La 4ª Revolución industrial tendrá un efecto disruptivo sobre el empleo

21/09/2017 · Muchos hablan de las nuevas tecnologías como la cuarta revolución industrial, pero ¿cómo afectará realmente su aplicación en las empresas?, ¿cómo transformarán la sociedad los robots? Y, fundamentalmente, ¿supondrá tanta destrucción de empleo como estiman algunos expertos? Johan Aurik, Socio Director de la compañía experta en asesoría A.T. Kearney, con la colaboración de Project Syndicate, da su opinión al respecto.

Las nuevas tecnologías, también llamadas disruptivas, están cambiándolo todo en el panorama empresarial pero también social. Dichos cambios no sólo se producen a raíz de su introducción directa en las distintas áreas de una compañía, sino también por la nueva remesa de trabajadores que están llegando a ella.

Los Millennials sólo son la punta de una cúspide de la que aún no se ha visto toda su base. Tras ellos, llegarán los llamados nativos digitales, conformados por la generación Z y los ya clasificados como centenials. Ambos comparten el haber vivido en un mundo con una tecnología mucho más avanzada, de la que conocieron los de la generación Y.

Una situación que ha generado nuevas necesidades y perspectivas laborales que ya han impactado en el mundo de la oferta y la demanda de empleo. La flexibilidad se instala entre las prioridades de estos jóvenes, que desean algo más que un buen sueldo, buscando así compartir una visión, misión y proyecto empresarial.

Todas estas demandas son un símbolo de lo que Internet y sus redes han generado, pero no son los únicos efectos. También han modificado la forma en la que se interactúa con las empresas, ya sea como candidatos o como clientes. La implicación con los productos y servicios son otros. Ahora las opiniones no sólo se tienen en cuenta, sino que es posible cuantificarlas y darles otro sentido a través del big data.

Asimismo, los espacios de trabajo se simplifican. Se hacen más diáfanos, abiertos, transparentes y colaborativos. La tecnología ha permitido que también expandan sus horizontes más allá de un espacio físico, dentro de un mundo virtual. El teletrabajo se posiciona como una de las fórmulas más idóneas para mejorar la productividad laboral, al tiempo que se satisfacen esas nuevas demandas de conciliación y flexibilidad horaria.

Y pese a todos estos cambios, mucho más profundos de lo que un artículo puede llegar a retratar, aún queda mucho por explorar en el ámbito tecnológico. Con la robótica y la inteligencia artificial en pleno desarrollo, la realidad virtual dando sus primeros pasos más allá del sector del ocio y el 3D siendo una realidad para muchos productos, el horizonte parece no tener fin.

Sin embargo, este panorama tiene también su lado oscuro y tal y como apunta Johan Aurik, Socio Director de A.T. Kearney en un artículo publicado en Weforum, algunos expertos en materia de empleo, recursos humanos y profesionales, en general, “ya han empezado a cuestionarse el papel que los seres humanos desempeñarán en un mundo dominado por la tecnología”.

Haciendo referencia a un estudio realizado por la Universidad de Oxford en 2013, en el que se estima que cerca de la mitad de los empleos de Estados Unidos se podrían perder debido a la automatización en las próximas dos décadas, Aurik contrapone la opinión del economista James Bessen, de la Universidad de Boston, quien considera que “la automatización va de la mano con la creación de nuevos empleos”. Una visión que también es compartida por Nicholas Davis, abogado y responsable de Sociedad e Innovación del World Economic Forum, que señala que hay muchas más ventajas que inconvenientes dentro de la relación tecnología y trabajo.

Lo cierto es que los efectos siguen sin tenerse claros puesto que no se sabe cuán larga será la estela de esta tecnología, mucha de ella aún en desarrollo tanto técnico como el referido a su aplicación real y funcional en las empresas.

En este sentido, Aurik propone anticiparse a los resultados atendiendo a las consecuencias que trajeron el resto de revoluciones. Por ejemplo, de la primera se obtuvo el traslado de producción de las casas a las fábricas, marcando el inicio de la organización jerárquica y de las sociedades migratorias del mundo rural a la ciudad. “Durante este periodo surgieron los primeros movimientos sindicalistas”, apunta.

De la segunda, se consiguió la producción a gran escala gracias a la electrificación. Los productos llegaban más rápido pero también más lejos, gracias al transporte, creando -de paso- nuevas profesiones como la ingeniería, la banca y el profesorado. “En ella surgieron las clases medias, comenzando a exigir nuevas políticas sociales y un mayor papel en el gobierno”, relata el experto.

Finalmente, en la tercera, se dio el salto a la electrónica y las tecnologías de la comunicación y la información, introduciendo así –por primera vez- el término de ‘automatización’. “Cuando los cajeros automáticos llegaron en los años 70, se supuso al principio que serían un desastre para los trabajadores de la banca, pero en realidad la cantidad de sucursales se elevó con el tiempo, a medida que bajaban los costes”, señala Aurik. “La naturaleza del trabajo había cambiado: se volvió menos transaccional y más centrado en el servicio al cliente”.

Todas las revoluciones tuvieron sus luces y sombras, pero lo cierto es que ningún país -por muy avanzado tecnológicamente que esté- puede prescindir del groso de su ciudadanía trabajadora. Siempre se necesitará mano de obra que controle, repare, mida dicha tecnología.

Asimismo, la interacción humana –tal y como está demostrándose en los procesos de selección actuales- será vital y necesaria en dichos procesos. Se necesitarán capacidades que, hasta ahora, habían quedado relegadas a un segundo plano, más allá de que las vías por las que se transmiten cambien y está en la mano de las empresas y la formación reglada proporcionar dichas habilidades. Todo y pese a que un estudio refleje que aún queda demasiado camino por recorrer en esta materia.

COMENTARIOS:

Janin Ricalde 05 octubre 2017 23:26

Para analizar en Mérida

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