Revista digital
TRIBUNA
enero 2021

Los desafíos en la gestión de riesgos psicosociales en 2021

Anabel Fernández,
CEO de Affor

 
Anabel FernándezHoy por hoy, nadie duda que las personas son la pieza clave de las organizaciones. Por eso, en los últimos años hemos asistido a un gran desarrollo de la prevención psicosocial, como especialidad preventiva. En Affor, ya con una década de experiencia en este ámbito, podemos decir que hemos visto cómo, poco a poco, las empresas han ido tomando cada vez más conciencia de la importancia de actuar sobre el estrés y el bienestar para mejorar la calidad de vida de los colaboradores. Preocupación, que ha aumentado durante la pandemia.
Impacto del COVID-19 en la salud psicológica

Los efectos del COVID-19 en la sociedad han ido mucho más allá de sus síntomas clínicos y de sus repercusiones sanitarias: la pandemia ha provocado un desajuste de carácter psicológico en muchas personas, sobre todo entre la población en activo, que se han visto afectadas por síntomas de ansiedad o alteraciones del sueño que influyen directamente en su salud mental, tal y como hemos recogido en el estudio ‘Impacto del COVID-19 en la salud psicológica de los trabajadores en España’ que elaboramos en 2020.

Empleados con estrés, falta de conciliación familiar, doble presencia prolongada a consecuencia del teletrabajo e incluso dificultad para socializar han sido algunas de las situaciones que han marcado el 2020 y que han provocado, cómo no, consecuencias en el estado emocional de la mayoría de ciudadanos.


El reto de las organizaciones en 2021

No tenemos certeza de cómo serán las cosas a partir de ahora, pero lo que está claro es que serán diferentes. Si algo ha quedado claro, tras esta crisis sanitaria que estamos viviendo, es que cuidar la salud mental y trabajar por la prevención de los riesgos causantes de la misma se vertebra como una necesidad social más urgente si cabe. Por eso, todas las organizaciones tienen que afrontar el gran retos de entender estas necesidades y preservar no solo la seguridad física de los trabajadores sino también su salud psicológica.

La prevención, como herramienta básica de mejorar el estado de salud emocional, se ha convertido en la mejor herramienta para mitigar el impacto del coronavirus en el entorno laboral. Especialmente en el caso de los profesionales sanitarios y de las áreas de prevención y de vigilancia de la salud, las plantillas tienen que estar preparadas para el gran desafío que aún tenemos por delante.

Invertir en salud mental es por tanto la mejor inversión que podemos hacer tanto desde las organizaciones como desde los sistemas sanitarios. La OMS viene instándonos a que tomemos acción y pongamos en marcha planes que contribuyan a disminuir el estrés, y los centros de trabajo se erigen como buenos lugares donde poner en marcha actuaciones de promoción de la salud psicológica. No es, ni mucho menos, casualidad que Naciones Unidas haya formulado como un Objetivo de Desarrollo Sostenible para 2030: el ODS 3, Salud y Bienestar de las personas.


Soluciones centradas en la persona

Ahora que todos estamos más sensibilizados con la importancia de humanizar nuestras compañías es el momento de que los prevencionistas hablemos de la psicosociología como parte de la solución, integrando:

  • Por un lado, las condiciones de trabajo que actualmente se encuentran en constante cambio y evolución: horarios de trabajo, conciliación, carga de trabajo, comunicación, estilos de liderazgo que, por supuesto, deberán ser evaluadas, con el fin de proporcionar herramientas y recursos de formación a los empleados y prevenir los riesgos psicosociales derivados de la actual situación.


    • Y por otro, cuidando los aspectos personales y de salud psicológica de nuestro equipo, a través de planes de acompañamiento y apoyo psicológico, como por ejemplo el Programa de Ayuda al Empleado (#pae) que ofrezca a los empleados una atención 24/7 de profesionales de la psicología sanitaria, y ayude a las organizaciones a crear un mapa de salud emocional de la plantilla, en tiempo real, que además sirva de termómetro de riesgo de tipo psicosocial.


    No es nuevo que las empresas tengan que reaccionar a los cambios del entorno, como tampoco es nuevo que la innovación sea una capacidad esencial para la competitividad de nuestras empresas. Lo que sí es relativamente nuevo es la velocidad a la que se deben producir estos cambios.

    El 2021 será el año de pasar a la ACCIÓN, para hacer las cosas de una forma distinta y trabajar en prevención psicosocial como un criterio de sostenibilidad empresarial.

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