Revista digital
TRIBUNA
febrero 2021

Coaching profesional: ¿eres consciente de su potencial?

Enrique Jurado,
CEO de Darte Human and Business School

 
Enrique JuradoLa profesión del futuro tiene nombre: coach profesional. Desde pequeñas empresas hasta deportistas de élite, CEOs de las principales multinacionales o particulares que no consiguen sus objetivos reclaman servicios de coaching. De hecho, en los últimos años, la facturación mundial del sector se ha incrementado en un 21%.
Esta importante demanda, unida a las facilidades para ejercer —no se requiere de grandes inversiones y se puede hacer desde cualquier lugar gracias a las nuevas tecnologías—, propician que la profesión de coach aparezca en los puestos de cabeza de todos los rankings de profesiones top del siglo XXI.


No obstante, esto supone un arma de doble filo, pues atrae a muchos pseudocoaches que, sin experiencia o formación alguna en la materia, se pretenden aprovechar de su auge.


Así pues, estas personas consiguen que una profesión apasionante, que en muchos casos es vocacional, acabe siendo mirada con recelo. De ahí que, antes de iniciar un proceso, sea fundamental asegurarse de que se ha contratado a un coach profesional.


¿Qué se entiende por coaching profesional?

Siguiendo la definición dada por la International Coach Federation (ICF), «el coaching profesional se fundamenta en una asociación con clientes en un proceso de acompañamiento reflexivo y creativo que les inspira a maximizar su potencial personal y profesional».


Dicho con otras palabras: se trata de un proceso personalizado de descubrimiento y gestión de los cambios necesarios para alcanzar las metas que conducen al cliente hacia su bienestar y plenitud, tanto a nivel personal como profesional.


Y es que, gracias al coaching, el cliente consigue desbloquear todo su potencial y con ello maximizar su desempeño y rendimiento. ¿Cómo?


A través de la conversación y de una serie de preguntas poderosas y desafiantes, toma conciencia y se da cuenta de su situación actual y de aquella que le gustaría alcanzar. Y con el fin de lograr ese objetivo deseado de un modo más rápido y efectivo, traza y pone en marcha un plan de acción.
En todo caso, para que un proceso de coaching se pueda considerar como profesional debe darse obligatoriamente el siguiente requisito: un acuerdo en el que se definan las responsabilidades de ambas partes.


Es decir, una alianza entre el coach y el cliente en pro de la meta marcada por éste último.


Beneficios para el cliente

Como se comentaba al principio del artículo, directivos y empleados de empresas, emprendedores, instituciones, figuras públicas, particulares a título individual… son potenciales clientes. Es más, se podría generalizar y decir que todo el mundo lo es.


No en vano, las personas buscamos entendernos a nosotras mismas, superarnos y sentirnos realizadas.


Y es que se ha extendido una idea errónea acerca de lo que es un proceso de coaching profesional: éste no solo ayuda al cliente a la consecución de objetivos y a que dé lo máximo de sí mismo.


Un proceso de este tipo va más allá: trae aparejada una profunda transformación en el cliente.


Así pues, adquiere conciencia y consciencia de cuanto le rodea, desarrolla sus capacidades y fortalezas, gana en autoconfianza, se alinea con sus valores y principios o los del equipo, obra en coherencia con sus pensamientos, se siente motivado…


En definitiva, se convierte en la mejor versión de sí mismo, quedando patente en su día a día personal y laboral.


Por no hablar de la repercusión que esta transformación tiene en el rendimiento de la empresa, pues mejora su productividad y, de forma implícita, sus ganancias.


De hecho, son muchas las firmas que, sabedoras de ello, ya han comenzado a incorporar coaches en plantilla.


¿Por qué ejercer como coach profesional?

Bien sea como parte de un equipo o como marca personal, la figura del coach profesional se encuentra muy cotizada; más aún tras la situación provocada por la COVID-19.


Pero, como se ha indicado un poco más arriba, no se abre camino cualquiera que afirme ser coach: solo aquel que ha completado un programa formativo integral en la materia —a ser posible acreditado por alguna institución, como puede ser ICF— y cuente con práctica profesional.


Esta es la única vía válida para ofrecer todas las garantías de éxito al cliente a la par que labrarse una carrera avalada por buena reputación.


Una carrera, sea dicho, muy gratificante y satisfactoria.
Y es que la posibilidad de conseguir clientes de las antípodas o de trabajar desde casa para las empresas más importantes del planeta con tan solo un ordenador y conexión a Internet la convierte en irresistible.


Algo que se torna más y más factible cuanto mayor sea la especialización del coach en un nicho determinado de mercado.


Pero, sin duda alguna, si algo convierte a esta profesión en apasionante y en una filosofía de vida es el poder ayudar a que otras personas se descubran y se desarrollen interiormente, permitiéndoles esto hacer realidad aquello que hasta entonces veían como imposible.


Así pues, el trabajo de un coach profesional supone un pequeño granito de arena que contribuye a la creación de un mundo mejor.


La buena noticia es que esta revolución tan solo acaba de comenzar y su potencial es ilimitado.


¿Te imaginas qué sociedad se encontrarán las generaciones futuras gracias a la labor de los coaches profesionales de hoy?

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