En España, 1 de cada 4 familias tiene en su núcleo un mayor dependiente al que cuidar. Esta situación afecta sobre todo a las mujeres, que son las principales responsables de su cuidado en un 84%. Debido a ello, entre otros problemas, son las que protagonizan las cifras más altas de abandono laboral o bien se ven obligadas a reducir su jornada, sobre todo a partir de los 45 años.
En este sentido, la conciliación laboral juega un papel esencial. De hecho, se estima que 7 de cada 10 mujeres preferirían aceptar un empleo que les asegurara un mejor horario, tuviera jornada reducida y aplicara medidas o convenios para el cuidado de personas mayores. Y es que, en la actualidad, solo un 15% de ellas cuenta con corresponsabilidad en esta labor.
“Consciente de esta situación, en la que mujeres que superan los 45 años tienen que cuidar a hijos y padres al mismo tiempo que trabajan, vi imprescindible crear un servicio que les diera apoyo directo en su figura de cuidadoras responsables. A esa edad están en el culmen de su carrera profesional y estas obligaciones provocan que la dejen desatendida total o parcialmente o la releguen a un segundo plano”, explica María Leal, directora y fundadora de Plennio.
Además de afectar en su trayectoria profesional, las mujeres que se encargan del cuidado de personas mayores experimentan otras consecuencias personales derivadas de esta responsabilidad.
· Salud mental y física. El no tener tiempo para compatibilizar la vida personal y laboral con el cuidado de los mayores genera estrés, ansiedad, depresión, fatiga crónica, problemas de sueño, etc. Una situación que, si bien se observa a nivel mental, también repercute en el aspecto físico, pues aumenta la probabilidad de sufrir diabetes, enfermedades cardíacas y otros trastornos.
· Problemas financieros. La responsabilidad del cuidado va más allá del tiempo o los esfuerzos físicos, pues también repercute en la economía personal y familiar del responsable. Los costes del cuidado suponen un problema si el mayor requiere atenciones especiales, si la mujer ha tenido que abandonar o reducir su jornada laboral o si las ayudas públicas no son suficiente.
· Aislamiento social. Ser el principal responsable del cuidado de una persona dependiente puede causar roces familiares por conflictos o desacuerdos entre los miembros o bien frustración personal por falta de tiempo para el autocuidado. Esto lleva, sobre todo a las mujeres, a remitir a un segundo plano su vida social.
“Por todo esto, desde nuestra fundación, en Plennio damos prioridad a una plantilla formada por mujeres de entre 40 y 45 años, precisamente con el objetivo de cubrir esa franja de edad que suele ser la más afectada por esta situación. Sobre todo, porque volver al mercado laboral cuando, por diversos motivos, se ha tenido que abandonar es un verdadero reto”, concluye María Leal.
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