Revista digital
TRIBUNA
agosto 2022

El emprendimiento como salida profesional

Jaime Guillot,
Chief Operations Officer de Demium

 
Jaime GuillotLos datos del paro en España hablan por sí solos y a gran volumen. Con una tasa de desempleo que roza el 13% (el 28% en menores de 25 años) son muchos los que buscan oportunidades fuera del tradicional mercado laboral, ya sea emigrando hacia otras economías más prósperas o poniendo en marcha su propio negocio o startup en España. La pandemia del COVID-19, además, ha favorecido a los negocios online, que viven una era dorada gracias a la ruptura de las barreras físicas. Emprender puede ser satisfactorio (y rentable) pero, aunque parece difícil, con una buena idea, acompañamiento adecuado y algo de suerte se puede prosperar en el mundo empresarial y dejar atrás la cola del INEM.
La historia nos enseña que las épocas de cambio como la que vivimos son las más adecuadas para emprender, ya que con los problemas surgen nuevas soluciones, y estas brindan oportunidades de negocio para quienes cuentan con visión a largo plazo y deciden abrazar ese cambio. Emprender es arriesgar, no lo olvidemos. A todos los niveles. Necesitamos mucho más que una motivación económica para arrancar una idea, la palanca debe ser el compromiso con los clientes y con el equipo, así como un sentimiento profundo de propiedad u ownership que haga que nos desvivamos por ella. Entonces, ¿cualquiera puede hacerlo? La realidad es que, aunque no todo el mundo tiene la capacidad de llevar a cabo un proyecto de emprendimiento con éxito -y de hecho, muchos fracasan-, una de las claves es, aunque parezca obvio, seguir intentándolo. Veamos algunas claves más que pueden ayudar a quienes estén pensando en esta salida laboral.


¿El emprendedor nace?

Sin duda hay una parte del emprendedor que es innata, que está impresa en sus genes, en forma de tenacidad, autoconfianza, visión empresarial… Pero aun teniendo esas cualidades, la capacidad de emprender se puede desarrollar, entrenar y enriquecer, por lo tanto, deberíamos empezar por formarnos. No son imprescindibles unos estudios universitarios específicos, pero sí son ideales unos conocimientos de gestión, emprendimiento digital o liderazgo. Todo ello se puede encontrar en másters, cursos, o se pueden adquirir con la experiencia al lanzarse con un nuevo proyecto, dentro de ecosistemas como incubadoras, aceleradoras y otros agentes de ayuda y soporte. Además de estas habilidades ‘duras’, también deberíamos fortalecer las ‘soft skills’ relacionadas con esta tarea, como desarrollar una actitud proactiva, resiliencia, tolerancia a la frustración, inteligencia emocional, y un largo etcétera., Todas ellas esenciales en el día a día de la persona emprendedora, que debe lidiar con la frustración y la incertidumbre, y continuar sin desfallecer, con la mirada puesta siempre en el largo plazo. Así pues, la gestión emocional y el desarrollo de una profunda y correcta inteligencia emocional, suele ser una de las habilidades clave, sino la que más.

Sigamos por el equipo o socios (no olvidemos que los compañeros de viaje pueden llevarte a la gloria o a la ruina). Si no contamos con uno y nuestra idea va más allá del autoempleo, puede ser interesante unirse a una incubadora con una metodología probada, un track record que aporte credibilidad y las conexiones necesarias para lanzar el proyecto e ir avanzando por las diferentes fases. La relación con los socios es tan crítica e importante, que donde más hay que cuidar las diferencias y donde más generoso se ha de ser, es cuando las cosas van bien o muy bien.

Y, por supuesto, la idea de negocio. Nuestro producto o servicio debe ser escalable, que resuelva un problema real y que encaje con tu equipo, ¡y que además ames!. Pasaremos muchas horas, sobre todo al principio, trabajando en este proyecto, incluso ‘dormiremos’ con él, así que debe ilusionarnos. La idea no lo es todo, de hecho, tiene un valor muy bajo, lo realmente importante es la capacidad de ejecución de la misma.

El tercer paso es validar esa idea con pruebas prácticas para ver si funciona y, si el resultado es positivo, proceder de lleno a captar inversión para desarrollarla y hacerla crecer. Muchos emprendedores, tal vez brillantes en su sector y con una idea ganadora, olvidan la importancia de la labor comercial y de comunicación. Sin embargo, dar a conocer nuestro negocio a todos nuestros públicos -sí, el cliente final, pero también los proveedores e inversores- es la ‘única’ manera de rentabilizarlo.

Y, finalmente, armarse de paciencia. Definitivamente emprender puede ser una magnífica solución al desempleo, por el empleo directo y el indirecto generado entre otras, pero tengamos siempre en cuenta que no es algo inmediato y que la visión debe ser a largo plazo. Por el camino podremos encontrarnos con obstáculos, y tendremos que ser resilientes para superarlos.

En cualquier caso, casi seguro que ganaremos en el proceso: aprendizaje, instinto de supervivencia, responsabilidad bien entendida, mayor flexibilidad y un ratio riesgo-recompensa mucho más alto: si sale mal habrás invertido tiempo, esfuerzo y dinero por un aprendizaje único, pero si sale bien…, tendrás una recompensa muchas veces difícil de imaginar.

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