Personas y organizaciones líquidas, elementos claves para la productividad en la era digital

Andrés Raya, director académico del Área Custom Partners de ESADE, habla en un artículo publicado por el diario El Mundo del importante peso que siguen teniendo las personas en las organizaciones, a pesar de la inversión tecnológica están realizando muchas empresas pertenecientes a diversos sectores. De este modo, según detalla, “los empleados trabajan más horas y la producción aumenta”, aunque también hace hincapié en uno de los retos que tienen ante sí los líderes y responsables de recursos humanos: la productividad, que entendida como la producción por hora trabajada, “no termina de crecer”, pese a haberse ya introducido tecnología suficiente como para ver resultados en este sentido.

Aunque ya existen metodologías de trabajo basadas en Agile y Scrum que buscan elevar la agilidad y eficiencia con la que desempeñan su función los profesionales y mejorar los tiempos y la calidad de los resultados que presentan, y aunque las habilidades tecnológicas y digitales han incrementado su importancia en muchos procesos de selección de talento, para Raya la clave del éxito empresarial sigue estando en las personas, que vuelven a estar en el centro de la ecuación. Esto explicaría por qué muchas organizaciones tienen entre sus prioridades la gestión del talento, con el fin de incentivar su atracción y reducir su fuga.

“Las tecnologías digitales aún no han mejorado realmente nuestra productividad. Así pues, y tras la adquisición y la selección de las herramientas tecnológicas necesarias, las empresas se ven obligadas a mejorar la experiencia del empleado, si quieren constituirse en un elemento diferencial en la economía de la creatividad en la que vivimos. Es en este contexto donde se juega la carrera del talento”, explica al diario El Mundo el experto.

En esta línea, incide en que, frente a la estabilidad y protección del empleo que las empresas proporcionaban hace años a su fuerza de trabajo, ahora se apuesta por el incremento de la satisfacción y el desarrollo de las personas, en línea con los cambios que han traído consigo las nuevas generaciones. “El objetivo es involucrar a los trabajadores en dinámicas horizontales que favorezcan su autonomía y su creatividad”, destaca Raya. “Debemos estimular y recompensar continuamente aquel talento capaz de desarrollar las ideas que posteriormente se pondrán en producción”, añade en el artículo.

Para ello, describe la función de las áreas responsables de la gestión de personas de vital, especialmente a la hora de buscar y retener al talento que la compañía necesita, poniendo el foco en la importancia de contar con profesionales con habilidades sociales como “la empatía, la comunicación, la creatividad, la escucha, la lectura, la escritura, la influencia y el trabajo en equipo”. También cita el fomento de la formación como un elemento clave para el desarrollo del talento, teniendo en cuenta que dicho aprendizaje debe estar alineado con los valores corporativos y tener un “enfoque hacker, intuitivo, creativo y sin restricciones”.

Por otro lado, sitúa a los beneficios sociales y los intrínsecos de realizar una tarea específica o alcanzar un objetivo concreto” como la llave para la motivación laboral. En este sentido, para maximizar dichos beneficios intrínsecos aconseja a las compañías “proporcionar a las personas con talento la posibilidad de participar en diferentes tipos de actividades”, mientras que, para mejorar los sociales, recomienda “propiciar situaciones de trabajo en equipo”. Y es que, según asegura a El Mundo, “las relaciones son otra de las claves de la gestión del presente y el futuro, y, por eso, los espacios de las empresas están evolucionando a nuevos conceptos”, introduciendo zonas de coworking, o huddle rooms, espacios dedicados a reuniones breves e improvisadas, en las oficinas y favoreciendo la movilidad del talento y el smart working.

“Ofrecer a las personas flexibilidad y autonomía en la elección de los espacios, los horarios y las herramientas que pueden utilizar, permite aumentar su responsabilidad en la consecución de los resultados, y así se potencian las habilidades empresariales de cada empleado”, explica. Junto a ello, argumenta que “el trabajo ágil permite a las organizaciones adoptar nuevos modelos que reducen gastos y aumentan la productividad”, mientras que para los trabajadores, “es una oportunidad para ganar espacios de confianza y una mejora en el equilibrio entre trabajo y vida privada”.

Finalmente, Raya habla de la importancia del papel del liderazgo, cuya tarea ya no es ser el mejor del equipo, sino “identificar y saber comunicar el objetivo que hay que alcanzar y animarlo”. Por su parte, los profesionales que dirige tienen ahora como meta superar los retos planteados, “eligiendo de manera autónoma las mejores herramientas para conseguirlo”.

“El management moderno tiene que crear un contexto en el cual todos los empleados sean autónomos -lo que no significa falta de restricciones y de limitaciones- y donde la cultura corporativa se viva y se alinee con las creencias de cada uno. A todo esto debería sumarse un tercer pilar: el coaching”, concluye.