Revista digital
TRIBUNA
abril 2021

La Formación Presencial como Tendencia

Ernesto Sisto,
Gerente de Adecco Learning & Consulting zona Sur

 
Ernesto SistoDesde hace algún tiempo, en lo referente a modelos de capacitación laboral, y en otros muchos aspectos, están apareciendo gran cantidad informes, estudios u opiniones poniendo el foco en las tendencias sobre los nuevos modelos y herramientas que facilitarán el aprendizaje de los empleados en el futuro, quizá en un intento, muchas veces en vano, de predecir lo que inexorablemente nos espera. En este tsunami de información existe un denominador común, el enorme protagonismo que tienen los elementos tecnológicos en las estructuras metodológicas de cualquier programa de capacitación. Incluso, en muchos casos, observamos que muchas de estas tendencias rápidamente dejan de serlo ya que cada vez más las encontramos presentes en muchas líneas de actuación dentro de la formación y el desarrollo, tales como la Realidad Virtual o la Realidad Aumentada.
Es obvio que la situación que estamos atravesando ha propiciado una aceleración, a un ritmo vertiginoso, respecto a lo que se preveía que iba a suceder en cinco o siete años en lo concerniente a la incorporación de elementos tecnológicos dentro de las metodologías de aprendizaje. La formación virtual, con todo lo que conlleva en la actualidad, y todo lo que sin duda queda por venir en un futuro muy próximo, crece y se afianza como un pilar fundamental que sostiene el ecosistema de aprendizaje de la empresa. Ahora bien, no debemos olvidar que esta formación virtual ha convivido, y sigue conviviendo pese a todo, con la metodología presencial desde hace más de dos décadas.


Nos situamos, por tanto, ante un entorno en el que nos encontramos fácilmente con una gran diversidad de medios que podemos utilizar a la hora de crear un esquema metodológico idóneo para que se produzca de forma eficaz un aprendizaje por parte del trabajador. Esto se producirá si tenemos en cuenta una serie de consideraciones.


En primer lugar, un establecimiento claro del objetivo del programa formativo. Fijemos la finalidad del mismo:
  • Formar para ampliar el conocimiento

  • Desarrollar las habilidades

  • Modificar y/o reforzar conductas

  • Sensibilizar


Obviamente, todos estos objetivos generales pueden combinarse, sin embargo y, en cualquier caso, la propia concreción del objetivo nos dará una primera visión sobre qué recursos metodológicos podemos utilizar.


En segundo orden de cosas, la creación de un esquema metodológico coherente con la finalidad del programa, con el perfil del trabajador y con la situación o características de la empresa. La concepción metodológica debe consistir en una correcta combinación de distintos recursos de aprendizaje, los cuales se van dosificando en un determinado periodo de tiempo.


Desde esta perspectiva, todos los recursos de aprendizaje que se puedan utilizar se encuentran en un mismo nivel dentro de un esquema metodológico, ya sea una lectura, un vídeo, una sesión presencial, una píldora e-learning o una jornada experiencial y, por tanto, todos ellos tienen la misma importancia en el proceso de aprendizaje del individuo, ya que cada uno tiene una función. No obstante, si bien es cierto que todos los recursos de aprendizaje tienen el mismo nivel de importancia, también lo es el hecho de que cada uno de ellos tiene un impacto distinto, el cual a su vez producirá un efecto memorable más o menos perdurable, según el impacto del mismo. Así pues, a mayor impacto, mayor efecto memorable.


Dicho esto, podríamos resumir una concepción metodológica eficaz en tres puntos:
  • La combinación de recursos de aprendizaje forma el esquema metodológico de un programa de formación.

  • A mayor impacto de un recurso, mayor efecto memorable provocado en un participante.

  • Es necesario que la persona asocie el recuerdo que le ha provocado un determinado recurso de aprendizaje con los contenidos propios del programa formativo. De esta forma habremos incidido sobre su nivel de conocimiento, sobre sus habilidades o sobre su conducta.



Sin ningún lugar a dudas, podemos afirmar que la presencialidad en la formación no sólo va a seguir perdurando, sino que también va a experimentar un mayor afianzamiento en las estructuras metodológicas. Estamos ante una oportunidad única para que esta metodología, la del profesor exponiendo y alumnos prestando atención, evolucione y se adapte definitivamente, ya que quizá sea la metodología que menos ha evolucionado desde su aparición.


¿Estamos en disposición de afirmar que la formación presencial es hoy en día una tendencia a futuro? Para que esto ocurra tendrían que darse algunas variables, tales como:
  • La incorporación de tecnología en sala, no solo en lo concerniente a los elementos audiovisuales, que ya se incorporaron hace tiempo, sino más bien a las herramientas que utilizamos en la formación virtual. ¿Por qué no combinar herramientas e-learning, tradicionalmente asíncronas, con la formación presencial? Hoy en día, esto es posible gracias a la enorme accesibilidad que ofrecen las herramientas digitales utilizadas en la metodología e-learning.


  • La creación de espacios para que la “comunicación informal” fluya adecuadamente. Todos recordamos, casi con añoranza, esas conversaciones con los compañeros en los descansos de los cursos, los debates que se daban en el aula, las recomendaciones a modo de best practices, los lazos que creabas incluso llegando a verdaderas relaciones de amistad, el conocimiento que podías tener acerca de tus compañeros más allá de lo estrictamente laboral. Es nuestro deber adquirir conciencia de este factor a la hora de montar una formación presencial, sea de la índole que sea, favoreciendo e impulsando este tipo de espacios.


  • Cuando creamos un itinerario formativo o una formación aislada, sea de la metodología que sea, lo que en esencia estamos haciendo es “abrir un canal de comunicación” con el empleado. Así pues, aprovechemos dicha situación para incorporar elementos que no sólo tengan el objetivo de “formar o explicar”, ya que este mismo canal de comunicación permite conectar otros objetivos, como el de “sensibilizar o concienciar” sobre algún mensaje corporativo o estratégico que desde la Dirección General de la empresa queramos lanzar.


Para finalizar, una última reflexión atendiendo a la situación actual de pandemia, llevamos un año sin formaciones presenciales, previsiblemente éstas no volverán a realizarse hasta que no pase un año más, aunque ya son muchas empresas las que están volviendo a convocarlas, siempre desde la cautela. Esto significa que, en muchos casos, desde la perspectiva del trabajador, cuando reciba la próxima convocatoria para que asista a una formación presencial, habrán transcurrido al menos dos años desde la última vez. Esta formación tendrá un efecto memorable brutal, pues permanecerá en su recuerdo como la primera formación tras la pandemia. Se trata de un momento que representa una oportunidad con un enorme valor. Pregúntate: ¿Cómo te gustaría que fuese recordada por tus empleados esta primera formación presencial post-covid?
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