Es cierto que la cultura agile ya impregnaba los retos a corto y largo plazo de muchas organizaciones, pero, hoy por hoy, marca la línea divisoria entre aquellos negocios que desaparecerán y los que persistirán e incluso doblarán su tamaño. Estos últimos son aquellos que tienen una alta capacidad de reacción, adaptación al cambio y a las nuevas reglas del mercado.
Por otro lado, además de impulsar esta reorganización interna, las empresas también deberán ser capaces de explotar su valor diferencial y ser atractivas para el público externo. La filosofía de una organización es la que marca la diferencia ante sus competidores y también hacia su personal o personas candidatas. Especialmente, para las nuevas generaciones que, como ya es sabido, no buscan solo una nómina a cambio.
El primer elemento que actúa como palanca de cambio en esta transición empresarial es la comunicación. No será posible abordar una transformación sin una comunicación interna y externa eficaz, constructiva e inspiradora.
Internamente, la comunicación y el liderazgo deben ir siempre de la mano. Este será el primer eslabón de la cadena que fomente una metodología de trabajo interactiva donde la comunicación fluya entre los equipos, eso sí, impulsada por su estructura directiva.
Hilar una red de comunicaciones internas y externas nos permitirá reducir la incertidumbre y los rumores que puedan dañar la imagen de nuestra empresa o bien incrementar el estrés laboral de los trabajadores y trabajadoras. No obstante, tan importante es comunicar como hacerlo de forma sencilla y comprensiva, así como adaptar estos mensajes a las plataformas online, como portales o aplicaciones móviles.
Esto nos ayudará a conectar con los equipos de trabajo, asegurar su bienestar laboral y sentido de pertenencia. Recordemos que el bienestar de nuestros empleados y empleadas está directamente relacionado con el bienestar de nuestro negocio. Debemos comprender y tratar a los equipos de profesionales como si de clientes potenciales se trataran, pues son el altavoz más eficaz de nuestro negocio hacia el público exterior y de ellos dependerá, en gran parte, nuestra imagen corporativa.
La situación que atravesamos solo ha sido un ensayo general de una nueva era marcada por el teletrabajo que, sin lugar a dudas, ha venido para quedarse. Tanto el personal directivo como el equipo de responsables deben estar a la altura de este nuevo paradigma de gestión de equipos y apoyarse en la tecnología que, lejos de alejar, une a las personas en las empresas.
A pesar de la acelerada expansión internacional de la transformación digital en las organizaciones, la imposición del teletrabajo, a causa de la pandemia, todavía ha sorprendido a muchos negocios. Solo aquellos que ya tenían en marcha proyectos de digitalización de procesos y migración de soluciones corporativas al cloud han podido continuar con su actividad o parte de ella.
Seleccionar la herramienta tecnológica idónea para cada unidad y proceso de trabajo no siempre resulta fácil. Por este motivo, debemos apoyarnos en expertos que nos guíen y asesoren y aceptar que, cuando no sea posible asumir la gestión internamente, será necesario externalizar el proceso. El mayor error empresarial en estos tiempos es intentar asumir lo inasumible, pues el retorno puede ser desastroso. Por este motivo, nuestro consejo es que te alíes siempre con partners tecnológicos que incluso te ofrezcan la posibilidad de externalización.
En materia de RRHH, las soluciones HCM (Human Capital Management) ya están ejecutando altos porcentajes de gestiones y, según pronostica ‘IDC Research España’ (2019), el mercado de aplicaciones de RRHH en España alcanzará los 108 millones de euros en 2021. Gracias a esta automatización, los equipos profesionales de la gestión de personas pueden dedicar sus recursos a abordar nuevos proyectos, pues, junto a la tecnología, este departamento es el gran aliado estratégico del propio negocio. Aún más, se requiere especial cooperación entre el personal tecnológico y el de RRHH.
Esta transformación empresarial inminente de la que hablamos a lo largo de estas líneas va a suponer un cambio radical en los modelos organizativos venideros. Hablamos de organizaciones que transitan hacia los conocidos Servant Leaders, posibilitando una cultura de liderazgo diferente, enfocada al servicio.
Una manera eficaz de paliar el impacto de la crisis es aprovechar los recursos existentes en las organizaciones, posicionando siempre a las personas en el centro. Aplicar un reskilling laboral nos permitirá alinear las competencias y pasiones de nuestros profesionales con los objetivos corporativos, en un entorno que requiere reajustar la fuerza de trabajo para subsistir y ser más competitivos.
En paralelo, también será clave desarrollar una estructura horizontal, basada en una organización por procesos. Este sistema permite transformar todo ese conocimiento colectivo en soluciones innovadoras, al mismo tiempo que incrementa el compromiso de los equipos, multiplicando la consecución de objetivos. Este reskilling organizativo maximiza la cadena de valor, donde cada proceso aporta su parte más brillante al siguiente, generando una entrega final de productos y servicios excelente
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