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TRIBUNA
octubre 2017
¿Cómo generar entornos de trabajo saludable mediante una buena política de salud mental?
Christine Loos,
Directora General de Stimulus Consultoría
Del 23 al 27 de octubre 2017 se celebra la Semana Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo organizada por la EU-Osha. En esta ocasión, profundizamos en el concepto de lo que significa desarrollar una buena política de salud mental en el trabajo. En la actualidad, vemos con gran satisfacción las iniciativas relacionadas con el estrés, riesgos psicosociales o calidad de vida en el trabajo que están poniendo en marcha un gran número de empresas. Aun así, son muy pocas las que saben cómo definir una verdadera estrategia en este ámbito. Buen momento para revisar algunos de los fundamentos básicos.
La salud psicológica en el trabajo es una parte integral de la salud pública. En este sentido, una buena política de salud mental debe incluir dos características claves para conseguir una buena política de salud "en general".
En primer lugar, existe un enfoque global, compuesto por cuatro niveles de acción. Para ilustrar este punto, recordemos cómo afrontamos la gripe H1N1. 1. Evaluamos tanto la existencia como la peligrosidad del virus. 2. Hicimos frente al virus mediante diferentes campañas de vacunación. 3. Aprendimos a estornudar y a desinfectarnos las manos. 4. Nos hicimos cargo de las personas afectadas por el virus.
Cualquier política de salud mental en el trabajo debe proceder de la misma manera. 1. Efectuamos diagnósticos periódicos. 2. Intentamos no solo prevenir los riesgos sino también fortalecer las fuentes de motivación y la satisfacción en el ámbito laboral. 3. Ofrecemos formación a los individuos para dotarles de habilidades. 4. Apoyamos a los empleados en los momentos difíciles.
En segundo lugar, una buena política de salud debe incluir un enfoque científico: utilizamos métodos contrastados por el mundo de la investigación. Esto se aplica a los métodos de diagnóstico, a las técnicas conductuales que enseñamos a los empleados, a las técnicas de gestión de situación de sufrimiento, etc. Este fundamento científico ofrece grandes ventajas en cuanto al desarrollo del consenso y a la participación de los actores en la acción.
A estas dos características, hay que añadir una tercera: una buena política de salud mental en el trabajo requiere incluir ciertos objetivos. Esta observación es de gran importancia. En primer lugar, porque sin objetivos, es imposible sacar conclusiones de las acciones emprendidas. En segundo lugar, porque la delimitación de objetivos permite seleccionar las herramientas que se van a utilizar. La salud mental en el trabajo es un campo muy amplio, que abarca dimensiones tan diversas como el estrés, la ansiedad, la depresión, la satisfacción e incluso el bienestar. Los factores de salud van cambiando en función de las dimensiones que nos interesan, lo mismo ocurre con las habilidades específicas, los instrumentos de medición, etc. Por último, los objetivos son importantes porque permiten movilizarse. Como es lógico, no todos los objetivos tienen el mismo poder de movilización. Los objetivos principales son aquellos que se han delimitado en función de los problemas económicos de la empresa. ¿El principal reto consiste en luchar contra el absentismo laboral o la inadecuación con el puesto de trabajo? En este caso habrá que centrarse tanto en la existencia como en las causas de enfermedades psicosomáticas. ¿El reto consiste en facilitar el cambio? En este caso habrá que centrarse en las capacidades de adaptación tanto de los individuos como de la organización. ¿El reto consiste en fomentar el compromiso? En este caso habrá que prestar especial atención tanto a la satisfacción como al sentido que los empleados encuentran en su trabajo.
Un enfoque global, un enfoque científico, la definición y el seguimiento de los objetivos constituyen los tres pilares sobre los cuales deben afianzarse las buenas políticas. Con demasiada frecuencia olvidamos el tercero.
La salud psicológica en el trabajo es una parte integral de la salud pública. En este sentido, una buena política de salud mental debe incluir dos características claves para conseguir una buena política de salud "en general".
En primer lugar, existe un enfoque global, compuesto por cuatro niveles de acción. Para ilustrar este punto, recordemos cómo afrontamos la gripe H1N1. 1. Evaluamos tanto la existencia como la peligrosidad del virus. 2. Hicimos frente al virus mediante diferentes campañas de vacunación. 3. Aprendimos a estornudar y a desinfectarnos las manos. 4. Nos hicimos cargo de las personas afectadas por el virus.
Cualquier política de salud mental en el trabajo debe proceder de la misma manera. 1. Efectuamos diagnósticos periódicos. 2. Intentamos no solo prevenir los riesgos sino también fortalecer las fuentes de motivación y la satisfacción en el ámbito laboral. 3. Ofrecemos formación a los individuos para dotarles de habilidades. 4. Apoyamos a los empleados en los momentos difíciles.
En segundo lugar, una buena política de salud debe incluir un enfoque científico: utilizamos métodos contrastados por el mundo de la investigación. Esto se aplica a los métodos de diagnóstico, a las técnicas conductuales que enseñamos a los empleados, a las técnicas de gestión de situación de sufrimiento, etc. Este fundamento científico ofrece grandes ventajas en cuanto al desarrollo del consenso y a la participación de los actores en la acción.
A estas dos características, hay que añadir una tercera: una buena política de salud mental en el trabajo requiere incluir ciertos objetivos. Esta observación es de gran importancia. En primer lugar, porque sin objetivos, es imposible sacar conclusiones de las acciones emprendidas. En segundo lugar, porque la delimitación de objetivos permite seleccionar las herramientas que se van a utilizar. La salud mental en el trabajo es un campo muy amplio, que abarca dimensiones tan diversas como el estrés, la ansiedad, la depresión, la satisfacción e incluso el bienestar. Los factores de salud van cambiando en función de las dimensiones que nos interesan, lo mismo ocurre con las habilidades específicas, los instrumentos de medición, etc. Por último, los objetivos son importantes porque permiten movilizarse. Como es lógico, no todos los objetivos tienen el mismo poder de movilización. Los objetivos principales son aquellos que se han delimitado en función de los problemas económicos de la empresa. ¿El principal reto consiste en luchar contra el absentismo laboral o la inadecuación con el puesto de trabajo? En este caso habrá que centrarse tanto en la existencia como en las causas de enfermedades psicosomáticas. ¿El reto consiste en facilitar el cambio? En este caso habrá que centrarse en las capacidades de adaptación tanto de los individuos como de la organización. ¿El reto consiste en fomentar el compromiso? En este caso habrá que prestar especial atención tanto a la satisfacción como al sentido que los empleados encuentran en su trabajo.
Un enfoque global, un enfoque científico, la definición y el seguimiento de los objetivos constituyen los tres pilares sobre los cuales deben afianzarse las buenas políticas. Con demasiada frecuencia olvidamos el tercero.
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