Revista digital
TRIBUNA
marzo 2007

De médicos y consultores

Fernando Pavón,
director nacional de Adecco Training

 
Fernando Pavón¿Se imaginan ir al médico con un dolor de estómago y decirle: “Doctor, ¿me puede recetar algún medicamento que sepa a frambuesa? Es que es mi sabor favorito”. El médico diría: “¿Qué le pasa?¿Qué síntomas tiene? Necesito saber cuáles son los síntomas para realizar un diagnóstico y poder recetarle algún medicamento, independientemente de que a usted le guste el sabor a frambuesa”.
Uno de mis sobrinos cuando tenía diez años me hizo la pregunta fatídica: “Tío Fernando ¿tú en qué trabajas?”. En los segundos que tardé en responderle valoré todo tipo de posibilidades, desde contarle cualquier historia hasta simplemente decirle que trabajaba en una oficina. Al final me decidí y le dije la verdad: “Soy consultor”. Se me quedó mirando y me dijo con la naturalidad que sólo tienen los niños: “¡Ah, como el abuelo!” (mi suegro es médico pediatra). Él había relacionado dos palabras, la consulta y la consultoría, pero en su afirmación había una gran verdad.

Hace varios años, estaba sentado con uno de mis mejores clientes, el director de Formación de una gran empresa de ingeniería. Estábamos valorando juntos la propuesta de un programa de desarrollo que le acabábamos de presentar. Al acabar la exposición le pregunté: “¿Qué te parece la idea?”. Mi cliente acababa de ser padre por primera vez y me dijo: “Mi mujer y yo, cuando en pleno embarazo íbamos al ginecólogo no discutíamos sus diagnósticos ni sus tratamientos, así que si tú crees que esto va a funcionar, debemos intentarlo”.



La formación de impacto es un determinadas competencias, pero jamás debemos olvidar que la metodología es el medio, y no el fin de la formación


Estas tres anécdotas tienen algo en común. Cada día los consultores nos sentamos delante de nuestros clientes e intentamos que nos cuenten lo que les pasa, para que podamos diagnosticar soluciones más o menos creativas a sus problemas: “Tengo un problema de rotación de personal en mi departamento de Ventas” o “se ha incrementado el número de reclamaciones de mis clientes en el call center”. Nuestro trabajo es intentar identificar los síntomas, hacer un diagnóstico y proponer un tratamiento: “Déle a sus mandos intermedios tres pastillas de liderazgo cada ocho horas” o “necesita inyectar a sus operadores una dosis diaria de orientación al cliente”. Sin embargo, cada día los consultores de formación nos encontramos con más situaciones en las que nuestro cliente de toda la vida nos cuenta: “El otro día vinieron unos colegas tuyos y me propusieron hacer, para el equipo directivo de la compañía, un raid de aventura por el desierto, en el que se simula un ataque nocturno de unos ladrones que les roban los víveres para que tengan que sobrevivir… ¡¡¡Una pasada!!!”. Y entonces llega la pregunta del millón: “Y vosotros, ¿tenéis algo tan novedoso?”. Yo soy un ferviente defensor de las metodologías experienciales. Creo que la formación de impacto es un medio excelente para desarrollar determinadas competencias para determinados colectivos, pero considero que jamás debemos olvidar que la metodología es el medio y no el fin de la formación. Cada vez comparto con más compañeros esta inquietud; algunos de nuestros clientes se preocupan más por la forma que por el fondo y nos piden propuestas basadas en lo que creen que es la solución, no el problema.

“Quiero hacer un outdoor para mis jefes de departamento o vamos a llevar a nuestros directores regionales a hacer un curso de cocina… proponme algo”. Todas ellas y muchas otras son metodologías muy interesantes para desarrollar algunas competencias, tales como el trabajo en equipo, la comunicación o la negociación, pero por ello considero que lo primero que le debemos plantear al cliente es: “¿Cuál es el problema?, ¿qué síntomas hay? Déjame revisar tu estudio de clima laboral o la evaluación de competencias del colectivo, si quieres hacemos un focus group e intentamos proponer algo que realmente colabore al desarrollo competencial de tu equipo”.

La parte positiva es que los clientes obligan a las consultoras a ser cada vez más innovadoras, pero el riesgo es que apostemos sólo por la parte lúdica de la formación y olvidemos lo relevante que es el desarrollo de los profesionales que forman parte de nuestra organización. Al acabar una acción formativa no podemos, exclusivamente, revisar ansiosos las encuestas de satisfacción de los alumnos, olvidándonos del seguimiento o de la transferencia al puesto. Es importante que nuestros clientes nos digan: “Los alumnos se lo han pasado fenomenal”, pero más importante es que al cabo de seis meses podamos comprobar que la rotación o las reclamaciones están disminuyendo y que la formación ha contribuido a ello. ¿La frambuesa o el dolor de estómago?
entrevistas  |  reportajes  |  almuerzos  |  tribunas  |  noticias  |  proveedores  |  nombramientos  |  estudios  |  agenda  |  libros  |  el equipo  |  enlaces  |  mapa web

© 2007 CUSTOMMEDIA S.L. edita EQUIPOS Y TALENTO  |  Equipo de redacción  |  Contacto  |  Política de privacidad

Av. Diagonal, 463 bis 5ª planta, Barcelona 08036  Tel. 93 4195152  Fax. 93 4101755