Revista digital
TRIBUNA
septiembre 2022

La empresa como apoyo ante la crisis

Rafael San Román,
Psicólogo, Content & PR Manager de ifeel

 
Rafael San RománApoyar a los trabajadores en tiempos de crisis puede parecer algo ajeno a las responsabilidades de una organización. Sin embargo, ¿qué pasaría si se considerara no solo como un gesto generoso, sino también como una estrategia de afrontamiento útil desde el punto de vista corporativo?
El contexto de la crisis

Inflación es la palabra mágica que sube el precio de todo lo que toca. Afecta al coste de múltiples artículos, ya sean necesarios o superfluos, así como el de la energía. Eso tensa todo el ciclo del consumo y genera una dinámica de la que resulta difícil escapar como no sea a través de las deudas.

La percepción de carestía acecha detrás de cada etiqueta y equilibra la balanza de cada decisión que la ciudadanía se plantea tomar.

Y eso sin contar con la amenaza de que dichos indicadores de crisis económica vayan a más en cuestión de días, semanas o meses. Una y otra vez se advierte de que el invierno puede ser muy duro, pero primero hay que ver cómo salimos del otoño. Los conceptos de ahorro, escasez o austeridad cobran nuevos significados y despiertan la incomodidad de una sociedad desacostumbrada a ellos. Tememos todo aquello que implique un cambio en nuestro estilo de vida y nuestros hábitos de consumo, por irrelevante que sea.

Como siempre, los empleados piensan que en la vida hay prioridades y el cuidado del bienestar psicológico no siempre está entre ellas, a pesar de ser el primer perjudicado cuando las cosas se complican.

Ante esa situación, ¿qué hace la empresa para facilitarles la vida?


Por qué apoyar a los trabajadores

Apoyar a los trabajadores en un contexto de incertidumbre no debe hacerse desde la ingenuidad o la improvisación. Por el contrario, debe entenderse en el contexto de la relación que tienen con la empresa.

Esta no es otra cosa que un acuerdo de colaboración para el mutuo beneficio, teniendo en cuenta las innegables asimetrías entre ambos pero también que el éxito de cada uno de ellos depende, precisamente, de la eficiencia de esa colaboración.

Sin un empleo en buenas condiciones los empleados no pueden llevar a cabo su proyecto personal. Sin trabajadores que trabajen en buenas condiciones, incluso cuando las cosas se ponen feas allá afuera, la empresa tampoco puede lograr sus objetivos. Juntos y bien avenidos la tormenta se pasa mejor.

Además, apoyar a los trabajadores en tiempos de crisis en lugar de optar por el “sálvese quien pueda” es útil como mecanismo de adaptación saludable ante las amenazas externas. Se trata de transmitir a los empleados en la medida de lo posible que la empresa conoce la situación y no se pone de perfil ante ella, sino que desea aportar estabilidad y, efectivamente, lo hace.

En definitiva, los empleados deben percibir que la organización tiene un plan de contingencia y este no pasa por hacer pagar a los empleados unidireccionalmente las consecuencias de la crisis. Esto les ayuda a manejar su miedo y mejora su motivación laboral.


El papel de la empresa

A menudo se dice que el dinero es miedoso, como si afirmáramos que el dinero necesita seguridad. En realidad las que tienen miedo y, por tanto, necesitan seguridad, son las personas. Por eso las empresas para las que trabajan deben plantearse su papel a la hora de apoyar a los trabajadores, por ejemplo facilitándoles aquello que ellas ahora no pueden priorizar pero sigue siendo importante.

Con el panorama que hemos descrito más arriba lo previsible es que muchos empleados observen con inquietud o pesimismo su presente y su futuro: ¿cómo afectará a la empresa lo que está ocurriendo?, ¿conservaré mis condiciones actuales, incluso mi puesto?, ¿cómo voy a llegar a todo si las cosas se complican? Estas y otras preguntas pasan con frecuencia por la mente de muchos empleados, y van asociadas a una sensación de miedo anticipatorio que necesita una respuesta.

Las empresas tienen un papel relevante a la hora de facilitar la vida de sus empleados, tanto en condiciones de prosperidad social como en condiciones de mayor precariedad económica. Y una de las cosas que necesitan los empleados para proteger su bienestar psicológico es seguridad, confianza, previsibilidad. En resumen, necesitan percibir que la organización para la que trabajan sigue comprometida con ellos. Si el cuidado del bienestar emocional se esconde detrás del “No puedo llegar a todo” ahí es donde la empresa puede ayudar.

Cada compañía debe explorar cuáles son las circunstancias actuales de los miembros de la plantilla para entender mejor cómo el contexto actual y potencial de crisis económica puede afectarles. Ese es un paso imprescindible para poner en marcha medidas de corte más “material”: salario a demanda, descuentos, flexibilización del teletrabajo para ahorrar costes de desplazamiento a muchos empleados, implementación de espacios de guardería que ahorren ese gasto a los empleados u otras decisiones concretas que se puedan adoptar y que indirectamente están relacionadas con la salud mental en las empresas.

Como indicábamos al principio, además de ayudar con la solución de problemas “logísticos” que generan malestar psicológico, las empresas deben plantearse el cuidado del bienestar emocional de los empleados de manera directa a través de alguna plataforma de bienestar para empresas diseñada por psicólogos profesionales, como la de ifeel.

Donde un empleado no tiene tiempo, recursos o energía para actuar por su bienestar ahí es donde la empresa va a marcar la diferencia en su relación con él cuando la situación es verdaderamente complicada.

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