Revista digital
TRIBUNA
febrero 2017

Más allá del estrés

Sara Maroto Estabiel,
Psicóloga de PSYA Asistencia

 
Sara Maroto EstabielLos altos niveles de exigencia que en estos momentos sufren todos los profesionales, sea cual sea su sector de actividad, ha convertido en habitual en nuestro vocabulario un término que hasta hace poco tiempo estaba casi limitado a los profesionales de la psicología o la psiquiatría, el síndrome del profesional quemado o burnout.
Se trata de un síndrome relacionado con una respuesta de estrés crónico o mantenido en el trabajo, una patología producida a causa de la interacción del individuo con unas determinadas condiciones psicosociales nocivas de trabajo y que va mucho más allá que el mero estrés laboral, ya que supone una disminución de la capacidad de la persona para poner en marcha estrategias de afrontamiento, lo que trae consigo graves repercusiones y costes directos e indirectos para el trabajador y para la empresa, como la disminución de la productividad, la dificultad en tomar decisiones, la degradación de las relaciones personales con compañeros o clientes.

En base a esta definición parece claro que cualquiera de nosotros podríamos sufrir burnout como consecuencia de la exposición a unas determinadas condiciones laborales. Pero no nos confundamos, cuando hablamos de burnout no nos referimos solo a estar quemado, cansado, agobiado o a disgusto en el puesto de trabajo, sino a una clara sintomatología, con una cronicidad o mantenimiento en el tiempo y una elevada intensidad en las fases más avanzadas. Se trata de un proceso destructivo que, habitualmente, deriva en consecuencias severas para la persona que lo padece.

Desde las consecuencias individuales que lo caracterizan, y partiendo de un enfoque psicosocial, el burnout se ha conceptualizado como un síndrome con sintomatología de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal en el trabajo.


Agotamiento emocional

El agotamiento emocional es una respuesta de los trabajadores al sentir que ya no pueden dar más de sí mismos a nivel afectivo. Implica desgaste, pérdida de energía, agotamiento y fatiga tanto física como psíquica.

La despersonalización se explica por el desarrollo de una actitud negativa hacia otras personas, especialmente los beneficiarios del propio trabajo, con irritabilidad y pérdida de motivación. En las personas que lo padecen, se produce un endurecimiento afectivo y sus conductas son vistas por otros compañeros de manera deshumanizada.

Pero los afectados por este síntoma sufren también una baja realización personal en el trabajo, lo que supone la tendencia a respuestas negativas hacia uno mismo y el trabajo, como baja productividad e incapacidad para soportar la presión. Los trabajadores se sienten descontentos consigo mismos e insatisfechos con sus resultados laborales.

Lo que sí parece claro es que existen un conjunto de características que predisponen a sufrir burnout, por un lado aquellas derivadas de la propia organización, tales como una elevada jerarquización y rigidez, falta de apoyo por parte de los superiores, burocracia excesiva, escasa participación y coordinación de los trabajadores, insuficiente formación práctica, relaciones conflictivas y estilos de dirección inadecuados. Otras relacionadas con el diseño del puesto como la sobrecarga de trabajo, exigencias emocionales en la interacción con el cliente, descompensación entre responsabilidad y autonomía, falta de tiempo, conflicto o ambigüedad de rol, saturación emocional, falta de control sobre los resultados de la tarea, escasa autonomía en la toma de decisiones. También contribuyen aquellas situaciones que tienen que ver por el hecho de convivir con otras personas, es decir, dinámica de trabajo incómoda, relaciones tensas y competitivas, conflictos entre compañeros y con usuarios, falta de colaboración entre compañeros en tareas complementarias, ausencia de reciprocidad en los intercambios sociales. Finalmente las características más individuales o personales son importantes, ya que el burnout se manifiesta con mayor facilidad en individuos cuyas características se encuentran en alguno de los siguientes extremos de rasgos de personalidad: personas con alto grado de altruismo y de idealismo, sobre empatía (excesiva implicación emocional hacia el otro), elevado grado de perfeccionismo, baja autoestima y reducidas habilidades sociales, también personalidades impacientes, irritables, dominantes, hostiles, competitivas, con tendencia a la actividad permanente, con poco interés en las relaciones personales, etc.


¿Qué recursos personales tenemos para evitar el burnout?

Una vez definido que es el burnout e identificadas las situaciones que contribuyen a padecerlo, ¿qué podemos hacer para reducirlo?, ¿qué estrategias pueden utilizar los afectados para conseguir superarlo y volver a sentirse a gusto en su trabajo?

