Revista digital
TRIBUNA
octubre 2010

El nuevo conocimiento: la tecnología a nuestro servicio

Javier del Riego,
director departamento Nuevas Tecnologías de CESI Iberia

 
Javier del RiegoSi hace quince o veinte años nos hubieran pedido que escribiéramos todos los números de teléfono que fuéramos capaces de recordar probablemente habríamos puesto en la lista al menos quince o veinte, junto con el nombre de sus respectivos propietarios. Si hoy nos hicieran la misma pregunta seguramente nos pondrían en un aprieto. Quizá recordemos dos o tres... incluso puede darse la circunstancia de que no recordemos ninguno, incluido el nuestro.

¿Es que ya no usamos el teléfono? No. Lo usamos más que nunca. ¿Es que nos relacionamos y llamamos a menos números que hace quince años? La respuesta es obvia: no. Trabajamos, manejamos de forma cotidiana entre cien y doscientos números de teléfono como algo natural. Los tenemos a nuestra disposición en la tarjeta del móvil y contamos con ello. Ya no necesitamos (ni podemos) aprendérnoslos todos de memoria y, por eso, nuestra atención y nuestro cerebro –que selecciona y ahorra más y mejor que ningún otro artilugio– se pueden dedicar a temas más interesantes.

Lo mismo nos pasaba con el álbum de fotos… cien o doscientas, mejor o peor “reveladas”, bien organizadas y guardadas con cariño en el cajón del armario o la estantería. Ahora tenemos miles…. ¿en cd? ¿en dvd? ¿en pen drive? ¿en un disco multimedia?

¿…y los correos? Los cientos o miles de correos que manejamos y que están “en algún sitio” ….

Probablemente ni somos conscientes de la cantidad de información que manejamos. En este entorno es en el que nos ha tocado vivir.

Es importante comprender que los conocimientos, habilidades y competencias que necesitamos en estas circunstancias también son diferentes de los de hace veinte años. El cambio y la evolución diaria, la aparición permanente de nuevos productos, nuevas circunstancias, cambios tecnológicos constantes, la implantación de nuevas aplicaciones informáticas –y la obligación de utilizarlas como herramienta de trabajo–, la movilidad laboral, el desempeño de nuevas funciones así como nuestro propio perfil de “cliente”, que también ha cambiado (acceso a más información, necesidades concretas, capacidad para evaluar distintas alternativas a la hora de seleccionar un producto o servicio), hacen que tengamos que estar permanentemente sobreviviendo en entornos cambiantes. Aprendiendo / conociendo cosas que probablemente no nos sirvan para nada dentro de un mes y que sería higiénicamente saludable “desaprender”, hacerlas “desaparecer” de nuestro cerebro en un plazo razonable.

Además, el tipo de conocimientos que necesitamos hoy es operativo, es decir, de inmediata utilidad práctica. Paradójicamente –y aquí radica el meollo de la cuestión–, para poder realizar estos procesos de aprendizaje y desaprendizaje de poco valor añadido, pero necesarios para nuestra supervivencia, debemos contar con un sistema conceptual sólido. En caso contrario no sabríamos priorizar, catalogar, estructurar ni desechar las ingentes cantidades de información con las que convivimos a diario.

En la Declaración de Bolonia se establece como principio básico que los resultados del aprendizaje se definen como “expresiones de lo que una persona en proceso de aprendizaje sabe, comprende y es capaz de hacer al culminar un proceso de aprendizaje” y se clasifican en tres categorías:

  • Conocimientos: teóricos y/o fácticos.
  • Destrezas: cognitivas (uso del pensamiento lógico, intuitivo y creativo) y prácticas (fundadas en la destreza manual y en el uso de métodos, materiales, herramientas e instrumentos).
  • Competencias: responsabilidad y autonomía.

Y las competencias se convierten en pieza clave del modelo. De hecho, para identificar las competencias específicas y genéricas de cada disciplina se ha contado con la opinión no sólo de los docentes sino también de las empresas –que van a contratar a los futuros profesionales– y de los estudiantes.

Aspectos como el trabajo en equipo, iniciativa, habilidades sociales, comunicación y capacidad de aprendizaje permanente son competencias consideradas claves y esenciales en la formación de cualquier profesional.

Los dos tipos de formación –la olvidable y la de base– son entonces necesarias. Y para conjugarlas no nos queda mas remedio que ser capaces de tener la tecnología a nuestro servicio y usarla de manera tan natural como la tarjeta del móvil para poder CONOCER (no aprender) y UTILIZAR la información, datos, documentación, ejercitación, prácticas, simulación, etc. que necesitemos en cada momento para desarrollar nuestro trabajo.

Para adquirir y utilizar el tipo de conocimiento “olvidable”, la formación presencial tradicional –por su propia naturaleza– no nos sirve. Los materiales formativos tradicionales tampoco nos sirven.

No podemos estar permanentemente editando y repartiendo libros, manuales y documentos que están desactualizados antes de ver la luz.

Para este modelo de consulta / adquisición/ uso de conocimientos necesitamos sistemas ágiles y herramientas flexibles que nos permitan resolver dudas, plantear inquietudes, conectar con especialistas, consultar las respuestas... Formación on line, Performance Support System, e-learning, web-learning, mobilelearning, etc.

Una de las cosas que más ha cambiado en los últimos tiempos respecto al ámbito formativo es la realidad de que, si sabemos buscar, podemos encontrar formación en la red sobre casi todas las cosas imaginables. No sólo es importante el tipo de documentación, la información o la calidad mayor o menor de los materiales formativos sino que cada vez se hace más patente que el uso de entornos “colaborativos” amigables (plataformas formativas, etc.) en los que se puedan compartir experiencias, consultar a expertos, evaluar nuestros conocimientos o recabar información es la manera más adecuada y natural de acceder a la formación.

Los que nos dedicamos a la formación desde el punto de vista profesional y teniendo esto en cuenta, podemos y debemos crear, gestionar y facilitar la existencia de estos entornos de encuentro y velar por que los contenidos, herramientas y sistemas sean de la mayor calidad posible y estar permanentemente actualizados.

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