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TRIBUNA
mayo 2011
La nueva economía y el directivo 2.0
Mariano Ballesteros,
director de RRHH y Asesoría Jurídica de Europcar
La situación económica actual ha obligado a muchas empresas a reinventarse. La innovación, la búsqueda de nuevos modelos de negocio y la optimización de las estructuras empresariales se han convertido en la única vía para superar la crisis actual.Pero esta transformación representa solo una pequeña parte del cambio que las empresas deberán afrontar en los próximos años. Contar con una plantilla productiva, obtener los resultados financieros necesarios para seguir adelante con éxito y ser competitivo no será fácil si no prestamos atención a nuestras políticas de RR.HH.
Para que una plantilla sea productiva debe sentirse incentivada, lo que implica el desarrollo en toda la organización de un mapa de gestión y atracción del talento, capaz de medir lo más objetivamente posible el esfuerzo de cada uno de sus trabajadores.
Lo mismo ocurre cuando repasamos el resto de los retos subrayados anteriormente: si queremos ser competitivos deberemos invertir en innovación y fomentar la capacidad creativa de los miembros que componen la compañía y si deseamos tener buenos resultados económicos, lo primero que tendremos que hacer es proporcionar un servicio o producto que sea capaz de destacar sobre el resto de la oferta del mercado.
Hay empresas que ya han puesto en marcha estas medidas y no están obteniendo los resultados esperados. ¿Qué es lo que falla entonces? En la mayoría de los casos, el problema es que no han pasado a la fase definitiva: la del liderazgo 2.0.
Un líder para el cambio
Mientras las empresas sigan teniendo en su cúpula directiva a líderes que ponen patas arriba su organización sin enfrentarse a la realidad de que el cambio debe partir, en primer lugar, de su propia figura, todas las restructuraciones serán infructuosas.
El directivo 2.0 es el que necesitan nuestras empresas. Un líder con una gran predisposición al cambio que tenga la suficiente humildad como para aprender de las personas de las que se rodea. Son necesarias personas valientes que no quieran imponer su voluntad a través del poder, sino que generen un ambiente participativo y colaboracionista en sus plantillas.
Las tecnologías de la información son las herramientas de las que este tipo de líderes se valen para generar una corriente de comunicación bidireccional en sus empresas. El líder deberá tener el criterio necesario para gestionar correctamente estos flujos de información con trasparencia, pero también tendrá que estar abierto al diálogo y la confrontación, ya que en un entorno donde prima la comunicación bidireccional, los feedbacks no tienen por qué ser siempre buenos.
Ser un directivo 2.0 no consiste únicamente en utilizar dentro de la organización herramientas como Twitter, Facebook o YouTube, lo más importante es ser humilde, saber afrontar las críticas con una sonrisa y aceptarlas como lo que son: puntos de vista diferentes al nuestro que pueden ayudarnos a aprender y ver las cosas de un modo distinto e innovador.
Así, el concepto de jerarquía que hasta ahora todos conocíamos se modifica drásticamente y lo importante pasa a ser la confianza en que cada miembro de nuestro organización está aportando algo al desarrollo y éxito de la misma.
De este modo, nos damos cuenta de que el concepto directivo 2.0 aparece ligado al movimiento tecnológico, pero lo trasciende y va mucho más allá, involucrando a todo lo que es la persona en sí misma, su manera de relacionarse con la sociedad que le rodea y de intercambiar con otros sus conocimientos, ideas y experiencias.
En España, contamos con una fuerte resistencia al cambio y no será fácil dar este paso hacia delante, pero tarde o temprano las organizaciones de nuestro país vivirán esta transformación. El cuándo y el cómo dependerá, en buena medida, de las políticas de Recursos Humanos que las empresas desarrollen y de los directivos de los que esas políticas dependen.
Para que una plantilla sea productiva debe sentirse incentivada, lo que implica el desarrollo en toda la organización de un mapa de gestión y atracción del talento, capaz de medir lo más objetivamente posible el esfuerzo de cada uno de sus trabajadores.
Lo mismo ocurre cuando repasamos el resto de los retos subrayados anteriormente: si queremos ser competitivos deberemos invertir en innovación y fomentar la capacidad creativa de los miembros que componen la compañía y si deseamos tener buenos resultados económicos, lo primero que tendremos que hacer es proporcionar un servicio o producto que sea capaz de destacar sobre el resto de la oferta del mercado.
Hay empresas que ya han puesto en marcha estas medidas y no están obteniendo los resultados esperados. ¿Qué es lo que falla entonces? En la mayoría de los casos, el problema es que no han pasado a la fase definitiva: la del liderazgo 2.0.
Un líder para el cambio
Mientras las empresas sigan teniendo en su cúpula directiva a líderes que ponen patas arriba su organización sin enfrentarse a la realidad de que el cambio debe partir, en primer lugar, de su propia figura, todas las restructuraciones serán infructuosas.
El directivo 2.0 es el que necesitan nuestras empresas. Un líder con una gran predisposición al cambio que tenga la suficiente humildad como para aprender de las personas de las que se rodea. Son necesarias personas valientes que no quieran imponer su voluntad a través del poder, sino que generen un ambiente participativo y colaboracionista en sus plantillas.
Las tecnologías de la información son las herramientas de las que este tipo de líderes se valen para generar una corriente de comunicación bidireccional en sus empresas. El líder deberá tener el criterio necesario para gestionar correctamente estos flujos de información con trasparencia, pero también tendrá que estar abierto al diálogo y la confrontación, ya que en un entorno donde prima la comunicación bidireccional, los feedbacks no tienen por qué ser siempre buenos.
Ser un directivo 2.0 no consiste únicamente en utilizar dentro de la organización herramientas como Twitter, Facebook o YouTube, lo más importante es ser humilde, saber afrontar las críticas con una sonrisa y aceptarlas como lo que son: puntos de vista diferentes al nuestro que pueden ayudarnos a aprender y ver las cosas de un modo distinto e innovador.
Así, el concepto de jerarquía que hasta ahora todos conocíamos se modifica drásticamente y lo importante pasa a ser la confianza en que cada miembro de nuestro organización está aportando algo al desarrollo y éxito de la misma.
De este modo, nos damos cuenta de que el concepto directivo 2.0 aparece ligado al movimiento tecnológico, pero lo trasciende y va mucho más allá, involucrando a todo lo que es la persona en sí misma, su manera de relacionarse con la sociedad que le rodea y de intercambiar con otros sus conocimientos, ideas y experiencias.
En España, contamos con una fuerte resistencia al cambio y no será fácil dar este paso hacia delante, pero tarde o temprano las organizaciones de nuestro país vivirán esta transformación. El cuándo y el cómo dependerá, en buena medida, de las políticas de Recursos Humanos que las empresas desarrollen y de los directivos de los que esas políticas dependen.
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