluso por la noche. Sin embargo, un estudio publicado en una revista sueca demuestra que hacerlo así no solo reduce la productividad al día siguiente sino que además es realmente perjudicial para el cerebro.
Los investigadores midieron los niveles en sangre de ciertas proteínas asociadas con lesiones cerebrales, como las conmociones, y encontraron que estos niveles eran un 20 % más altos en las personas que se quedaban trabajando por la noche frente a aquellas que optaban por descansar y continuar con más fuerzas el día siguiente. Evidentemente no hasta niveles de conmociones pero si como prueba de que pueden hacer un daño en el cerebro.
He aquí cuatro consecuencias que sustituir el trabajo por el descanso tiene en el cerebro.
1. Aumenta el riesgo de error. La falta de sueño se ha asociado a algunos de los mayores desastres provocados por el hombre, como el derrame de petróleo de Exxon o la explosión del transbordador espacial Challenger. Y es que la privación del sueño se relaciona con déficits en el procesamiento cognitivo, la concentración y la memoria, lo que significa que si bien es posible sacar el proyecto en la línea de meta, puede ser plagado de errores.
2. Somos menos listos. El sueño, por el contrario, facilita la memoria y el aprendizaje, y permite al cerebro filtrar y almacenar la información recibida durante el día. Es durante el sueño que las sinapsis, las relaciones entre neuronas, son seleccionadas: las que no tienen importancia se descartan y las que sí la tienen se fortalecen. Escatimar sueño significa privar al cerebro de esta oportunidad de hacernos más listos.
3. El sueño es irrecuperable. Hay quien piensa que el fin de semana podrá recuperar el sueño perdido durante la semana, pero el cerebro no funciona de esta manera. Así se ha comprobado en un estudio en el que un grupo dormía 8 horas durante dos semanas y el otro dormía la primera un máximo de 5 horas y la segunda todo lo que quería. El desempeño del grupo de 8 horas durante la segunda semana fue mejor que el que dormía lo que quería.
4. Necesitamos los beneficios de la oscuridad. Sin entrar en la batalla de la adaptación de los horarios laborales, el cuerpo está preparado para desconectar al ritmo que anochece. En ese tiempo a menudo descargamos lo aprendido durante todo el día e incluso hay quien esa desconexión le genera las mejores creaciones, a menudo apuntadas para recuperarlas al día siguiente. Y es un proceso que estamos obstruyendo si seguimos trabajando igual que a media mañana.