Revista digital
TRIBUNA
julio 2013

Idiomas y nuevo paradigma económico para las empresas españolas

Céline Nguyen,
cofundadora y gerente de Hexagone

 
Céline NguyenLas empresas establecen relaciones con otras ubicadas fuera de su ámbito nacional y necesitan buscar un idioma común válido para la intermediación
España ha vivido en 2012 una segunda recesión económica que se ha manifestado en una contracción del Producto Interior Bruto (PIB) del -1,37%, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Se producen, por tanto, las condiciones que confirman una nueva recesión económica en nuestro país y, por consiguiente, una salida de muchas empresas fuera de nuestras fronteras.

En general, los sectores que presentan un mayor grado de internacionalización son los que muestran una mayor demanda de idiomas. Este es el caso de sectores como el de los recursos energéticos, el industrial y el de la enseñanza.Ha sido el sector del comercio el que ha experimentado una mayor subida respecto al periodo anterior, pasando de solicitar candidatos con idiomas en un 13,83% de sus ofertas al 16,87% actual. Ya no hablamos de casos aislados sino de tendencias profundas y actuales.

Al pisar nuevos territorios de negocio, las empresas apuestan con más fuerza por potenciar el nivel de idioma de sus colaboradores. Las empresas establecen relaciones comerciales con otras compañías ubicadas fuera de su ámbito nacional y necesitan buscar un idioma común válido para la intermediación. La globalización indudablemente tiene su punto de partida en el mundo anglosajón haciendo del inglés un poderoso instrumento. Le sigue en importancia el idioma francés, que en este último ejercicio ha aumentado su peso dentro de la oferta en medio punto porcentual, siendo requerida en un 9,07% de las ofertas de empleo cualificado. Con una tasa de desempleo del 10,52% y la situación de vecindad, Francia ofrece un atractivo distinto a otros países de la UE para las empresas españolas. Es, por ejemplo, el primer cliente para las exportaciones españolas.

Abrir camino fuera es un nuevo reto para las empresas quienes tienen que conseguir resultados a corto plazo a la vez que velan por su salud económica y competitividad. Estudiar idiomas ya no es un lujo ahora se convierte en una de las principales medidas claves para mejorar la productividad y la gestión o aumentar las ventas y los clientes.

La primera medida a implementar es el diagnóstico lingüístico de la empresa, para saber dónde se encuentran sus talentos y potenciarlos. Se trata pues de identificar las eventuales carencias y proponer planes formativos a medida, adaptados ya no sólo al perfil de los colaboradores sino también al del sector de actividad de la empresa, su filosofía, su posicionamiento y sus ambiciones de crecimiento en nuevos mercados.

Cada vez más vemos como nos solicitan cursos específicos combinando el uso del idioma a situaciones concretas y reales del negocio. Las formaciones de duración media con un enfoque business tienen más éxito ya que responden a necesidades actuales del mercado, como los módulos temáticos tipo “desarrollar sus herramientas telefónicas de inglés de negocios”, “Estrategia de RRHH: selección de personal, entrevistas, formación”, “Liderazgo y gestión de equipos”, “Social english”, etc.

Hoy en día “sólo un 10% de los españoles habla inglés de forma fluida”. Por lo tanto, el segundo aspecto importante a tener en cuenta es la evaluación de los progresos para reorientar la formación mientras se va impartiendo, en base a los fallos detectados. Nadie puede pretender de antemano conocer las necesidades exactas de su alumnado. El profesor en este sentido se convierte en coach cuya labor es elaborar el temario en base a la evolución notada a lo largo de la progresión. Sin prisa ni pausa, pues el objetivo final es que la inversión se vea aprovechada; es decir, contrastada por una real aplicabilidad en el puesto de trabajo.

Más empresas nos solicitan, por ejemplo, seminarios de intermediación cultural ya que el idioma va más allá del ámbito verbal presuponiendo un mestizaje racial y cultural. Entender a un locutor extranjero no se limita ya a controlar un idioma, sino compartir con él valores y referencias.

Otro aspecto relevante es la integración del estudio en la vida laboral: se trata de conseguir una higiene de estudio basada en el compromiso y la constancia en la que se considere que el idioma es un elemento diferenciador para la empresa y, por lo tanto, parte integrante del trabajo. La motivación y los resultados se consiguen creando un hábito de estudio cuya regularidad es la base. En muchos casos recomendamos formaciones en blended ya que permiten combinar la flexibilidad de la formación a distancia – tipo elearning o reeducación auditiva– con el apoyo de un profesor. En todo caso, el asesoramiento le incumbe al profesional de la formación con el que trabaja y que le ayudará a planificar un dispositivo de formación adecuado.

Podemos afirmar en definitiva que manejarse en un idioma extranjero permite potenciar las estrategias de negocio de las empresas. Mejora el clima de confianza empresarial, la credibilidad de las empresas, la motivación de los empleados y permite afrontar con optimismo los nuevos retos económicos.
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