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El sector > 15/03/2023

El valor añadido de la reindustrialización en los procesos de reestructuración responsable

Lucía García Callealta Directora de Reindustrialización y Revitalización Territorial de LHH

La pandemia y las diferentes crisis han demostrado que los países con mayor peso industrial son más resilientes y que es fundamental mantener y aumentar la actividad productiva en los territorios.

En los últimos años, una combinación de factores económicos, sociales y políticos a nivel nacional e internacional han provocado la pérdida de tejido productivo en España. En este escenario, la reindustrialización surge como una oportunidad para recuperar el tejido industrial y económico del país, permitiendo su mantenimiento, transformación y diversificación.

 

La reindustrialización permite aumentar el valor añadido de la producción, generar empleo de calidad, mejorar los niveles de innovación y contribuir a mejorar la balanza comercial al reducir la importación de bienes manufacturados. Estos beneficios no solo son posibles en áreas industriales en transformación, sino que son alcanzables en zonas poco industrializadas, con elevadas tasas de desempleo o con tejido industrial envejecido.

 

En el ámbito del empleo los beneficios son innegables. En primer lugar, por la creación de puestos de trabajo directos e indirectos de mayor estabilidad por la propia naturaleza de las inversiones industriales. De hecho, la industria ostenta las mayores ratios de estabilidad en el empleo y los mayores salarios del conjunto de los sectores económicos. En segundo lugar, por la calidad de esos empleos, que suelen requerir habilidades y conocimientos especializados. Y en tercer lugar, por las externalidades positivas que conlleva la generación de riqueza en una región. En el contexto internacional actual, España cuenta con importantes ventajas competitivas, como la ubicación estratégica, una excelente red de infraestructuras de transporte y comunicaciones una población activa formada, y un amplio tejido empresarial y auxiliar. Además, España cuenta con un importante tejido productivo en algunos sectores tractores.

 

Antecedentes

La crisis económica de los años 80 supuso un duro golpe para la industria española, que se vio afectada por la competencia de otros países y la falta de inversiones industriales. En las décadas siguientes, se produjo un proceso de desindustrialización progresiva, manifestada en forma de cierre de empresas, traslado de la producción a otros países con costes más bajos y pérdida de empleos en el sector industrial. Esto tuvo un efecto negativo en el crecimiento económico del país, su competitividad y resiliencia. La reducción del peso industrial en la economía española y la dependencia del exterior también tuvieron un impacto negativo en el empleo, en el desarrollo de un capital humano cualificado, y en la innovación.

 

Francia, un país fuertemente industrializado, reconoce desde 1994 la importancia de mantener y desarrollar el sector. Conforme a la Ley Florange, las empresas que cierran un centro de producción están obligadas a poner en marcha un plan de reindustrialización y/o revitalización, en condiciones y tiempo determinados.

 

En España no existe obligación legal de acometer este tipo de procesos vinculados a la reestructuración. Aquí, depende de la política corporativa de la compañía, de la necesidad de mantener su reputación o de su situación financiera. Sin embargo, la nueva Ley de Industria, actualmente en tramitación, reconoce la importancia de la reindustrialización y reserva a la Administración la potestad de requerirla en función del impacto socioeconómico que genere el cierre de cada centro de producción. Adelantándose a la regulación, y gracias a políticas de responsabilidad cada vez más desarrolladas, muchas grandes empresas ya han apostado por un plan de reindustrialización para sus fábricas españolas que, tras decidir cesar la actividad o deslocalizar la producción, trata de paliar el impacto en el empleo directo e indirecto y en la economía local.

 

Retos de la reindustrialización

Sin embargo, la reindustrialización también plantea desafíos importantes. No es un tema menor la necesidad de una inversión significativa y recurrente en infraestructuras, tecnología y formación. Por eso, es fundamental que exista un marco regulatorio estable y predecible que estimule dicha inversión, así como políticas industriales que acompañen y fomenten la innovación.

 

Pese a la ausencia de una regulación específica, en las dos últimas décadas España ha experimentado cambios significativos en su economía, y la reindustrialización se ha convertido en una prioridad para el país. En 2014, el Gobierno lanzó el Plan Nacional de Reindustrialización, que tiene como objetivo aumentar la participación de la industria en el PIB español del 14 % al 20 % para 2020.

 

Recientemente, la Estrategia de Política Industrial 2030 ha fijado como objetivo fomentar el crecimiento y la competitividad de la industria española a través de la digitalización, la sostenibilidad, la innovación y la internacionalización. Por último, el ya citado borrador de la nueva Ley de Industria incluye medidas en esta línea, apostando por la reindustrialización en territorios afectados por la pérdida de tejido industrial o la despoblación.

 

La importancia del sector industrial se refleja también en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia puesto en marcha como respuesta a la crisis generada por el Covid-19. Este otorga un peso fundamental a la recuperación, desarrollo y modernización de la industria, dedicando 3.700 millones de euros en ayudas directas y más de 18.000 millones de euros en créditos encaminados a reforzar sectores clave en nuestra economía, así como a impulsar la transformación digital, el aumento del tamaño de las empresas y la mejora de la eficiencia.

