Revista digital
TRIBUNA
junio 2016

A vueltas con el ROI de los planes de formación!

Antonio Hernández-Briz,
Business Development manager de EF Corporate Solutions

 
Un 88% de los directivos consideraría pagar más por un producto o servicio de una compañía con un alto nivel de inglés
No es nada nuevo que una de las grandes cuestiones dentro del mundo de los RRHH, y más en concreto del área de Formación es la cuantificación del retorno de la inversión (ROI) de los planes de formación empresarial. Todas las empresas, en mayor o menor medida, consideran clave la formación de sus empleados, que, por otro lado, es uno de los temas más candentes a la hora de las evaluaciones de clima laboral, calidad, etc. Hard y soft skills son parte del día a día de las áreas de Formación, aunque la coyuntura económica actual junto con la limitación de los presupuestos han hecho que se miren con lupa todas estas iniciativas y que se busque, y lo que prime por encima de todo, sea el máximo retorno de la inversión.

En 1959, Donald Kirkpatrick (1924-2014), pionero en la evaluación del impacto de los programas de formación, presentó su modelo de cuatro niveles de evaluación de acciones formativas (los conocidos “reacción”, “aprendizaje”, “comportamiento” y “resultados”), y casi 60 años después su modelo sigue vigente. Posteriormente fue Jack Phillips quien introdujo este quinto nivel del retorno de la inversión.

La problemática, que como se ha indicado no es nueva, aparece a la hora de poder medir dicho retorno de la inversión. Quizá las hard skills, como habitualmente ponen de manifiesto los distintos estudios sobre estos autores y sus modelos, puedan tener algo más de facilidad a la hora de poder medir dicho retorno por su impacto directo en el día a día de la empresa; sin embargo la cuestión se vuelve más compleja con las soft skills o en áreas más transversales, donde no solo los conocimientos sino también la satisfacción de los empleados, la cultura empresarial y el clima laboral entran en juego, y en donde el impacto no es ni mucho menos directo en el negocio de la empresa.

Dentro de los planes de formación por antonomasia en nuestro país, como son los planes de formación en idiomas, la cuestión se vuelve más caótica si cabe. Como el resto de soft skills, el plan de formación en idiomas tiene unas características peculiares, puesto que, por un lado, los idiomas son algo aprovechable en todos los sectores e industrias y, por otro, también son extrapolables tanto a la carrera profesional del empleado (ya que pueden ser aprovechados por el empleado fuera de su actual empresa que le está formando) como al ámbito de su vida privada, por lo que suelen ser acciones que son como la “piedra en el zapato” para todas las empresas, y el retorno de su inversión puede resultar muy difícil de medir, ya que aparte entran en juego otros factores como la política de formación en idiomas (por ejemplo, si es algo estratégico para la empresa o simplemente un beneficio social para los empleados, etc.).

Así pues, dentro de la inmensa dificultad que supone responder a preguntas como: “¿Cuán importante es el inglés en una empresa? o ¿qué puede suponer el inglés para mi negocio en términos reales?”, un reciente estudio, realizado en por Redshift Research a instancia de EF, intenta arrojar luz sobre estas cuestiones para saber cuánto, en términos financieros, importa a las empresas que sus trabajadores tengan un buen nivel de inglés. El estudio, realizado a más de 500 directivos de grandes empresas de distintos sectores y diez países distintos, arroja las siguientes contundentes conclusiones:

• El nivel de inglés afecta a los ingresos por ventas. Un 88% de los directivos consideraría pagar más (un 16% más de promedio) por un producto o servicio de una compañía
con un alto nivel de inglés.

• Los trabajadores con un dominio del inglés aportan de media 128.000 dólares adicionales de valor a sus compañías, en términos de subida de ventas y reducción de costes.

• El dominio del inglés podría generar un 31% más de crecimiento para un negocio durante un período de cinco años.

• Un 60% de los encuestados reconoció haber perdido alguna oportunidad debido a un pobre dominio del idioma.

Parámetros como los analizados en este estudio ayudan a esclarecer este difuso concepto del retorno de la inversión, aportando valores económicos cuantificables en distintos aspectos (aumento de ventas, reducción de costes, crecimiento del negocio, etc.) que pueden ayudar a las empresas a una mejor toma de decisiones a la hora de afrontar los planes de formación que vayan a generar un mayor impacto en sus negocios.
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