Revista digital
TRIBUNA
abril 2019

Más humanidad para destacar en un mundo de robots

Alexandra Maratchi,
CEO de Homuork

 
Alexandra MaratchiA principios del año pasado, Bill Miller, una conocida leyenda de Wall Street, invirtió 75 millones de dólares en el departamento de Filosofía de la Universidad Johns Hopkins. Poco antes, el empresario estadounidense Mark Cuban había pronosticado que en 2027 los graduados en Filosofía estarán más valorados que los expertos en programación.
En pleno auge de los perfiles tecnológicos, tanto la inversión de Miller como esta última predicción suenan bastante arriesgadas, descabelladas incluso. Sin embargo, si repasamos sus motivaciones más detenidamente, empieza a aflorar otra realidad: en un futuro cercano, el mercado valorará más que nunca las habilidades exclusivamente humanas, aquellas que difícilmente serán sustituibles por avances como la inteligencia artificial.

Según el estudio de revelador título Humans Wanted, desarrollado por el Royal Bank of Canada, entre 2018 y 2021 las habilidades que más se demandarán en el mercado laboral de dicho país serán, entre otras, la escucha activa, el pensamiento crítico, la percepción social, el aprendizaje activo y la toma de decisiones. Una realidad muy distinta de la que suelen reflejar los rankings de carreras con más futuro, ¿verdad?

De habilidades blandas a habilidades fundamentales
Hasta hace relativamente poco, los programas de formación corporativa estaban repletos de enseñanzas técnicas. Los cursos y certificaciones en ciertos softwares y herramientas eran, y siguen siendo en cierto modo, una excelente manera de obtener altos retornos de la inversión. Sin embargo, un nuevo escenario comienza a hacerse cada vez más presente: la fecha de caducidad de las habilidades de este tipo se acorta por momentos.

Por un lado, en un mundo tan acelerado como el nuestro, los nuevos desarrollos dejan obsoletos a los anteriores en muy poco tiempo, y con ellos los aprendizajes asociados. Según un estudio de Deloitte, por ejemplo, la esperanza de vida media de las nuevas habilidades es de solo cinco años. Mientras, el gigante informático Dell pronostica que el 85 % de las profesiones que existirán en 2030 todavía no han sido inventadas.

Por el otro, la inteligencia artificial irá encargándose de cada vez más trabajos y limitando el abanico de ocupaciones en las que los humanos seremos irremplazables. Un abanico en el que entrarán infinidad de nuevas ocupaciones, pero del que quedarán fuera otras muchas. En palabras de Yuval Noah Harari, autor del bestseller Sapiens, “los robots obligarán a las personas a reinventarse cada diez años”.

En un panorama así, parece claro que las empresas que quieran sobresalir en su formación corporativa y obtener beneficios a medio y largo plazo deberán apostar por una formación digital en habilidades transversales. Liderazgo, design thinking, inteligencia emocional… Las (mal) llamadas soft skills ganarán mayor protagonismo que nunca antes al ser irreproducibles por las tecnologías más avanzadas, al sacar partido de lo que nos hace únicos: nuestra humanidad.

Hace unos meses la Universidad de Yale estrenó en formato online y gratis para todo el mundo el curso más demandado de su historia. ¿Programación? ¿Energías renovables? ¿Data science? No, el MOOC que dirige la profesora y psicóloga Laurie Santos se titula “La ciencia del bienestar” y ya ha atraído a miles de alumnos de todos los rincones del planeta.

Trans-formación social
Esta formación humanista dará como resultado profesionales realmente versátiles. Añadiendo los aprendizajes técnicos necesarios en cada ocupación, podrán adaptarse a multitud de puestos y situaciones. También permitirá que se creen ambientes laborales más sanos y que las empresas se conviertan en agentes de cambio en favor de una sociedad mejor. De hecho, cada vez más compañías apuestan por el e-learning para formar a sus equipos en materias inusuales hasta hace poco. Por ejemplo, según Gallup, uno de cada diez empleados dice sufrir el síndrome de Burnout, es decir, un estrés crónico que puede llegar ser incapacitante. Prevenirlo a través de la formación corporativa no solo beneficia al ambiente y la cuenta de resultados de la empresa, sino a la sociedad en su conjunto.

Otras áreas donde la educación desde las organizaciones puede tener grandes repercusiones sociales son la inteligencia emocional, la alimentación consciente, la motivación laboral o el mindfulness. Todos ellos temas que, más allá de promover equipos más eficientes, ofrecen a las personas las herramientas para aumentar su bienestar y, en definitiva, ser más felices.
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