Diría que todo… Las personas no son lo más importante de una empresa, las personas son la empresa. Todo lo demás se puede subcontratar y copiar, las personas hacen y consiguen todo en cualquier negocio, así que tienen todo el peso.
El principal desafío que tenemos, en mi opinión, es humanizar las organizaciones. Somos unos novatos en la organización: si nos remontáramos a la historia de la humanidad e hiciéramos el equivalente a 24 horas, empezamos a organizarnos y trabajar en empresas hace quizá un minuto… Por ahora, nos hemos hecho una composición un poco extraña, como si las organizaciones fueran puramente racionales, serias, estresantes, burocráticas y las personas tuvieran que ser controladas porque de lo contrario no harían su trabajo. Pero las personas no somos así (por lo menos, la mayoría), tenemos otras dimensiones emocionales, físicas, espirituales, nos gusta divertirnos, apasionarnos, hacer bien nuestro trabajo, contribuir a algo superior a nosotros, ganar. Conectar las organizaciones a esta naturaleza y anhelos humanos es nuestro gran reto, y liberaría el infinito y sorprendente talento que tienen todas las personas permitiéndonos conseguir unos resultados que ni imaginamos.
En primer lugar, habría que desterrar de una vez la expresión “Recursos Humanos”. ¡Las personas no son recursos, son personas! Pero dicho esto, es un papel fundamental: el de ser el catalizador de este cambio de paradigma, inspirar a las personas que trabajan en una organización, hacerles sentir que pertenecen a un colectivo y que trabajan en un ambiente sano, donde pueden desarrollarse y crecer como profesionales y personas si se comprometen de verdad con el proyecto; donde pueden disfrutar apasionadamente de esa (como mínimo) mitad de nuestra vida que pasamos despiertos, que hoy para tantas personas solo se sufre o, como mucho, se va pasando sin pena ni gloria.
Un equipo de personas, casi una familia (no quiero sonar cursi, pero esta es la sensación que muchos tenemos, puesto que estamos a gusto y nos importan las personas que tenemos a nuestro alrededor), que trabaja duro, con orgullo y pasión, para conseguir unos objetivos y un éxito que a todos nos hace sentir orgullosos. ¿Todas y cada una de las personas? Sería muy pretencioso por mi parte asegurar que sí, pero creo sinceramente que la mayoría de ellas.
Tenemos unos valores muy bien definidos desde hace años que usamos y repetimos hasta la saciedad, que integramos en todos nuestros procesos y reuniones, que intentamos que formen nuestro ADN. Para recordarlos más fácilmente, usamos un acrónimo de la palabra URIACH (unity, resonance, intensity, ambition, confidence, history). Contienen y nos recuerdan constantemente las actitudes y formas de actuar que todos queremos tener cada día: espíritu de equipo, generosidad, confianza, optimismo, pasión, cumplimiento, transparencia, innovación, ganar consiguiendo resultados…
Hoy en día creo que “estable” es un sinónimo de “muerto o casi”… Nos hemos transformado profundamente en los últimos años, pero seguimos haciéndolo día a día, y así seguiremos. Una empresa solo puede perdurar más de 180 años como Uriach si se adapta y reinventa constantemente (ya lo decía Darwin: no perdura la especie más fuerte sino la que mejor y más rápidamente se adapta a los cambios del entorno), y se enfoca a lo que nunca cambia: la importancia de las personas.
A veces sí, pero no diría que sucede siempre. Damos mucha más importancia a la persona que al currículum, y hay muchas personas buenas (y buenas personas, ¡que es igual o más importante!) por ahí…
Esa es una de las muchas leyendas urbanas que nos hemos creído y, en mi opinión, son tonterías. Esa teoría de que el talento es escaso y, por tanto, hay que localizarlo, atraerlo y retenerlo… El talento es infinito, todas las organizaciones tienen una reserva infinita de talento porque solo usan una pequeña parte del talento de las personas que colaboran en ellas. Por tanto, no hay que enfocarse a la guerra sino al desarrollo del talento: construir un entorno que libere y haga explotar el infinito talento que tenemos escondido.
No especialmente. Diversidad es la palabra clave: de género, de experiencia, de background… y también de edad. La mezcla o el equilibrio de juventud y experiencia es fundamental.
Como decía antes, me gustaría pensar que sí, y creo que no me equivoco al decir que lo están.
Vital. Si uno quiere llegar a la luna, debe tener astronautas: personas apasionadas por lo que hacen, profesionales y bien formadas, autónomas y proactivas (en el espacio hay que espabilarse solo…), que formen parte de la solución y no del problema…
Como decía antes, es muy importante, y debo reconocer que en nuestro caso la buscamos, pero no estamos aún donde nos gustaría; es una asignatura pendiente que estamos intentando solucionar.
A estas alturas, está más que demostrado que los entornos de trabajo enfermos, con presión, estrés negativo, aburridos… coartan la creatividad, la autonomía, los resultados. Es fundamental que las personas trabajen en entornos sanos, divertidos, apasionantes, confortables. Lo que no significa que no trabajen mucho, que no haya retos y que no se consigan resultados extraordinarios. De hecho, todo esto ocurre, precisamente, en este tipo de entornos sanos y de bienestar.
Como dice el chiste, que no me pida mi reloj para decirme la hora… Es decir, que nos aporte conocimiento, prácticas, ideas que no tenemos, que nos haga crecer más, que nos acompañe en nuestro camino adaptándose a nuestras necesidades reales, conociéndonos de verdad.
Por decir una, la que llamamos “Trabajando en mis sueños”, con la que intentamos ayudar a personas a conocerse mejor (que es la base de todo), definir sus sueños profesionales y personales, e intentar hacer cosas desde la empresa para cumplirlos o acercarse más a ellos, para que quede claro que no solo nos enfocamos a lo que cada persona puede hacer por nosotros, sino también qué podemos hacer nosotros por ellas.
Creo que en las respuestas anteriores se encuentran todos los elementos para contestar: habrá que cambiar la forma en que gestionamos a las personas, humanizando los entornos de trabajo, liberando talento, integrando a las personas en los éxitos de las compañías. Esto supondrá un gran esfuerzo y un profundo cambio, que requerirá personas atrevidas, valientes, innovadoras, pero que nos dará resultados que ni imaginamos y enormes satisfacciones personales.
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