Revista digital
TRIBUNA
enero 2021

El presente y futuro de la contratación de personas

Lluís Jiménez y Juan Carlos Riba,
socios de de Agrupa Global Talent

 
Lluís Jiménez y Juan Carlos RibaEn estos momentos, estamos algo confusos en plena lucha médica y emocional contra la pandemia, pero con perspectivas algo más optimistas por una cercana vacunación. El ánimo está entre contenido, nervioso y esperanzado, con prisas y ligera ansiedad por salir de esta situación.
¿En qué fase nos encontramos?
La contratación de septiembre a diciembre se ha activado significativamente. Por un lado, estamos viendo que algunos sectores van muy bien y que siguen teniendo necesidad de talento… y por otro lado, sectores que están sufriendo muchísimo. La sociedad laboral está en estos momentos dividida entre los que tienen trabajo y todo sigue igual en cuanto a trabajo e ingresos se refiere, y los que están rozando la precariedad. Es importante que los primeros sigan gastando y consumiendo, y que la rueda no se pare, con ello poder ir “alimentando” a los más desfavorecidos. La perspectiva de futuro es buena y entendemos que podríamos tener un segundo semestre de 2021 mucho mejor (no es tan difícil) y después 2022 y 2023 serán años de reconstrucción y de generación de trabajo.

¿Qué estamos aprendiendo?
Estamos viendo que la dependencia fabril externa nos ha dejado fuera de algunas necesidades. Se está valorando seriamente la posibilidad y necesidad de fabricar en nuestro territorio todo aquello que sean bienes esenciales para no depender de otros. El exceso de dependencia de otros países en situaciones de emergencia se ha demostrado que es contraproducente y, desgraciadamente, mortífero.

Dependemos demasiado del sol y del turista que viene a consumir, y estos dos elementos se concentran demasiado en el PIB y no es bueno para la salud de nuestra economía. Hay que equilibrar fuerzas, apoyar otros sectores, dar facilidades desde la Administración para que el tejido industrial vuelva a coger relevancia, juntamente con el mundo digital, y poder así ser un país referente en nuevas tecnologías. Todos sabíamos y sabemos que tenemos un exceso de oferta en restauración, somos el país con más bares per cápita, y es cierto que se están cerrando bares y restaurantes, y este es el momento (por fuerza) para reordenar esta actividad y desmasificarlo. Diversifiquemos hacia otros ámbitos.

¿Vamos a aprender cosas?, ¿Van a cambiar hábitos y costumbres?
La respuesta es Sí y NO. Nuestro comportamiento y acto reflejo nos llevará inicialmente a querer volver a la misma situación de la que veníamos. No obstante, en nuestro subconsciente sabemos que no íbamos por el buen camino y que hemos de cambiar. El descuido del medio ambiente, el exceso de polución, la concentración en las grandes ciudades (hay que volver al campo), el exceso de egoísmo e individualismo, la insolidaridad… todo esto no era bueno y no nos conviene. Ahora hemos vivido situaciones donde ha habido mucha gente entregada a la otra, donde hemos hecho sacrificios individuales para el bien colectivo y además hemos valorado positivamente la naturaleza, esos paseos y disfrutar el aire libre, este que nos llena los pulmones y nos da energía. Suenan otros aires y hemos de ser capaces de plasmarlos en nuestro nuevo día a día. Además, hay un dato muy revelador, estamos viendo que el trabajo no presencial puede ser igualmente eficiente, por lo que se tambalean algunos prejuicios y roles jerarquizados donde el presencialismo se percibía como vital e innegociable.

¿Qué perfiles buscaremos en la etapa post pandemia? ¿Qué comportamientos hemos de potenciar?
Los perfiles personales para contratar están mutando, con la no presencialidad tendremos que aprender a definir mejor los objetivos de la gente y medirla por los resultados obtenidos, así como confiar más en ella. Por su parte, los empleados deberán asumir un rol de responsabilidad e implicación que no siempre todos han tenido implícito. Los managers deberán cambiar sus “malos hábitos” y confiar más en la gente y aprender a medir el cumplimiento de resultados, marcar el QUÉ y premiar lo conseguido y no tanto el CÓMO y el CUÁNDO. Vamos a necesitar perfiles autónomos que sepan lo que tienen que hacer o cómo buscarlo si no tienen los conocimientos, y necesitamos gente flexible que se adapte a entornos inciertos y que tenga gran capacidad de aprendizaje, por la velocidad de cambio. Por otro lado, nuestros managers deberán ser más resilientes, inspirar confianza y motivar a nuestra gente. Que sepan liderar marcando objetivos y ayudando a desarrollar a su equipo.

La denominada “zona de confort”, hay que erradicarla. Necesitaremos tener los perfiles adecuados. Algunos dicen que una empresa mala de verdad es aquella que no despide nunca a nadie; despedir puede suponer la posibilidad de salvar en el futuro muchos puestos de trabajo.

Una situación como la actual nos llevará a ser más igualitarios y aprender a valorar cosas importantes de las que nos estábamos olvidando. Adaptarnos a los cambios, ser más generosos (“cuanto más doy, más tengo”), dejar de ser tan individualistas y egoístas, compartir, reinventarse, potenciar la humildad y escuchar más. Hemos de tener el optimismo como actitud troncal frente a las cosas. Las emociones y las actitudes positivas se transmiten como los virus. Los “tristes”, los “negativistas” y los “antipáticos” tienen demasiado prestigio y a veces se les escucha demasiado.

Compartir la sonrisa y aprender a vivir con la incertidumbre y ser felices con ello, la movilidad y la variedad es una fuente de oportunidades y de desarrollo. Perseverar y buscar los sueños supone un gran paso hacia la consecución de estos. El éxito consiste en ser feliz cada día, incluso los domingos por la tarde.
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