Algunas reflexiones sobre el concepto de outsourcing en la empresa
Paloma García,
directora de Reclutamiento y Selección de Alta Gestión
La globalización de los mercados y tecnologías, el incremento
de la competencia, la facilidad de cambio de localización
de los procesos... han generado en las empresas la
necesidad de concentrar sus mayores esfuerzos y recursos
en las actividades “críticas” de su negocio; que serían
aquellas en las que la empresa es capaz de aportar mayor
valor y en las que es capaz de demostrar su liderazgo y
capacidad de competencia en el mercado.
Por ello, en los últimos años se ha introducido en nuestro
lenguaje profesional un nuevo término, el outsourcing, que está íntimamente ligado con la ejecución por parte de
terceros de todas las funciones no intrínsecas al negocio
de una empresa. Ya se comenta que el outsourcing es la
innovación más significativa desde la revolución industrial, además de ser una tendencia irreversible que se percibe tanto como una herramienta estratégica de las empresas que lo implantan como el mecanismo que está
permitiendo impulsar el nacimiento de nuevas empresas
dedicadas al outsourcing. Se consigue, pues, una doble
especialización: la de la empresa que contrata el servicio
porque se dedica específicamente a su actividad principal
y la de la empresa de outsourcing porque ése es su negocio.
Obviamente, las actividades que pasan a desarrollar las empresas externas son aquellas que no son estratégicas para su negocio, pero sí debemos ser conscientes de que la relación debe ser de socios y no quedar en una mera relación cliente-proveedor. Se debe alcanzar un compromiso entre ambas partes para asegurar el éxito del negocio. Todo esto lleva a que los objetivos de las empresas que contratan algún tipo de outsourcing estén orientados a la disminución de sus costes y a focalizarse en la actividad de la empresa: especializarse y ser competitivo al menor coste.
No debemos hablar solamente de una reducción de costes como ventaja teórica del outsourcing; es importante mostrar la mejora en la flexibilidad y adaptación al cliente ya que se evitan inversiones en áreas no estratégicas. Las inversiones las soporta la empresa que presta el servicio externo.
Todos somos conscientes de que el futuro será de las
empresas que adquieran e implementen el conocimiento
más rápidamente, adaptándose a un entorno en constante
cambio y que muestren superioridad en la ejecución de sus
estrategias. Por ello, las empresas se ven obligadas a concentrarse en su negocio, asumiendo los retos propios del
mismo, jugando para ganar. Es por esto por lo que surge
el outsourcing como servicio externo a las empresas. En
términos generales, es la práctica de transferir la planificación, administración y operación de ciertas funciones a una tercera parte independiente.