¿Qué es lo que impulsa a los Millennials dentro y fuera de una empresa?

30/12/2016 · Los entornos de trabajo han cambiado. No sólo se han abierto los espacios en favor de una cultura más colaborativa, sino que se han flexibilizado los horarios y lugares desde los que se puede trabajar. Esta transformación también ha afectado a otros códigos como el de la vestimenta y la conducta en el trabajo y parte de la razón de que esto sea así la tiene las generaciones más jóvenes de empleados, quienes siguiendo la línea que les ha impuesto la tecnología durante su crecimiento personal y, ahora, también profesional, han sabido entender y valorar lo que la era digital les ofrece.

Hace unos años, no demasiados, las empresas impulsaban un modelo de negocio asentado en criterios como la rigidez y la formalidad. Unos elementos que funcionaban con el tipo de cultura que se vivía entonces. Sin embargo, con la irrupción de las nuevas tecnologías y, especialmente las redes sociales, éstos códigos han ido cambiando más por obligación que por necesidad.

Los Milllennials no son los únicos responsables de dicha transformación, pero, desde luego, han supuesto un antes y un después en la forma en la que se concibe a la empresa. Son personas dinámicas, jóvenes, que han crecido al tiempo que evolucionaba la tecnología… Una serie de parámetros que les ha guiado a un modelo de negocio más aperturista, a todos los niveles.

Con la globalización, lo que antes quedaba entre las cuatro paredes de una empresa, ahora se expande por las redes de forma que otros puedan ver qué se está haciendo, donde y quiénes están liderando esas acciones. La opacidad con la que se actuaba anteriormente permitía disponer de un margen más amplio de error del que se tiene ahora.

Esta transparencia en la que se han reconvertido muchas de las culturas empresariales más admiradas –como Google- han generado unas dinámicas que se mueven entre las emociones y, no tanto, en los datos y estadísticas. Ver cómo un trabajador alaba a su empresa por una iniciativa en concreto o poder observar un espacio en la oficina que ha sido creado bajo estándares de confort y productividad, provocan que las personas aspiren a llegar a trabajar en esas compañías.

En este sentido, los Millennials o Generación Y, son expertos a la hora de canalizar, asumir y dejarse influir por estas proyecciones que han comenzado a generar determinadas empresas. Prueba de ello son la multitud de rankings con las compañías ‘mejor valoradas’ por estos jóvenes profesionales, que suelen situar a aquellas que mejor relación mantienen con los medios sociales.

Estas emociones sobre las que se basan determinadas decisiones funcionan mejor que los argumentos apoyados en datos porque ‘beben’ de algo tan poderoso en estos días como: la autenticidad. Los datos pueden variar entre lo falso y lo verdadero, pero si algo se siente honesto, sincero o transparente se apreciará como único y contendrá, por tanto, una gran capacidad de atracción, retención y fidelización.

Quizás sea cierto que exaltar los sentimientos más superfluos como la enemistad o la frustración por un puntual mal resultado puede restar profesionalidad y generar un problema donde, en realidad, nunca lo hubo. Sin embargo, si aprendemos a discernir entre lo auténtico y lo producido, creando un equilibrio entre la importancia de las emociones y los datos objetivos, la energía creada será un potente catalizador de la motivación y, por tanto, de la creatividad, la innovación y la productividad, en general.

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