Revista digital
TRIBUNA
abril 2004

La fórmula para el alto rendimiento

Enrique de Mulder,
presidente de Hay Group

 
Enrique de MulderNadie duda en nuestros días que el éxito y el progreso a largo plazo de naciones, empresas y proyectos, correlaciona cada vez más con cómo se posiciona cada ente o entorno en relación con el uso de la tecnología y el talento.
La tecnología, entendida como el saber hacer y la instrumentalización del cambio desde la ciencia aplicada, y el talento, entendido como las capacidades para generar más y mejor tecnología y transformar el entorno a favor del progreso humano en sus vertientes de desarrollo individual y colectivo, desde la ética.

Las naciones, pueblos y empresas avanzadas son aquellas que resuelven mejor la ecuación “tecnología X talento = resultados”.

En esta editorial vamos a centrarnos en el talento que hoy requieren las empresas para conseguir resultados consistentes para accionistas, clientes, empleados y sociedad.

Nuestras investigaciones en España, la última a través de una encuesta recientemente realizada con APD (Asociación para el Progreso de la Dirección) y a nivel mundial con el “Estudio Fortune de las empresas más admiradas” publicado en el mes de febrero, nos indican hasta seis pautas que diferencian a los mejores, entendiendo por ello empresas con resultados consistentes para sus stakeholders, antes, durante y después de la burbuja tecnológica:

1. Ponen el foco en el desarrollo de capacidades estratégicas y modelos de negocio que miden, desarrollan y ejecutan con disciplina.

2. Hacen de la innovación su competencia diferencial.

3. Desarrollan e implantan culturas de empresa, de orientación al cliente y de resultados.

4. Aseguran en todos los niveles de la organización un liderazgo transformador y ético, que propicia la coherencia, la integridad, la transparencia y la discriminación positiva.

5. Disponen de la calidad de dirección necesaria para que todos y cada uno de los miembros de la organización asuman un compromiso claro con objetivos estratégicos, y no meras tareas.

6. Orquestan capacidades hacia un proyecto común trabajando en equipo.

Como puede observar el lector, las seis pautas de excelencia que marcan la diferencia hoy están relacionadas con distintas perspectivas de gestión de talento en sus vertientes de capacidad individual, innovación, cultura de empresa, liderazgo, calidad de dirección y trabajo en equipo, todas ellas intangibles de gestión que nos corroboran que hemos entrado en una nueva era en la que lo que no se toca, los activos no físicos, son los que marcan la diferencia y generan valor a corto, medio y largo plazo.

Nueva era, caracterizada por hacer más de lo mismo mejor desde los costes y por la innovación, entendida ésta como el atributo de identificar más rápidamente que la competencia, necesidades emergentes del mercado y transformarlas en productos y/o servicios que generen ventajas diferenciales sostenibles por las que el cliente esté dispuesto a pagar un precio adicional.

Además de lo anterior, resulta preciso destacar dos factores que aparecen hoy como emergentes y de medio plazo, que configuran, desde la gestión del talento, las dos nuevas palancas de diferenciación.

La primera viene constituida por la capacidad de crecer orgánicamente desde la cercanía al cliente. Cercanía que consiste en generar desde la “reputación corporativa” sensaciones únicas de fidelización y orgullo, que proyectadas al accionista supongan que seamos percibidos como un valor o inversión financiera por la cual apostar a largo plazo; proyectadas al cliente presupongan la certeza de que se cumple lo que se promete; proyectadas al empleado la evidencia de ser una organización adecuada para trabajar y proyectadas a la sociedad una empresa transparente, comprometida, honesta y ciudadana. Efectivamente parece cada vez más evidente, en una perspectiva de cuatro años, que las empresas globales que más han crecido en margen, beneficios y cuota son aquéllas que han optado preferentemente por el crecimiento orgánico y menor por las fusiones y adquisiciones. El tamaño parece ser condición necesaria para ser competitivo en los mercados globales, pero no suficiente. La clave está en innovar para el cliente y desde el cliente, revolucionando el mercado y los modelos de negocio con fórmulas difíciles de copiar. La cercanía al cliente, vivir el producto/servicio desde el cliente, será la clave en los próximos años.

La segunda es la gestión adecuada de la diversidad, el respeto a la persona y a las distintas civilizaciones, como atributo último de proyección global, que genera consistencia en la creación de valor desde la empatía, la conciliación y el respeto al ser humano, destinatario último de la gestión del talento y el espíritu emprendedor propio de la empresa moderna. Gestión adecuada de la diversidad que requiere dejar de lado la cultura de la empresa multinacional, concepto que implicitamente conlleva la extrapolación de una forma de ser, con escasa empatía y sustituirla por el concepto de empresa global multidoméstica. La empresa con talento gestiona desde el paradigma de la globalización, desde su complejidad, su diversidad, sus injusticias, sus contradicciones y sus conflictos, consiguiendo progreso y creando valor para todos. Deseo que estas reflexiones aporten al lector alguna idea aplicable y, si es así, ha valido la pena el esfuerzo, pues en la era de la tecnología solo vale lo que tiene aplicación, el resto es historia escolástica que, si bien aporta espiritualmente, no genera desgraciadamente resultados.
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