Un reto: pasar de directivo a empresario
Julio López-Amo,
Presidente de Brain Transearch
Del conjunto de directivos válidos y buenos profesionales
que todos podemos conocer, sólo un número reducido da el paso de convertirse en empresario. Me planteo ¿qué atributos diferenciales tienen los directivos que han
acometido esa atrevida evolución?
Una situación relativamente frecuente con la que nos
encontramos en nuestra actividad de búsqueda de directivos
es la de aquel que se queda sin trabajo, porque fruto
de la globalización su multinacional ha decidido reestructurar las filiales europeas y prescinde de su figura en varios países europeos. El o la profesional nos visita para que le tengamos en cuenta en las sucesivas búsquedas de directivos que se nos confíen.
Cuando creemos apreciar en él la posibilidad de convertirse
en emprendedor, le provocamos que se plantee
tal posibilidad y que se lo piense. No son muchos los que
responden con actitud positiva. La primera opción que se
puede pensar es la de crear su propia empresa partiendo
de cero. Nuestra experiencia es que esta opción es adecuada
para personas jóvenes, hasta una edad que puede
estar en torno a los treinta años. Pero no es la idea que
más seduce a directivos a partir de los treinta y cinco
años, porque están acostumbrados a manejar más recursos
y a moverse en estructuras más dimensionadas.
La vía más factible que hemos encontrado para que un
directivo se haga empresario
es la de las operaciones
de Management
By In (MBI), su variante
Management By Out
(MBO), o la combinación
de las dos, conocida
como BIMBO. El objeto de las mismas es la compra de
una empresa por parte de una firma de capital riesgo (private
equity), capital desarrollo o similar. Pero este socio
financiero necesita al directivo-emprendedor, para dirigir
eficientemente la compañía y llevarla a las cotas de rentabilidad
fijadas. Para asegurar el éxito de la operación y
reforzar el vínculo entre ambos, la firma de capital riesgo
pone como condición al directivo que se convierta en
empresario, haciéndose accionista de la compañía
mediante una cierta aportación de capital. Es el socio gestor.
En el MBI, el directivo-empresario es un profesional que está fuera de la empresa a adquirir. En el MBO la operación se hace con el equipo directivo de la compañía en cuestión. Llevan trabajando juntos un tiempo en la empresa, conocen sus fortalezas y puntos débiles, el mercado, la competencia, los clientes y los proveedores. Por añadidura, sintonizan bien entre ellos, de lo contrario no se plantearían la posibilidad de la operación.
Desde el punto de vista de características de personalidad
¿qué es lo que hace que unos directivos se atrevan a
convertirse en empresarios, en tanto que otros prefieren
continuar como asalariados, al amparo y servicio de una
empresa? A mi juicio, el rasgo distintivo es el evidente
mayor espíritu de riesgo que tienen los primeros.
Cuando una empresa de privat equity estudia con un
directivo la compra conjunta de una empresa, le pone
como condición, no ya que realice una determinada
inversión, sino que ésta le suponga asumir un riesgo
importante. Prefiere al directivo que invierte 100 y para
ello ha tenido que hipotecar su casa, que aquel que invierte 150 pero al que le queda un patrimonio de otros tantos. La experiencia de estas empresas es que el directivo que es capaz de contraer un riesgo con una potencial repercusión negativa sobre él y su familia, se va a dejar la piel en la gestión de la empresa. El riesgo relativo del primero es superior al del segundo.
No es que el directivo profesional no asuma riesgos ni
afronte situaciones difíciles. Lo hace cada día y forma parte
de la esencia directiva. Lo peor que le puede ocurrir al
directivo profesional es perder su puesto de trabajo. De
su mala gestión no se deriva la afectación de su patrimonio, salvo contados casos. Por el contrario, el directivo-emprendedor que ha tenido que jugársela para participar en la compra de su empresa, sabe que si las cosas no fueran bien, no sólo va a perder su puesto de trabajo (como cualquier otro directivo), sino parte de sus bienes. Esa es la diferencia fundamental entre los dos tipos de directivos. Un segundo rasgo singular es que el directivoemprendedor tiene un mayor deseo de independencia,
con mezcla de rebeldía frente a cómo se hacen las cosas
en su entorno. El convertirse en empresario es una inmejorable oportunidad de realizar su anhelo.
El tercer rasgo distintivo del directivo-empresario es
que no le teme al fracaso social. Nuestra sociedad rechaza
el fracaso. La persona que intenta llevar a cabo un proyecto y no lo consigue, recibe un trato que tiene algo de afecto compasivo (pobre hombre) y algo de sutil
subestima (no ha sido capaz).
Si se da ese mayor sentido del riesgo ¿cuál es la compensación?
Es obvio que hay un beneficio económico,
consecuencia de la participación accionarial, que satisface
la fuerte motivación por el logro que por lógica tiene
un directivo audaz. Mas no es la única conquista. En la
dinámica del arriesgo-gano se da una relación directa
entre peligro y satisfacción. A mayor riesgo incurrido,
mayor es el grado de complacencia psicológico y vivencial.
La salida natural a este tipo de operaciones es la venta
de la empresa a un socio industrial, al cabo de un término
medio de cinco años, después de haberla hecho
crecer y situarla en buenas condiciones de participación
de mercado y rentabilidad. Es el momento de la realización
de una importante plusvalía. Nuestra experiencia es
que el directivo devenido empresario puede multiplicar el
capital invertido, entre seis y quince veces, en función de
los resultados de la empresa y las diferentes circunstancias.
El progreso es obra de todos, es una tarea común en
la que cada uno de nosotros debe hacer su aportación.
Nuestro país y Europa entera son excedentes de burócratas
y personas acomodaticias, al tiempo que precisan
más emprendedores. Nos sobra cultura de subsidio y nos
faltan personas con valores proactivos.
Dado que esta tribuna se dirige sobre todo a los profesionales
de los recursos humanos y que éstos son líderes
informales de las organizaciones, les animo a provocar
en sus compañeros del comité de dirección la consideración
de la posibilidad de dar el paso de directivo a empresario.