Revista digital
TRIBUNA
mayo 2016

Caballos y Coaching

Consol Iranzo,
de Karisma

 
Consol IranzoLa experiencia de relacionarnos y comunicarnos con un caballo permite evidenciar nuestras habilidades y las áreas de mejora que podemos trabajar
Esta tribuna está dedicada a uno de los animales más bellos que existen: el caballo.

El caballo ha acompañado al ser humano desde tiempo inmemorial, quien lo ha utilizado para diversos fines. De hecho, existen evidencias de que el caballo fue domesticado hace unos cinco mil años. Los primeros en incursionar en la domesticación del caballo fueron las tribus nómadas a medida que viajaban a través de las regiones de los mares Caspio y Negro. Para saber un poco sobre su origen, os diré que el primer espécimen conocido hasta el momento, perteneciente a la familia de los equinos, fue el “Eohipuus”. Se calcula que tiene aproximadamente unos 55 millones de años de antigüedad. El término latino utilizado para denominar a este animal era “equus”. La palabra “caballo” deriva de “caballus”, que era un término del latín tardío.

Probablemente os estaréis preguntando a qué viene toda esta introducción sobre el caballo y qué tiene que ver con el título de la tribuna. Pues, bien, imagino que muchos habréis oído hablar de la equinoterapia (también denominada hipoterapia). Es un tratamiento integral empleado para promover la rehabilitación de niños, adolescentes y adultos a nivel neuromuscular, psicológico, cognitivo y social por medio del caballo como herramienta terapéutica. Lo que hoy quiero compartir con vosotros es la eficacia demostrada de los caballos en los programas de coaching.

Hace ya varios años que descubrí este fascinante mundo y, desde entonces, he podido comprobar que, en cada una de las ocasiones en las que he trabajado con ellos y con un equipo de personas, los aprendizajes han sido extraordinarios.

Para utilizar adecuadamente esta técnica es preciso trabajar con personas especialistas: por un lado, el especialista en caballos o horseman y el coach. Ambos deben colaborar estrechamente para diseñar los ejercicios con caballos más apropiados para conseguir el objetivo que se pretende. Los objetivos más frecuentes son identificar estilos de liderazgo, potenciar el trabajo en equipo, aumentar la autoconfianza, desarrollar la capacidad para gestionar estrés, potenciar la comunicación y la empatía.

Una jornada con caballos es un aprendizaje vivencial para las personas que participan. La sola experiencia de relacionarnos y comunicarnos con un caballo es emocionante y reveladora, y permite evidenciar nuestras habilidades y las áreas de mejora que podemos trabajar. La clave está en comprender qué está pasando y querer mejorar. El feedback es inmediato y, a partir de aquí, el terreno está abonado para iniciar el coaching desde una vertiente de identificación y motivación para iniciar el camino del desarrollo.

Y nos podemos preguntar: ¿qué hace que sea tan revelador y potente? Curiosamente, cuando las personas interrelacionamos con el caballo, identificamos una serie de comportamientos que se suelen dar en nuestro día a día. Para poner un ejemplo, cuando tomamos las riendas de un caballo e intentamos que vaya por donde nosotros queremos, se puede apreciar rápidamente cómo lideramos nuestros equipos, cuál es nuestro estilo más habitual. Por tanto, nos ayuda a reflexionar sobre si sería preciso que ampliáramos nuestro registro con diversos estilos de liderazgo, en función de las personas y también del momento.

La comunicación no verbal y las conductas observables en la relación con el caballo nos darán claras evidencias de cuán importante es el lenguaje corporal y el emocional en nuestro día a día, pues, según detecte el caballo este lenguaje, reaccionará de una manera u otra.

El caballo es un animal objeto de depredadores, lo que significa que debe estar siempre alerta y pendiente del entorno. Para poder pacer y comer tranquilamente debe confiar en alguien ciegamente. Este alguien es el líder de la manada, que cuida de ellos. Por esta misma razón, si la persona que toma las riendas le genera esa confianza, el caballo se dejará conducir dócilmente.

Debemos tener presente que los caballos forman parte de una manada, para sentirse seguros. Todos los miembros de la manada confían entre ellos. Si esto no se produce, el caballo no se siente parte de ella. Evidentemente, esa relación también evidenciará nuestra capacidad de confiar y de generar confianza en los miembros de nuestro grupo.

Normalmente los ejercicios se filman y por ello es muy fácil que cada uno pueda observar su propio comportamiento en cada uno de los ejercicios. Es a partir de esa innegable evidencia que la reflexión se hace precisa para poder identificar cuáles son las áreas en las que deberemos orientar el proceso de coaching.

Por ello, animo a quien todavía desconoce esta metodología de aprendizaje y desarrollo a que lo haga para poder vivir en su propia piel una experiencia única y excepcional.
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