Creo que el ser humano es sociable por naturaleza, y eso no podemos frenarlo. Pero sí que habrá determinados hábitos, no tantos como la gente piensa, que cambiarán. Personalmente, creo que el de los viajes de trabajo será uno de los se verán más afectados, esos traslados por pocas horas para reuniones, que en sí mismos ya eran una aberración desde la perspectiva de la sostenibilidad, se irán eliminando. La gente se ha acostumbrado muy rápido a videorreuniones.
En cuanto a eventos y formación, el cambio será menor de lo que muchos esperan; en cuanto nos dejen, volveremos a ese mundo más social. Y creo que también habrá grandes cambios en relación al teletrabajo. Había muchas empresas que no lo contemplaban en sus políticas de flexibilidad y que ahora se animarán a implantar fórmulas mixtas, con dos o tres días por semana.
Hay muchas diferencias entre las empresas, y no podemos ser ingenuos y pensar que las 800 empresas que hemos certificado son un oasis en medio del caos. Pero yo creo que ahora lo importante es centrarse en el mantenimiento del empleo. Hay que tener en cuenta que esta situación es coyuntural, dure seis o dure nueve meses, y que esos empleados hay que cuidarlos porque se van a necesitar.
Este es lo que podríamos llamar un experimento social que ha pillado poco preparadas a muchas organizaciones y con ciertas resistencias. Es realmente algo complicado, porque trabajar en casa rodeado de familia, ya sea con niños pequeños o con familiares dependientes, que pide tu atención es muy difícil. La capacidad de concentración sufre bastante. De esto aprenderemos y espero que la experiencia final no se valore tan negativamente que la gente rehúya después este modelo de trabajo.
Si hablamos en general, creo que la empresa no es consciente de todas estas circunstancias. Pero hay un porcentaje que sí están muy concienciadas, sobre todo grandes empresas, sobre las necesidades que este tipo de modelo de trabajo tiene. Las 800 que nosotros tenemos certificadas sé que sí se lo toman en serio y están tomando el pulso de sus empleados para poder adecuarse a las circunstancias de cada uno en la medida de lo posible: formación en teletrabajo, dotación de portátiles, apoyo emocional... Pero reconozco que son una muestra muy pequeña en el universo empresarial español en el que predominan las pymes.
Sí, ni es la panacea ni hay que dejarlo de lado. Para nosotros, la fórmula exitosa es combinar el trabajo flexible con el trabajo en oficina, y en el entorno de los dos días por semana es donde creemos que está el equilibrio. Permite la concentración en el hogar y el ahorro de costes y tiempo.
Creo que muchas veces la población ni penaliza ni reconoce los esfuerzos que hacen algunas organizaciones. Un buen ejemplo es la banca, un sector que en 2008 ya pasó por una grave crisis y que ahora en la pandemia del Covid-19 se están comportando muy bien, manteniendo empleo, con escasas desvinculaciones... son un ejemplo de lo que están haciendo las grandes empresas de este país. El mundo pyme es absolutamente diferente, con poco músculo financiero y han desvinculado personal muy rápidamente. Pero es muy fácil juzgar desde fuera y creo que cada caso es un mundo y es posible que, puestos en el lugar de sus directivos, hubiésemos tomado decisiones similares.
Certificarse con nosotros es un compromiso de primer rango. Yo no creo que solo haya 800 empresas comprometidas, si no que hay más, pero no todas quieren llegar al nivel de compromiso que supone nuestra certificación, que implica una auditoría anual, con sus costes, y con observadores externos. Quiero creer que hay miles de empresas que empiezan a tomar en serio la conciliación, aunque no estén certificadas.
Estamos en un cambio de época: la concentración de la población en grandes urbes, la terciarización de la economía, la continua incorporación de la mujer al mercado de trabajo remunerado, la llegada de los millennials, la reducción de la familia, la soledad... En este escenario, si haces un diagnóstico de hacia dónde vamos, llegas a la conclusión de que necesitamos otro modelo de empresa hoy en día. Debemos pasar de una empresa de la era post industrial a una distinta, mucho más centrada en la persona, mucho más flexible; movernos hacia una sociedad del conocimiento y la información, con profesionales preparados y que hacen demandas a las organizaciones, y si no son satisfechas, se llevarán su talento a otro lado.
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