15/02/2017 · Los Millennials, esa generación rebelde que busca avanzar profesionalmente mientras cambian las normas tradicionales de trabajo son, no obstante, algo inestables a la hora de mantener este ímpetu, tan valorado en la actualidad por las empresas. Saber transmitir este equilibrio entre esfuerzo y emociones es fundamental para que el trabajo de esta generación mantenga niveles estables productivos.
Eric Chester, el autor de “Reviving Work Ethic: A Leader's Guide to Ending Entitlement and Restoring Pride in the Emerging Workforce”, define la ética de trabajo como una actitud “positiva y entusiasta” que corresponde a personas que saben “vestirse adecuadamente” y “buscan añadir valor” con la forma en la que se desempeñan en el trabajo, siendo “honestos e independientes”. Su estado de ánimo laboral no depende de si lo que tienen delante es divertido o no o si su esfuerzo será recompensado con ascensos profesionales, por lo que sus niveles de motivación, satisfacción y productividad tienden a ser estables.
Pese a que los Millennials son descritos, a menudo, como una generación con un alto potencial, dada su capacidad de adaptarse a los cambios, asumir nuevos retos y una elevada aspiración profesional que redunda en el esfuerzo que invierten en lograr sus objetivos, no son personas que sepan mantener una continuidad de los mismos por un largo periodo de tiempo. Así al menos lo revela un artículo publicado en INC, que señala que la ética de trabajo es un valor basado en el trabajo duro y la diligencia y que, por tanto, se trata de un comportamiento aprendido.
En este sentido, INC propone cuatro acciones que pueden hacer las empresas a fin de lograr que la Generación Millennial logre adquirir una fuerte ética de trabajo: