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Liderar mediante el ejemplo

El buen ejemplo es esencial para que nuestro desarrollo como personas sea sano y equilibrado. ¿Por qué? Porquela imitación tiene una enorme influencia sobre nuestra conducta y aprendizaje a lo largo de la vida. De tal forma que si queremos construir una sociedad mejor para todos, tendremos que cultivar, difundir y practicar los valores que sostienen la ejemplaridad (altruismo, honestidad, humildad, etc.) y evitar los que la destruyen (egoísmo, deshonestidad, soberbia, etc.). Como explico en el libro “El Círculo Mágico del Liderazgo”:

“Desde pequeños, necesitamos modelos a seguir en un mundo al que llegamos con un cerebro sin referencias externas. Por eso, es tan importante el comportamiento del núcleo más cercano al niño y los modelos que se escogen como referencia, ya que está en juego su personalidad y lo que será en la edad adulta. Basta con ver cómo se comporta un grupo de niños practicando deporte para darse cuenta de la importancia que los ejemplos externos tienen sobre su conducta. Cada uno quiere ser como el jugador con el que más se identifica.

Cuando llegamos a la edad adulta, las referencias externas siguen siendo relevantes. En este caso, necesitamos que las personas que lideran los diferentes ámbitos de la sociedad (política, empresa, asociaciones civiles, etc.), transmitan valores positivos mediante el ejemplo. También que actúen de acuerdo con unos principios que creamos justos y que beneficien al conjunto” (1).

Sin embargo, el mal ejemplo está muy presente en nuestras vidas. En este sentido, podemos encontrar personas que dirigen equipos siendo un ejemplo negativo aunque no sean conscientes de ello, simplemente entienden que motivar a los demás va de reñir, hablar mal o culpar. Otro grupo está formado por individuos que ponen sus intereses por delante de los del colectivo. En este caso, no pretenden hacer daño a nadie de forma directa aunque lo hagan de forma indirecta, sencillamente hacen lo que creen oportuno para beneficiarse de su posición de liderazgo sin reflexionar sobre el perjuicio que puedan ocasionar al equipo. Por último, existe el grupo de aquellos que hablan de las bondades humanas y exigen conductas ejemplares a los demás mientras ellos hacen el mal basándose en la mentira, el engaño y la inmoralidad.

Siempre he pensado que la mejor forma de ser un buen ejemplo, no es criticando a los que se comportan con deshonestidad mientras nos quedamos con los brazos cruzados, sino actuando con convencimiento y determinación para difundir la ejemplaridad positiva. Para lo cual deberemos tener muy presente los siguientes principios:

1 – El mensaje que se comunica mediante la palabra yel cómo nos comportamos, tienen que reforzarse mutuamente y transmitir valores sanos y positivos. De nada sirve intentar difundir las cualidades humanas más nobles cuando se habla, si las acciones muestran a un individuo que no es digno de confianza.

2 – Mediante una actitud decidida y entusiasta, el líder debe demostrar que su intención es conseguir resultados positivos para el equipo y superar las adversidades. Esta actitud también sirve para demostrar su nivel de compromiso e implicación con el equipo.

3 – El líder ejemplar tiene que sacrificarse por los demás y asumir sus responsabilidades a pesar de las consecuencias. Descargar sobre el equipo los malos resultados es una tentación poderosa que únicamente el líder comprometido y convencido es capaz de superar.

4 – El buen líder también debe mostrar su cercanía con el equipo expresando sus emociones, inquietudes y certezas. Demostrar que no se tiene miedo a decir lo que se piensa o siente, es un signo de fortaleza interior que suele inspirar a los demás a comportarse con naturalidad.

5 – Liderar siendo un buen ejemplo significa entender que el liderazgo no es un fin en sí mismo que únicamente puede proporcionar ventajas personales, sino que es un medio para mejorar a los demás y preparar al equipo para lograr sus objetivos. Sin duda, el líder puede beneficiarse de su labor pero no como una meta que se busca de inicio, sino como un resultado del trabajo bien hecho.

En definitiva, la ejemplaridad implica superar las tentaciones asociadas al mal ejemplo y trabajar con determinación para ser una fuente de inspiración. Conseguir este objetivo no es fácil ya que requiere esfuerzos y sacrificios. No obstante, la recompensa es inmensa ya que nos hace personas dignas de confianza y respeto, bases necesarias para influir positivamente.

Notas:

(1) Referencia extraída del libro escrito por Diego Peña: “El Círculo Mágico del Liderazgo. Cómo liderar personas con valor y entusiasmo”.

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