Revista digital
TRIBUNA
octubre 2019

Inteligencia cultural: la habilidad clave en un mundo diverso

Alexandra Maratchi,
CEO de homuork

 
Alexandra MaratchiEs posible que aún recuerdes la película de animación Inside Out. En España se tituló Del revés y su originalidad residía en que representaba las emociones internas de Riley Anderson, una niña de once años, a través de cuatro simpáticos y coloridos personajes: alegría, tristeza, ira y miedo. En una de las escenas, la protagonista mostraba su repulsión por tener que comer brócoli. La escena funcionaba a la perfección, casi cualquier niñ_ en España podía sentirse identificado con la aversión a esta verdura. Pero, ¿es este sentimiento universal?
La respuesta es que no. En algunos países asiáticos como Japón, infancia y brócoli no viven en una enemistad permanente, sus espectador_s no entenderían esta reacción tan negativa. Por eso, los responsables de la película decidieron cambiar hábilmente el alimento que aparece en el plato cuando la película se proyectó en estas regiones. En la versión alternativa es un pimiento verde troceado lo que genera desagrado en la pequeña Riley.

El condicionante cultural es tan poderoso que influye en cómo percibimos un detalle tan aparentemente irrelevante como el plano de una verdura en una película. Permite que las audiencias conecten o no con los mensajes, que se sientan interpeladas o excluidas.

En el terreno laboral, la convivencia de culturas y códigos muy distintos puede resultar en malas interpretaciones y dificultades para la cooperación si la plantilla no está preparada.

Por todo ello, existe una habilidad cuya popularidad y demanda no paran de crecer en las organizaciones de un mundo globalizado como el que habitamos: la inteligencia cultural. Si no has oído hablar nunca antes de ella, debes saber que consiste en la capacidad de interactuar de manera eficaz con personas de culturas distintas a la nuestra. Es decir, con rasgos distintos en lo referente a edad, género, etnia, profesión, religión, estatus socio-económico, orientación sexual…

En este sentido, la inteligencia cultural es una evolución natural de la inteligencia emocional, que era suficiente en sociedades menos diversas como podía ser la de nuestro país en los años 80. Sin embargo, ya no es suficiente con entender las emociones de los demás. Ahora también debemos ser capaces de comprender a las personas diferentes de nosotr_s culturalmente.

El valor de esta habilidad reside en la capacidad que posee para favorecer la diversidad y la inclusión de las organizaciones, las cuales influyen en numerosos departamentos. Así, dos de cada tres candidat_s afirman tener en cuenta la diversidad a la hora de valorar una oferta de trabajo, según datos de Glassdoor. En el terreno de los resultados, el informe Diversity Matters elaborado por McKinsey concluyó que las compañías con mejores estrategias de inclusión racial tienen hasta un 35% más de opciones de obtener beneficios económicos.


De realidades homogéneas a un mundo diverso

Hasta hace dos o tres décadas los entornos laborales eran relativamente estancos en lo que a cultura se refiere. La mayor parte de l_s emplead_s solo debían tratar con personas con rasgos y antecedentes comunes. Misma etnia y nacionalidad, formación similar, situación socio-económica parecida… Las relaciones en este tipo de espacios permitían lo que se conoce como control de crucero cultural o, lo que es lo mismo, interactuar sin tener en cuenta posibles diferencias culturales.

Este statu quo ha saltado por los aires en los últimos años y de nada sirve mirar para otro lado, especialmente cuando está en juego el desarrollo de nuestra empresa. El cambio se ha debido principalmente a dos factores: las grandes corrientes migratorias provocadas por los cambios económicos y políticos y el avance de las tecnologías de la información, que ha difuminado las barreras espacio temporales. La diversidad en los espacios laborales no es futuro, es presente.

Los profesionales que dispongan de una inteligencia cultural más desarrollada obtendrán mejores resultados en estos nuevos escenarios. “Tomarán mejores decisiones en situaciones multiculturales, serán mejores líderes globales, conseguirán resultados óptimos en negociaciones y ventas con interlocutores internacionales, serán más creativ_s e innovador_s”, señala Soon Ang, experta mundial en este área.


Inteligencia cultural: ¿se nace o se hace?

La buena noticia es que esta habilidad puede aprenderse y desarrollarse en el tiempo. Escapar de los estereotipos y categorizaciones que acompañan desde la niñez requiere de una entrega considerable, pero los resultados bien merecen la pena.

Con ejercicios de concienciación y la formación adecuada lograremos que nuestros equipos abandonen posiciones inmovilistas, como esperar que sean los demás quienes se adapten a nosotr_s. Contaremos con profesionales con una elevada inteligencia cultural, capaces de remodelar su pensamiento y modular su comportamiento para interactuar con éxito en un mundo diverso y repleto de oportunidades de cooperación.
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