Revista digital
TRIBUNA
septiembre 2013

El camino que lleva al éxito

Germán Sagardoy,
director general de ABCON

 
Germán SagardoyLas personas que alcanzan el éxito lo hacen porque se han convertido en bloques indestructibles de confianza en sí mismos
Tras varios años realizando entrevistas de selección de personal, a menudo trato con candidatos que, al cabo de los primeros minutos de charla, transforman su mirada y expresión inicial ante mí, en un proceso de metamorfosis anímica en el que los mensajes que percibo no concuerdan con las palabras que escucho.

Los candidatos me comentan su alta motivación y disponibilidad, su entusiasmo por el proyecto y, en función del sutil desarrollo de la reunión, de la sucesión de frases hechas y lugares comunes que voy introduciendo en la reunión y que no concretan un nuevo encuentro por mi parte, son sus ojos y sus gestos los que empiezan a hablarme y a decirme sin ningún género de duda que están percibiendo la amarga realidad de la resignación y que deberán seguir luchando en el futuro inmediato para conseguir un proyecto profesional que finalmente encaje con su expectativa. El tono de voz del candidato, el lenguaje corporal se apaga y disminuye el entusiasmo y la energía.

Percibo los cambios y no puedo hacer nada. El tiempo es oro y no es posible seguir profundizando en qué está pasando en la vida del candidato y en qué medida le puede afectar ser descartado de este proceso de selección.

Sin embargo, ahora tengo la oportunidad de comentar con todo aquel que esté leyendo este artículo mi punto de vista sobre el éxito y el fracaso y de cómo, según mi parecer , una sucesión continuada de fracasos debería hacer que nuestra motivación, energía y optimismo crecieran de forma exponencial.

Contradictorio? Puede. ¿Certeza? Seguro.

Nadie tiene la fórmula mágica del éxito ni existen reglas que garantizan al 100% que el desarrollo de una acción va a generar un impacto positivo y definitivo en un proceso de selección. Lo único que podemos asegurar es que si no somos capaces de transmitir dosis elevadas de energía, entusiasmo, confianza y capacidad de realizar las funciones requeridas por la empresa, el impacto generado en ese breve periodo de conversación no nos permitirá alcanzar nuestro objetivo.

La pregunta es: ¿cómo podemos mantener el grado de energía, optimismo y confianza a pesar de los contratiempos? La solución es simple: perseverar.

Puede parecer una respuesta poco concreta, pero es la única actitud que conozco.

¿Es posible garantizar el éxito de algún proyecto únicamente aplicando el esfuerzo y la dedicación? Si nos centramos en el corto plazo y las situaciones que el día a día nos deparan, podemos caer en la tentación de pensar que no somos capaces de llegar al final del camino y que lo más razonable será tirar la toalla y dedicar el esfuerzo a tareas más productivas y asumibles.

Por el contrario, si no nos centramos en el largo plazo y seguimos avanzando, resolviendo incidencias y conociendo en profundidad nuestras capacidades, aplicando el sentido común en todas las decisiones, veremos cómo, aunque los problemas sigan llegando, poco a poco iremos encontrando un camino menos abrupto y, a lo lejos, de vez en cuando, percibamos un lugar mejor y más parecido al escenario donde queremos desarrollar nuestro día a día.

La razón es simple: igual que si cogemos una hoja en blanco y la partimos en dos mitades sin ningún esfuerzo, y la dificultad de ese mismo acto aumenta si queremos volver a partir esas mitades en otras dos, y así hasta que ya no nos es posible hacer más pequeño el cuadrado de trozos de papel, del mismo modo nuestra personalidad se va endureciendo a medida que vamos viviendo situaciones incómodas y a veces frustrantes.

Al inicio de cualquier proyecto, las desilusiones afectan con fuerza y nos hacen dudar de si estamos haciendo lo correcto. Continuamos trabajando y comprobamos que las nuevas dificultades nos afectan menos, ya las conocemos y sabemos que no tienen tanta fuerza, que son etapas necesarias dentro de un proceso global y a largo plazo. Al final del camino, reaccionamos a las dificultades, sin duda similares a las que inicialmente nos quitaban la ilusión, con energía, optimismo y motivación. Por fin hemos alcanzado el éxito porque nuestra velocidad de acción no se puede frenar y somos nosotros los que dirigimos el rumbo de nuestra vida diaria.

Un día nos levantamos por la mañana y nos hemos convertido en esa hoja de papel que ya no puede ser partida en más mitades. No hay opción para hacernos más pequeños simplemente porque nos hemos convertido en una persona más sabia, completa y preparada para afrontar los exigentes retos que a todos los niveles se plantean cada día. Seremos distintos y quizá nuestras metas iniciales nos parezcan un juego de niños y busquemos ahora objetivos más altos.

Nadie tiene una trayectoria de éxito sin etapas de incertidumbre. Las personas que alcanzan el éxito lo hacen porque se han convertido en bloques indestructibles de confianza en sí mismos. No son mejores que los que ven como sus sueños pasan de largo, simplemente han optado por seguir el camino marcado en su interior sin dejar espacio al desánimo.

La próxima vez que algo no nos salga como esperábamos, aunque parezca que hemos perdido una gran oportunidad, simplemente habremos dado un nuevo paso hacia ese futuro en el que al fin podamos alcanzar nuestras metas.
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