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El sector > 24/06/2022

El retraso de la edad de jubilación y el talento senior

Álvaro Monterde, director de Previsión Social de MARCH R.S.

Las pensiones contributivas se revalorizarán al comienzo de 2023, según se establece en el artículo 58 de la Ley de la Seguridad Social, con la media de la inflación interanual de los doce meses previos a diciembre del año anterior. Es decir, la media de la inflación interanual de los meses que van desde diciembre 2021 hasta noviembre 2022. Con los datos conocidos hasta mayo las pensiones contributivas subirían un 7,8 % en 2023. Esto, unido al 4,1 % del incremento en 2022, hace que en dos años el gasto por pensiones suba más de 20.000 millones por la inflación.

El peso que el gasto por pensiones tiene en nuestros Presupuestos Generales del Estado es ya del 40 % y en 2023 nos gastaremos en pensiones públicas más que la suma de lo que recaudemos por IRPF y por IVA. Aquellos que con tanto fervor han defendido la subida de las pensiones sin tener en cuenta nuestra capacidad productiva han llevado al límite nuestro sistema público de jubilación.

Hasta ahora, todas las medidas habían afectado solo a empleados en activo: retraso en la edad de jubilación, aumento en el cálculo de las pensiones del número de años cotizados a 25 años, subida de los años cotizados para poder cobrar el 100 % de la pensión, fuerte incremento de las bases de cotización máximas o cotizar por nuevos conceptos retributivos.

Y aunque todavía veremos más medidas que afectarán a los empleados en activo, como el cálculo de la pensión tomando las bases de cotización de toda la vida laboral, volver a aumentar las bases de cotización máximas o aumentar las cuotas de los autónomos, es tan grande el gasto por pensiones que no hay medidas que permitan mantener el poder adquisitivo de las pensiones.
Por primera vez, veremos medidas duras que afectarán a la generación de los pensionistas. Y las vamos a ver en el corto plazo porque la generación del baby boom ya empieza a jubilarse.

Nuevos retos

El retraso en la edad de jubilación se producirá no solo porque legalmente así se establezca, sino porque muchos empleados decidirán seguir trabajando para evitar reducir sus ingresos de forma drástica al ver mermada su pensión de jubilación. Esto va a obligar a las empresas a enfrentarse a nuevos retos en la gestión de sus empleados que van a seguir trabajando mucho más allá de los 65 años. Retos que van a estar encaminados a que los empleados lleguen a sus últimos años en activo en buen estado físico, con un ahorros suficientes y enganchados en la empresa.

El acceso a un seguro de salud no solo permite reducir tiempos de espera y acceder a terapias y tratamientos innovadores, permite la puesta en marcha de planes de prevención y detección precoz de posibles patologías y promover la adopción de hábitos saludables basados en la alimentación y el ejercicio.

La prioridad de las empresas debe pasar por el cuidado de la salud física, emocional y financiera de sus profesionales

También hay que trabajar la salud financiera para que los empleados puedan complementar los ingresos de la pensión publica con ahorros privados. Y ahí la empresa tiene un doble papel: por un lado, dar formación en materia financiera, ya que existe un amplio desconocimiento de lo que va a pasar con las pensiones públicas y de las principales características de los diferentes instrumentos de ahorro respecto a la fiscalidad, liquidez y rentabilidad; y, por otro lado, poner a disposición de los empleados procedimientos que faciliten una rutina de ahorro y que, de forma automática, se realicen aportaciones a instrumentos financieros que tengan un atractivo fiscal y que se adapten a sus necesidades. Evidentemente, los sistemas en los que hay cofinanciación entre empresa y empleados son los ideales para para promover sistemas de ahorro a largo plazo en las organizaciones.

Por último, es fundamental que las empresas se preparen para aprovechar el conocimiento y experiencia del talento senior. No hay fórmulas mágicas, cada empresa es diferente en cuanto al sector, tamaño, estructura demográfica de su plantilla y perfil de sus empleados. Pero la formación, la flexibilidad y la realización de nuevos planes de carrera que permitan el desarrollo del talento senior son aspectos que, a buen seguro, tendrán que abordarse.

La escasez de talento dejará de estar asociado al talento joven. Las empresas deben anticiparse a la gestión del talento senior, en materia de salud, de ahorros o de cultura de empresa. No se puede improvisar; si no se empieza a trabajar desde ya, llegaremos tarde y perderemos la guerra del talento.

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