Revista digital
TRIBUNA
noviembre 2005

A mayor diversidad, más talento

Mª Ángeles Tejada,
consejera delegada de Grupo Select

 
Mª Ángeles TejadaCreo que la madre naturaleza, que es muy sabia, no nos hizo distintos por casualidad, ni tampoco para compararnos y descubrir nuestras diferencias, sino precisamente para que pudiéramos aprender unos de otros, dentro de nuestra propia diversidad; ser diferente nunca equivale a mejor o peor, sino simplemente a convertirnos en un ser único e irrepetible.
Nuestro propio físico tiene mucho que ver con la adaptación a nuestro entorno natural; no puedo imaginarme la piel rosada de mis colegas del norte de Europa batiendo mijo bajo el sol de Namibia, ni a una de mis vecinas latinas cocinando grasa de foca en Alaska. Cualquier detalle de nuestra anatomía se adapta al medio y todo tiene un sentido: estoy segura de que la piel oscura resiste mejor el calor y los ojos pequeños soportan con más eficiencia la inmensidad polar.

Esta capacidad de adaptación al medio se está haciendo evidente en el mundo empresarial a través de la gran afluencia de extranjeros que en los últimos años ha llegado a nuestro país para trabajar y, por tanto, tendremos que aprender a adaptarnos, porque, entre otras cosas, los necesitamos tanto como ellos a nosotros; de otra forma seríamos devorados por la propia inercia de la economía y la pasividad nos aplastaría o, lo que es peor, nos marginaría social y económicamente.

Por ello, muchos empresarios, se han puesto las pilas a fin de asumir los nuevos retos que nos esperan tras la globalización, la tecnología y la aparición de este gran bazar universal, denominado internet. Mejor optar por adaptarnos que esperar a que otros lo hagan a la fuerza; de la misma forma que hoy nadie puede hacer negocios sin un ordenador personal y conocimientos de inglés, en poco tiempo nuestras calles se llenarán de personas de otras razas, religiones y costumbres con las que deberemos coexistir sentados en la misma mesa.

Desde la óptica empresarial sólo cabe la opción de aprender a gestionar la diversidad. De hecho, ser emprendedor significa, entre otras cosas, ser capaz de cambiar las cosas o al menos de intentarlo. Estoy convencida de que detrás de alguien que emprende un proyecto existe una persona que desea lo mejor para sus intereses y, en consecuencia, para la sociedad en que vive y de la que se alimenta.

Otra cosa son los empleadores, especuladores del trabajo de otros, o falsos empresarios de los que no voy a hablar, porque nada tienen que ver con generar riqueza, y además serían perfectamente prescindibles. En realidad, las cosas nunca han dejado de cambiar. “Il mondo gira” y nosotros con él.

Lo que ha pasado en estos últimos años es que en menos de un siglo hemos pasado de montar a caballo a viajar como turistas al espacio simplemente pagando el viaje; cada año se duplica la potencia de los ordenadores, la tecnología ha avanzado más en los últimos 20 años que en toda la historia de la humanidad y una buena parte del mundo no tiene el tiempo que necesita para consumir lo que puede comprar.

La rapidez, la innovación constante, la tecnología, internet, el despertar oriental... ponen de manifiesto la realidad global del planeta y con ella la diversidad de sus ocupantes. En realidad, existen tantas personas como problemas distintos, y el que aprenda a gestionar bien la diversidad garantizará su futuro y el de mucha gente.

Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer a Myrta Casanovas, gran experta en demografía y una persona maravillosa, que me sensibilizó hacia la complejidad que representa gestionar bien la diversidad, porque con ello nos aseguramos una existencia sostenible y contribuimos a mejorar el propio entorno.

La clave siempre está en las personas, y no siempre tenemos en cuenta que su cultura y su talento viajan con ellos; apenas nos estamos habituando a convivir en Europa, entre 11 lenguas distintas, 234 regiones, muchas religiones y una manifiesta diversidad en la relaciones con el estado, la familia o la fiscalidad. Cuando hasta ahora mismo sólo algunos han entendido el papel importante de la mujer en las decisiones de los próximos años y no tanto porque en la Unión Europea existan ya más universitarias –a pesar de que siguen cobrando casi un 30% menos– sino porque, el 85% de las compras de productos y servicios los decide normalmente una mujer.

Recientes cifras sobre la contratación laboral en España indican que en lo que va de año casi la mitad de los nuevos contratos se han realizado con extranjeros, que ya integran el 11% de nuestra masa laboral. Entonces, ¿estamos o no en la diversidad?

Entrar en la era del conocimiento significa simplemente ser capaz de aprovecharse de la propia diversidad. Algunas grandes corporaciones ya han descubierto que existen ventajas competitivas, y no para deslocalizar, sino simplemente para optimizar recursos, por eso la logística contable de muchas grandes instituciones europeas se ha externalizado a Pakistán, la India o incluso Brasil.

Concluiría con una reflexión que deberíamos hacernos todas las personas que debemos tomar decisiones por nuestra posición empresarial. Nuestra misión debería tender a propiciar un crecimiento sostenible a fin de que podamos atraer por igual a personas e inversiones y, si es posible, convertirlo en una ventaja competitiva.

Precisamente por ello y teniendo en cuenta que integrar siempre es más económico que marginar, merece la pena tender puentes hacia otras culturas, no para descubrir lo que nos separa, sino para aprovechar lo que nos une, y en la sociedad del conocimiento, el talento siempre suma.
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