Las 2 emociones que los líderes deben saber manejar

La esperanza en el resurgir del sueño americano, ese que hará que los empleos vuelvan a manos de quienes lo perdieron todo con la crisis, ha sido uno de los ejes sobre el que ha girado el discurso de Donald Trump durante las elecciones estadounidenses. Ahora, un artículo publicado en Fast Company revelaría que el impulso de emociones como la esperanza y el miedo, serían dos importantes fuentes de fidelización.

La idea transmitida de que uniendo a las fuerzas de todo un país se puede revertir una situación de crisis mundial (esperanza) permite apoyar la idea de que debes creer en mi proyecto porque, de otro modo, no recuperas tu trabajo (miedo). Y en esta fórmula simplificada es la que se basó la campaña que llevo a Trump hasta la Casa Blanca.

Desde luego, existen muchos otros factores, pero es uno de los grandes ejemplos de cómo activar determinados sentimientos en las personas permite conseguir lo impensable y es precisamente lo que cualquier líder, independientemente del sector al que pertenezca, debe conseguir si quiere obtener apoyos para su proyecto o idea.

Según el artículo de Fast Company, los neurocientíficos creen que las partes emocionales del cerebro son las primeras en responder, a través del sistema nervioso, a nuevos e inesperados acontecimientos. Esto significaría que la empatía es la responsable de respuestas como la "lucha” o la “huida" o, en otras palabras, que nuestras mentes han evolucionado con el objetivo de anticiparse a los acontecimientos que aún no han sucedido, y nuestras emociones son una parte importante de la forma en la que se hace.

En este sentido, cuando los líderes describen un mundo diferente al imaginado o al actual (y con el que se está disconforme), nuestro cerebro reacciona, a través de las emociones, visualizándonos en él y evaluando qué nos despierta ese nuevo escenario: esperanza o miedo. Una vez la decisión está tomada, nos posicionamos a favor o en contra de ese nuevo mundo.

De hecho, es tal el efecto que se produce cuando un líder sabe conectar con las respuestas emocionales que se produce en un conjunto de personas -sus potenciales seguidores- que, a menudo, recurren a expertos, sondeos y evaluaciones que permitan anticipar en qué medida un grupo apoyaría determinados planteamientos o cuáles son las variables que le harían apoyar o rechazar una idea.

De la misma manera que la esperanza por una situación mejor puede mover el pensamiento humano de un punto a otro, el miedo, se suma como uno de esos sentimientos poderosos a los que, por lo general, hacen referencia políticos: el temor a la pérdida de competitividad y empleo.

La necesidad de solventar un posible problema que genera ansiedad, permite a los líderes convertir el miedo en oportunidad. Empatizar con aquellas personas que más sufren genera un nivel de fidelidad que pocas emociones consiguen y es una de las razones por los que los discursos suelen empezar con la referencia a los riesgos de una situación inestable, para terminar con una visión de un futuro mejor para todos, mientras se presenta la idea que queremos impulsar como un elemento clave en esa oportunidad de cambio en positivo.