El primer paso es sin duda conseguir un manejo más eficaz del tiempo. El secreto está en lograr una cierta distancia psicológica con respecto al trabajo. Para ello hay que fijarse metas realistas, trabajar de forma inteligente y tomarse respiros de vez en cuando. Es necesario incrementar el conocimiento sobre las responsabilidades del puesto de trabajo, para evitar perder el tiempo en gestiones innecesarias, y una forma de hacerlo es realizar durante varias semanas un autorregistro de actividades y del tiempo que dedicamos a ellas para ver si es proporcional a la importancia que tienen.

Establecer prioridades dentro y fuera del trabajo puede ser otra herramienta que nos ayude a superar el burnout. Para ello una buena idea es elaborar una lista con todas las tareas que realiza a lo largo del día, para pasar a agruparlas en 5-8 funciones y con esas funciones delimitar la importancia que cada una tiene para la organización (0-10), el porcentaje de tiempo laboral que se le dedica a cada una y evaluar en qué medida coinciden las funciones en importancia y tiempo dedicado. Este ejercicio aporta una visión clara de la importancia real de cada una de las funciones que un empleado realiza, del tiempo que dedica a ellas y cómo esto puede estar afectando, no solo a su trabajo diario, sino al del resto de la plantilla.

En un entorno en el que disponemos de numerosas herramientas tecnológicas, que nos ayudan a ser más eficientes, seguir soportando la interrupción de los ladrones de tiempo parece cuanto menos ilógico. Reuniones, visitas, Internet, llamadas telefónicas, etc. evitarlas es complicado, pero no imposible pero sí reducirlas al máximo.

A nivel individual, se deberán mejorar los recursos de protección o resistencia del afectado, de forma que le permitan afrontar las situaciones estresantes en el trabajo y potenciar la percepción tanto de control de la situación como de su autoestima y autoeficacia personal.


¿Qué podemos hacer en la empresa?

Mientras que a nivel interpersonal sería bueno el entrenamiento en el desarrollo de habilidades sociales, entre las que debe destacar el potenciar la capacidad de dar y recibir apoyo. Frecuentemente, el entorno es el primero que percibe el padecimiento de burnout por parte de un compañero, muy por delante del propio afectado (esta toma ya conciencia cuando el proceso está en fases muy avanzadas). En ese momento, es fundamental el apoyo social hacia el trabajador afectado.

Pero igual de importante es a nivel organizacional necesario minimizar la sensación de falta de control y de automatismo, limitando la agenda laboral, minimizando imprevistos y coordinando con los compañeros (objetivos compartidos, formación continuada, evaluación con feed-back, etc.).

Aunque por todos los datos que hemos visto hasta ahora podría parecer que estamos ante un problema complejo, hay otros elementos, fáciles de poner en marcha por parte de la empresa. Uno de ellos es que los trabajadores tengan a su disposición la mayor información posible sobre el rol que desempeña, para poder identificar y reajustar las expectativas del propio trabajador y las del supervisor. ¿Qué crees que se espera de ti en el trabajo? ¿Qué esperas de tu supervisor? ¿Qué tipo de recursos necesitas para realizar adecuadamente tu trabajo?

Equilibrar el trabajo y la vida privada: cuando la persona se sobre implica en el trabajo, pierde la capacidad de auto regular su vida privada y laboral y empieza a quemarse en éste último, mientras que pueden surgir problemas en su vida personal. Conseguir ese equilibrio ayuda a prevenir y recuperarse del burnout. Algunas propuestas son la actividad física, el ocio, las relaciones sociales y de pareja, la familia.

Pero podemos ir un paso más allá creando dentro de la organización grupos de trabajadores que se reúnen con frecuencias indeterminadas para intercambiar información, apoyo emocional y solucionar problemas laborales. A veces y dado el grado de malestar de los trabajadores, se puede plantear la posibilidad de realizar un cambio de puesto laboral. Si es necesario llegar a este punto, debe hacerse de manera muy planificada y el cambio debe suponer un significado para el trabajador en términos de impacto, reto intelectual y crecimiento personal.

¿Y qué sucede cuando el trabajador debe regresar al trabajo después de una baja provocada por una situación de burnout? Pues sin duda será necesaria una planificación y seguimiento individualizado, y debería hacerse un estudio del puesto de trabajo y de las condiciones laborales de la persona para irla reincorporando gradualmente y con los cambios organizacionales pertinentes.

Con todas estas actuaciones será posible no solo reducir el nivel de estrés en la organización sino dar una respuesta a los trabajadores en un momento complicado de su vida laboral.

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