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16/11/2016 Durante años, directores y ejecutivos han tratado de encontrar nuevas maneras de feliz a sus empleados con el fin de que esa inversión repercutirá en sus niveles de creatividad, producción y, por tanto, la rentabilidad y competitividad de su trabajo. Sin embargo, los resultados de un nuevo estudio, que ha analizado la creatividad de Mozart y otros dos compositores, contradicen la creencia de que los trabajadores no pueden ser innovadores cuando están bajos de ánimos.

Karol Ene Borowiecki, economista de la Universidad del Sur de Dinamarca, ha utilizado un software que permitía analizar la lingüística de 1.400 cartas escritas por Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven y Franz Liszt.  Según ha publicado INC en un artículo, Borowiecki escaneó el texto para identificar qué emociones expresaban las palabras en esas cartas para, después, analizar los resultados en contraste con las obras más famosas de estos compositores.

Fruto de este análisis la experta concluyó que, cuando los compositores pasaban por una dificultad emocional, especialmente ligada a estadios de tristeza, eran mucho más creativos y producían muchas más obras musicales. Unos resultados que se vincularían al uso de la música como una vía de evasión y una forma de expresión no verbal de esos sentimientos negativos.

Por otro lado, el éxito de esas piezas generaría un impulso de endorfinas que permitiría a los músicos sentirse mejor. Es decir, los compositores inconscientemente estaban buscando una manera biológica para negar los sentimientos negativos que tenían, buscando distracciones que canalizaban a través de la creación de obras musicales.

Con la llegada de la era digital, estos impulsos emocionales se han visto apartados en favor de una mejora del tiempo laboral. Sin embargo, el cerebro y la creatividad necesitan de la estimulación sensorial para despertar esas sensaciones que revierten en nuevas ideas y expresión de emociones. Es la única forma en la que la mente consigue librera la presión que las nuevas rutinas de trabajo imponen bajo estadios de estrés laboral.

Aprender a sentir, dedicarle tiempo al procesamiento sensorial y emocional, va a transformar la forma en la que conectamos con las personas. Y es que el mundo digital está abriendo tantas ventanas al mundo exterior que, a veces, olvidamos traspasar las puertas para vivirlo y sentirlo más allá de una pantalla de ordenador. De hecho, una de las industrias que más cuenta han dado de este hecho es la publicitaria.

Cada vez existen más anuncios que apelan al apego emocional, los sentimientos de familia, fraternidad y felicidad, unos mensajes que son comunes en empresas como IKEA, Coca-cola o el sorteo de Navidad de la ONCE. Y la señal de que no andan muy desencaminados es la buena acogida que han tenido en el publico generalista, que los han viralizado a través de las redes sociales.

Canalizar sus emociones a través de procesos creativos como el arte, la escritura o incluso cocinar son procesos de largo recorrido, que permiten ayudar a superar los períodos irregulares. Pero no es necesario confiar exclusivamente en estas disciplinas, y en muchos casos, pueden ser combinadas con otras herramientas motivacionales.

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