Revista digital
TRIBUNA
marzo 2004

Un reto: pasar de directivo a empresario

Julio López-Amo,
Presidente de Brain Transearch

 
Julio López-AmoDel conjunto de directivos válidos y buenos profesionales que todos podemos conocer, sólo un número reducido da el paso de convertirse en empresario. Me planteo ¿qué atributos diferenciales tienen los directivos que han acometido esa atrevida evolución?
Una situación relativamente frecuente con la que nos encontramos en nuestra actividad de búsqueda de directivos es la de aquel que se queda sin trabajo, porque fruto de la globalización su multinacional ha decidido reestructurar las filiales europeas y prescinde de su figura en varios países europeos. El o la profesional nos visita para que le tengamos en cuenta en las sucesivas búsquedas de directivos que se nos confíen.

Cuando creemos apreciar en él la posibilidad de convertirse en emprendedor, le provocamos que se plantee tal posibilidad y que se lo piense. No son muchos los que responden con actitud positiva. La primera opción que se puede pensar es la de crear su propia empresa partiendo de cero. Nuestra experiencia es que esta opción es adecuada para personas jóvenes, hasta una edad que puede estar en torno a los treinta años. Pero no es la idea que más seduce a directivos a partir de los treinta y cinco años, porque están acostumbrados a manejar más recursos y a moverse en estructuras más dimensionadas.

La vía más factible que hemos encontrado para que un directivo se haga empresario es la de las operaciones de Management By In (MBI), su variante Management By Out (MBO), o la combinación de las dos, conocida como BIMBO. El objeto de las mismas es la compra de una empresa por parte de una firma de capital riesgo (private equity), capital desarrollo o similar. Pero este socio financiero necesita al directivo-emprendedor, para dirigir eficientemente la compañía y llevarla a las cotas de rentabilidad fijadas. Para asegurar el éxito de la operación y reforzar el vínculo entre ambos, la firma de capital riesgo pone como condición al directivo que se convierta en empresario, haciéndose accionista de la compañía mediante una cierta aportación de capital. Es el socio gestor.

En el MBI, el directivo-empresario es un profesional que está fuera de la empresa a adquirir. En el MBO la operación se hace con el equipo directivo de la compañía en cuestión. Llevan trabajando juntos un tiempo en la empresa, conocen sus fortalezas y puntos débiles, el mercado, la competencia, los clientes y los proveedores. Por añadidura, sintonizan bien entre ellos, de lo contrario no se plantearían la posibilidad de la operación.

Desde el punto de vista de características de personalidad ¿qué es lo que hace que unos directivos se atrevan a convertirse en empresarios, en tanto que otros prefieren continuar como asalariados, al amparo y servicio de una empresa? A mi juicio, el rasgo distintivo es el evidente mayor espíritu de riesgo que tienen los primeros.

Cuando una empresa de privat equity estudia con un directivo la compra conjunta de una empresa, le pone como condición, no ya que realice una determinada inversión, sino que ésta le suponga asumir un riesgo importante. Prefiere al directivo que invierte 100 y para ello ha tenido que hipotecar su casa, que aquel que invierte 150 pero al que le queda un patrimonio de otros tantos. La experiencia de estas empresas es que el directivo que es capaz de contraer un riesgo con una potencial repercusión negativa sobre él y su familia, se va a dejar la piel en la gestión de la empresa. El riesgo relativo del primero es superior al del segundo.

No es que el directivo profesional no asuma riesgos ni afronte situaciones difíciles. Lo hace cada día y forma parte de la esencia directiva. Lo peor que le puede ocurrir al directivo profesional es perder su puesto de trabajo. De su mala gestión no se deriva la afectación de su patrimonio, salvo contados casos. Por el contrario, el directivo-emprendedor que ha tenido que jugársela para participar en la compra de su empresa, sabe que si las cosas no fueran bien, no sólo va a perder su puesto de trabajo (como cualquier otro directivo), sino parte de sus bienes. Esa es la diferencia fundamental entre los dos tipos de directivos. Un segundo rasgo singular es que el directivoemprendedor tiene un mayor deseo de independencia, con mezcla de rebeldía frente a cómo se hacen las cosas en su entorno. El convertirse en empresario es una inmejorable oportunidad de realizar su anhelo.

El tercer rasgo distintivo del directivo-empresario es que no le teme al fracaso social. Nuestra sociedad rechaza el fracaso. La persona que intenta llevar a cabo un proyecto y no lo consigue, recibe un trato que tiene algo de afecto compasivo (pobre hombre) y algo de sutil subestima (no ha sido capaz).

Si se da ese mayor sentido del riesgo ¿cuál es la compensación? Es obvio que hay un beneficio económico, consecuencia de la participación accionarial, que satisface la fuerte motivación por el logro que por lógica tiene un directivo audaz. Mas no es la única conquista. En la dinámica del arriesgo-gano se da una relación directa entre peligro y satisfacción. A mayor riesgo incurrido, mayor es el grado de complacencia psicológico y vivencial. La salida natural a este tipo de operaciones es la venta de la empresa a un socio industrial, al cabo de un término medio de cinco años, después de haberla hecho crecer y situarla en buenas condiciones de participación de mercado y rentabilidad. Es el momento de la realización de una importante plusvalía. Nuestra experiencia es que el directivo devenido empresario puede multiplicar el capital invertido, entre seis y quince veces, en función de los resultados de la empresa y las diferentes circunstancias. El progreso es obra de todos, es una tarea común en la que cada uno de nosotros debe hacer su aportación. Nuestro país y Europa entera son excedentes de burócratas y personas acomodaticias, al tiempo que precisan más emprendedores. Nos sobra cultura de subsidio y nos faltan personas con valores proactivos.

Dado que esta tribuna se dirige sobre todo a los profesionales de los recursos humanos y que éstos son líderes informales de las organizaciones, les animo a provocar en sus compañeros del comité de dirección la consideración de la posibilidad de dar el paso de directivo a empresario.
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