Maribel Martínez de Murguía, campeona olímpica y entrenadora de talento
En general, asocio mi faceta de campeona olímpica con el verbo inspirar. Normalmente, los campeones olímpicos somos personas admiradas. En nuestra sociedad, solemos fijarnos en algunos referentes y el deporte y sus valores despiertan mucha admiración. Por eso, el hecho de ser campeona olímpica ya despierta la atención de la gen- te en mí. Eso no significa que, en mis conferencias, talleres o en mis colaboraciones en general, me limite a explicar lo que sucedió en las Olimpiadas de Barcelona 92, cuando el equipo femenino de Hockey Hierba, al que yo pertenecía, ganó el Oro Olímpico. Me apoyo también en nuestros fracasos, en los momentos difíciles, en cómo gestionamos mal el éxito de Barcelona y caímos en la autocomplacencia y la pereza... Quiero mostrar también ese lado más vulnerable del deporte para hacernos más humanos y conectar mucho mejor con la población en general.
Sin duda, se trata del verbo transformar. Cuando con 30 años me retiré de mi carrera deportiva, me mudé a Barcelona para desarrollar mi carrera de entrenadora de alto rendimiento en clubes catalanes y con equipos nacionales.
Tuve la oportunidad de ser Diploma Olímpico como ayudante del entrenador principal en los Juegos Olímpicos de Sidney en el año 2000 y más tarde fui Campeona de Europa con el Real Club de Polo. Esta segunda faceta profesional es el arranque de mi conferencia ‘El sueño de la avellana’, en la que comparto mis aprendizajes como entrenadora de deportistas que llegaron a ser olímpicos con el propósito de acompañar la transformación de personas y organizaciones.
En esta conferencia y en talleres y otros formatos con el mismo contenido, me gusta entregar una avellana como metáfora de cómo veo yo al ser humano. La avellana tiene forma de corazón, posee una coraza poderosísima que la protege y tiene la posibilidad de convertirse en un árbol. El ser humano, por su parte, tiene también un enorme corazón y, aunque tenemos la capacidad de hacer
grandes cosas, a menudo nos protegemos tanto ante la inquietud de mostrar nuestras debilidades que perdemos nuestra autenticidad y eso nos impide alcanzar nuestros sueños.
Como la avellana, necesitamos ‘suelo fértil’ para fructificar y, si desarrollamos un fuerte autoliderazgo, podremos dejar a un lado el miedo y mostrarnos como somos, con todas nuestras capacidades.
Mis dos facetas de deportista y entrenadora, a las que dediqué 25 años de mi vida, sumadas a mi profesión de pedagoga me hacen pensar que tengo algo que aportar a las organizaciones y a las personas en sus procesos de transformación hacia la excelencia.
Y es interesante poner poesía y prosa en los relatos. Creo que tengo esa habilidad, poniendo poesía con las hazañas deportivas y prosa con las metodologías y los ‘cómos’.
Varios. Desde el formato de conferencia de aproximadamente una hora u hora y media, hasta el de taller de uno o dos días, pasando por programas más largos de acompañamiento de un equipo directivo, o de una área de negocio con distintos impactos y acciones de forma más continuada en el tiempo. Cuando desde Entrenadores de Talento (empresa en la que soy socia con Santiago González Piñeiro) tenemos esa oportunidad, no solo inspiramos y transformamos, sino que también reve- lamos. Hemos desarrollado, junto a la Universidad de Barcelona, una herramienta propia que hemos denominado MYDE Medición y Diagnóstico de EquipoS con la que medimos cómo está el equipo al inicio y al final del proceso de transformación.
Ponemos el conocimiento científico al servicio de las organizaciones empresariales para hacer un diagnóstico del equipo en diferentes facetas, sobre resultados, relaciones sociales, etc.
Nos encontramos con que los conflictos se hallan, principalmente, en las propias relaciones humanas que se establecen en los equipos. Hay caracteres diferentes y no saber aprovechar esa diversidad en todos los términos es el gran problema. Cuando no vemos que podamos ser complementarios en lugar de rivales, comprender que hay algo por lo que todos colaboramos, el para qué, el propósito. Esto, a veces, falta en los equipos.
Sí. Me parece que conseguir activar el compromiso y la motivación de tu gente es crucial, y por eso es el núcleo central de mi conferencia ‘Historia de un compromiso’. En ella explico cómo fue el planteamiento de nuestro entrenador seis años antes del Oro Olímpico de Barcelona 92, qué tipo de mentalidad y de valores estuvieron en nosotras, cómo gestionamos la dificultad... Pero también comparto nuestra nefasta gestión del éxito y cómo impactó en el siguiente gran reto, los JJOO de Atlanta 96.
Con mi conferencia ‘Jugar para ganar’ intento despertar una mentalidad “ganadora” que aborde los desafíos que nos conduzcan a lograr aquello con lo que sueñan personas y organizaciones. A través de mi experiencia, comparto lo que yo llamo “Los 4 juegos”. Es una metáfora que se refiere a cuatro tipos de mentalidad: ‘No jugar’, ‘Solo jugar’, ‘’ y ‘Jugar para no perder’ y ‘Jugar para ganar’. En ella, desafío desde el coraje, el entusiasmo y la confianza a que nos ganemos a nosotros mismos.
Sin duda. De hecho, en mi conferencia ‘Minorías’ hablo de eso: en varias facetas de mi vida he sido o soy minoría y compartir mis vivencias en primera persona me permite hablar con cierta causa y me lleva a invitar a la reflexión acerca de cómo queremos ser.
Esta conferencia, ‘Minorías’, la he diseñado basándome en que yo no soy experta en diversidad, pero sí soy experta en minorías que es a lo que he pertenecido en muchos momentos de mi vida. He seleccionado momentos en los que he sido minoría para sacar conclusiones: liderar la diversidad con mentalidad ganadora e inclusiva, y me baso en mis facetas vitales como minoría. Por ejemplo, soy campeona olímpica de hockey hierba, además de categoría femenina, mi posición era la de portera, o fui extranjera en un momento de mi vida o soy homosexual.
Y una de las claves creo que es la necesidad que tenemos de normalizar y celebrar la diferencia. Todos somos minorías en algún sentido. Entender eso es saber que la diferencia es lo normal y, sin embargo, no la tratamos con normalidad.
Pretendo despertar nuestra curiosidad para entender. Para poder transformar, el elemento más increíble es el de la curiosidad y, seguidamente, la empatía. Pero no podemos empatizar con lo que no conocemos. Después, podremos valorar el talento venga de donde venga, entendiéndolo como complementario. Y doy visibilidad y reconocimiento a lo minoritario. Soy mujer y cómo vivimos nosotras esa discriminación. El caso del deporte femenino es de estudio. Si no eres visible, difícilmente puedes llegar a ciertas posiciones.
También pretendo facilitar la inclusión desde la solidaridad y la empatía. Yo fui extranjera. Fui fichada por un equipo holandés y cuento cómo, de qué manera tan inteligente, aquella gente me incluyó y cuento anécdotas en relación a esa situación.
Y, por último, busco respetar profundamente al otro teniendo el coraje de cuestionar nuestros prejuicios y creencias. Y aquí digo: soy lesbiana. Comparto mi condición sexual porque creo que tengo la responsabilidad de hacerlo en aras de, entre todos, construir un mundo mejor.
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