'Dirígeme siendo un ejemplo': el rol del líder
Myriam Tejada,
Country Manager España y Portugal de Hotmart
Liderazgo no es algo intrínseco en una alta posición jerárquica, ni tampoco es exclusivo del puesto; dentro de un grupo de empleados con el mismo nivel, es más que posible ejercer un rol de líder, cuando alguien tiene la capacidad de inspirar a otros. Durante los últimos años, el liderazgo autoritario ha perdido su popularidad y eficiencia, dando lugar a un perfil que busca cohesionar y motivar a sus equipos, haciendo que todos trabajen de manera conjunta para alcanzar unos objetivos comunes. Esto garantiza una mayor calidad de vida en el entorno laboral, aumenta la motivación de los colaboradores y, en consecuencia, la productividad general del equipo. Pero ¿qué características ha de tener un líder?
Puede parecer algo obvio, pero ser receptivo ante ideas nuevas y soluciones alternativas es primordial para que alguien sea un buen líder – y eso es más difícil de lo que parece. Un líder debe saber innovar en este aspecto, descubriendo nuevos mercados o tomando decisiones más arriesgadas.
Conocerte a ti mismo es también otro paso para ser un buen líder, porque es una forma de identificar aquellas cosas positivas que uno puede aportar y, por otro lado, lo que debe mejorar para convertirse en un ejemplo a seguir. Para progresar será necesario identificar los puntos débiles en los que uno debe trabajar más.
El autoconocimiento también presupone que uno se comunique asertivamente cuando algo no sale como esperaba, saber decir que no y admitir cuando alguna tarea o dinámica en su rutina sobrepasa sus límites.
Resolver las adversidades cotidianas con inteligencia emocional es probablemente uno de los mayores retos para cualquier persona. Tener como líder a una persona emocionalmente inteligente implica que esta puede mantener el control de las situaciones de estrés, ya que no se deja llevar por ellas, sino que puede analizar la situación con calma para resolverla de una manera más eficiente.
También es importante tener conciencia de que todos estamos sujetos a problemas e imprevistos que pueden afectar nuestro estado emocional y, por ello, debemos estar preparados para manejar este tipo de situaciones. Sin embargo, como el trabajo de un líder suele influir en un número considerable de personas, es especialmente importante que éste aprenda a reconocer los cambios emocionales y no permita que estos perjudiquen el ámbito profesional.
Ser un líder ejemplar, por otro lado, es entender que nadie trabaja completamente solo y que, de una forma u otra, cada uno depende de otras personas para lograr sus objetivos. Los líderes que asumen esta postura receptiva contribuyen a un ambiente de trabajo mejor cohesionado y más armónico, lo que impacta directa y positivamente en el compromiso, la productividad y los resultados.
Muchas veces, la manera de abordar y de comunicar un tema es tan importante (o más) que lo que se está diciendo. De hecho, para la neurolingüística, una de las premisas básicas a la hora de llevar a cabo una buena comunicación es que la responsabilidad de la interlocución resida en el comunicador y no en el oyente. Una de las bases para que la comunicación se establezca con éxito es que la persona que comunica se enfoque en transmitir el mensaje con claridad.
Uno de los principales objetivos del líder es que su equipo trabaje de la manera más efectiva posible, alcanzando las metas propuestas y los objetivos esperados. Pero antes de exigírselo a los demás, quien lidera debe adoptar el mismo comportamiento que desea ver en estos. En este sentido, un líder debe comportarse como espera que lo haga el resto, dedicándose a sus obligaciones, corrigiendo y asumiendo sus errores, realizando sus tareas de la mejor manera posible y mejorando por lo tanto su rendimiento.
En definitiva, cada vez es más importante contar con un perfil profesional que no sólo aporte experiencia, sino que sea capaz de aportar valor humano. Contar con una persona que, además de tener amplios conocimientos, sea capaz de hacer crecer al equipo que dirige es lo que va a marcar la diferencia y va a suponer un valor añadido para las compañías del futuro.