Revista digital
TRIBUNA
marzo 2006

La relación universidad-empresa: deshojando la margarita

Luis Antonio López Fraile,
dir. del Gabinete de Orientación al Empleo de la Universidad Europea de Madrid

 
Luis Antonio López FraileHasta hace unos años, la Universidad y la Empresa eran dos mundos totalmente incomunicados entre sí. Las relaciones mutuas brillaban casi por su ausencia. Recuerdo en el año 1985, cuando inicié mis estudios universitarios, que en mi Facultad, perteneciente a la Universidad Complutense de Madrid, jamás oímos hablar de ninguna empresa. El paso por la universidad consistía en elegir asignaturas, profesores, realizar exámenes, aprobar… con el objetivo de tener un título bajo el brazo que te permitiera empezar a buscarte la vida. Nadie nos habló de una empresa, nadie nos habló de “la oportunidad de realizar prácticas en empresa”, nadie nos decía que la universidad trabajaba para ser un puente entre lo académico y lo profesional. Sólo algunas facultades, sobre todo de las áreas más experimentales, contaban con expertos profesionales que, en mayor o menor medida, dedicaban parte de su tiempo a la docencia universitaria.
Universidad y Empresa eran dos “novios”, dos “medias naranjas”, condenados a quererse para el resto de la vida, pero que todavía no habían tenido el gusto de conocerse.

Hoy en día todo eso, gracias a Dios, ha cambiado radicalmente. Los “novios” tuvieron la oportunidad de conocerse gracias a la aparición de una enorme oferta universitara tanto pública como privada, que contribuyó a que la inexorable ley de la oferta y la demanda despertara el afán por ofrecer a los estudiantes un valor añadido del que antes no disponíamos: que la universidad sea el puente y nexo de unión con el mundo profesional.

Para ello, en todas las universidades se crearon los departamentos encargados de facilitar a los estudiantes la realización de prácticas en empresas. Yo tengo el placer de dirigir el Gabinete de Orientación al Empleo de la Universidad Europea de Madrid, y trabajamos muy duro no sólo para realizar la simple gestión burocráctica y de documentos para que un alumno realice prácticas, sino que el esfuerzo más importante va por la línea de entablar con las empresas y con el mundo profesional el mayor número de vínculos posibles, y que éstos sean de una gran talla, tanto cuantitativa como cualitativa.

¿Y cómo se concreta todo esto?...
1. La figura de los Tutores de Prácticas
Uno de los puntos donde creo que coincidimos todos los que nos dedicamos a este área de empleabilidad en las universidades es en la necesidad de mejorar la figura de los tutores, y de dotarla de mayores y mejores contenidos. Hablo de los Tutores de Prácticas, tanto en la universidad como en la empresa. Cada alumno que realiza prácticas debería tener asignado:
Un Tutor en la Universidad, que es la figura que le da el necesario apoyo organizativo, que le da consejo, que le ayuda en su doble actividad (académica y profesional) para que le sea posible compatibilizarlo, que le asesora…

Un Tutor en la Empresa, que es la persona de la organización que se debe preocupar de que el alumno saque el máximo partido a su práctica, de que sea una actividad realmente útil, formativa y con sentido, de que el alumno se incorpore a la actividad lo antes y mejor posible (siendo su “manual de bienvenida”, eso que los expertos en Recursos Humanos sabemos tan necesario…), que se ocupe de hacer el correspondiente seguimiento del alumno para detectar si su potencial le hace ser un atractivo futuro empleado… Lo que los jóvenes piden a las empresas hoy en día es que se les preste atención; si no se va a ir. Frente al 20% de desempleo que existía hace 20 años, cuando yo me incorporaba al mundo del trabajo, hoy los jóvenes juegan con una tasa de desempleo notablemente inferior, tienen más opciones para elegir, sobre todo en determinados campos como ingenierías, auditorías, informática, etc. y las empresas deben pelear para atraer y retener a los mejores, para contar con el mejor capital humano en sus organizaciones. Y el Tutor de la Empresa se va a convertir en un importantísimo instrumento de fidelización para retener a “los buenos”.

Estas dos figuras contribuyen realmente a que la realización de prácticas sea un éxito. Y personalmente creo que las empresas tienen una obligación social innegable e irrenunciable en la misión que la sociedad les tiene asignada: ser las empleadoras y las generadoras de riqueza en nuestro país.

2. La empresa como fuente permanente de actualización y mejora
Las universidades debemos extender los vínculos con las empresas hasta formar un equipo totalmente integrado.

Nosotros en la Universidad Europea de Madrid lo concretamos así:

estrechando los vínculos emocionales y relacionales con las mayores y mejores empresas del país en todos los sectores de la actividad económica. Intentamos hacernos amigos sinceros de las empresas, de contar con ellas como fuente permanente de mejora y reciclaje. ¿De qué nos sirve a las universidades estar ofreciendo asignaturas con contenidos poco útiles hoy en día (mejor no dar ejemplos para no herir susceptibilidades) cuando tal vez carecemos de otras asignaturas con contenidos que las empresas están necesitando para sus actividades? ¿No será mejor que las empresas nos digan qué es lo que el mercado demanda para poder preparar profesionales útiles para el futuro? Cierto es que no puede haber una dependencia enfermiza (esto no es bueno ni para una pareja de novios) pero sí un vínculo estrecho y productivo, del que todas las partes implicadas saquen beneficios evidentes: las empresas obtienen trabajadores mejor preparados, las universidades pueden ofrecer lo mejor y más actual a sus estudiantes, y los estudiantes pueden disponer de ese factor tan importante llamado empleabilidad. Nosotros realizamos un “Informe de Mejoras” donde recogemos esta información que nos dan las empresas y se las transmitimos a los Decanos que son los que deben encargarse de renovar los contenidos;

contando cada vez más con un profesorado consistente en profesionales de la empresa que se hacen cargo de algunas asignaturas del programa de las titulaciones, y pueden transmitir a los alumnos una formación basada en la experiencia del día a día que complemente y ejemplifique lo que se nos cuenta en estupendos volúmenes teóricos sobre este o aquel área de actividad empresarial;

realizando todo tipo de actividades conjuntas con las que pretendemos acercar la Empresa a la Universidad: desayunos de trabajo, presentaciones de empresa, ponencias, conferencias… La actividad más significativa es el Foro Internacional de Empleo, un evento de tipo anual abierto a todos los estudiantes que quieran, sean o no de la UEM. Este año es la sexta edición, los dias 28, 29 y 30 de marzo, y durante 3 dias el Campus se convierte en un hervidero de actividades, talleres, charlas, ofrecidas por representantes de empresas y que culmina con la presencia física de las mismas mediante stands de tipo ferial, donde los alumnos pueden traer su CV o pedir información sobre el desarrollo de carrera profesional en cada organización de las que están presentes.

En resumen, creo que la Universidad y la Empresa han pasado de ser dos desconocidos a ser novios en la actualidad. Esperemos que el último pétalo de la margarita diga SÍ, y que en unos años estemos hablando de boda y que entre ambos podamos conseguir ofrecer a nuestra Sociedad los más preparados y mejores profesionales que cabría esperar.
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