 

Casos de éxito de LHH

En el momento en el que una empresa se enfrenta a un periodo de reestructuración, algo que ocurre antes o después en todo tipo de organizaciones, el compromiso social motiva un enfoque positivo en búsqueda del menor impacto social y económico sobre el territorio. Los procesos de reindustrialización no son sencillos y la buena voluntad de la empresa no es suficiente para culminarlos con éxito. Evitar el cierre de la planta industrial, mantener la actividad industrial en el territorio, mantener o mejorar el empleo directo, o minorar el impacto sobre el empleo indirecto e inducido son temas lo suficientemente importantes como para abordar este tipo de proyectos con la ayuda de equipos especializados. Por eso, en LHH, hemos colaborado en los últimos años con numerosas compañías que han decidido acometer este tipo de proyectos. Algunas han sido ARDO Foods, Siemens- Gamesa, Danone, Endesa, TE Connectivity, Vesuvius, Valeo, Vestas o Mahle. Pero no se trata tan solo de minimizar impactos negativos –o de generarlos positivos, si es que es posible–. Para que este tipo de proyectos se convierta en una realidad, es necesario que haya un retorno económico para la empresa a través de la firma de diferentes tipos de acuerdos. A modo de ejemplo, pueden ser a través de la venta de las instalaciones o de la posibilidad de seguir subcontratando parte de la producción al nuevo inversor, pero esta vez de forma externalizada.

 

Energías renovables

Un caso reciente es el de Siemens-Gamesa en As Somozas (Galicia), donde la empresa tenía previsto cerrar una planta de fabricación de palas para aerogeneradores. En este caso, gracias al compromiso de la empresa con el territorio y sus trabajadores, se realizó la búsqueda e identificación de inversores que contribuyeran a la continuidad de la actividad económica e industrial y el mantenimiento y creación de empleo en el territorio.

 

Tras 18 meses de prospección y más de 8.500 empresas contactadas, en febrero de 2023 se anunció la compra de las instalaciones por parte del Grupo Amper, a través de su filial Nervión Naval Offshore. La nueva propietaria pondrá en marcha una planta de componentes de eólica marina. El proyecto supone una inversión 5,5 millones de euros y la creación de nuevos puestos de trabajo en un sector de futuro con previsión de crecimiento y estabilidad durante varias décadas.

 

Agroalimentario

En el sector agroalimentario, contamos con el ejemplo de Ardo Foods, multinacional belga que culminó su proyecto de reindustrialización en la planta de Marcilla (Navarra) en marzo de 2022. Este proyecto ofrecía una solución a la falta de competitividad que este emplazamiento venía arrastrando desde hacía varios años. El objetivo de partida era la búsqueda de nuevos inversores que dieran continuidad a la actividad desarrollada en la planta, que mantuvieran el mayor número de puestos de trabajo posible y que permitiesen a la nueva empresa desarrollar nuevas actividades industriales complementarias en las naves y terrenos disponibles.

 

Tras un proceso de diez meses, el proyecto de reindustrialización finalizó con la compraventa de las naves, los terrenos, la actividad y la subrogación total de la plantilla. El nuevo propietario es el mayor productor de hortalizas y frutas en conserva y congelados de Perú, Viru Naturally Ahead, que presentó un ambicioso plan de negocio que incluyó la ampliación a nuevas actividades que garantizaban la rentabilidad del emplazamiento.

 

Gracias al desarrollo de este proyecto de reindustrialización, se ha ofrecido una solución óptima a los más de 30 trabajadores de la fábrica. Además, Ardo Foods seguirá colaborando con Viru Naturally Ahead como proveedor del servicio logístico desde las instalaciones de Marcilla.

 

Industrial

En el sector de productos refractarios y cerámicas de uso siderúrgico, LHH ha trabajado para el grupo británico Vesuvius, que cesó su
actividad industrial en Miranda de Ebro en octubre de 2019.Tras varios meses de prospección, en mayo de 2021, Vesuvius Ibérica firmaba un acuerdo para el uso industrial de la planta por parte de la empresa malagueña Tropical Millenium, un proceso en el que colaboraron el Ayuntamiento, Miranda Empresas, FAE Miranda y la Junta de Castilla y León. En junio de ese mismo año, la fábrica reabrió sus puertas con el nombre de Tropical Miranda para desarrollar la producción, maduración, importación, exportación y distribución de frutas tropicales (aguacates, mangos o papayas), con una plantilla que, a día de hoy, supera los 50 trabajadores.

 

Estos son solamente algunos ejemplos de las empresas que, con la ayuda de LHH, han acometido procesos de transformación en los últimos años demostrando que es posible dar continuidad y modernizar la actividad industrial cuando es necesario acometer procesos de reestructuración. Pese a lo que se pueda llegar a pensar, los proyectos de reindustrialización son viables en todo tipo de territorios, como demuestran los éxitos que LHH ha obtenido en plantas como Danone, en Salas (Asturias); TE Connectivity, en Montcada i Reixac (Barcelona); Endesa, en Carboneras (Almería); Vesuvius, en Langreo (Asturias); Mahle, en Vilanova i la Geltrù (Barcelona); Siemens Gamesa, en Cuenca, o Vestas, en Lugo.

 

La clave del éxito en este tipo de proyectos radica esencialmente en un compromiso de la empresa, una implicación efectiva de los agentes sociales y las AAPP, y en el apoyo de un equipo externo especializado y con experiencia.

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