Revista digital
TRIBUNA
septiembre 2016

¿Hacemos la prevención que queremos o la que podemos?

Alberto Martín Fernández,
asesor Comercial de MC PREVENCIÓN

 
Alberto Martín FernándezLas empresas deben entender la importancia de trabajar en unas condiciones óptimas de seguridad
Con más de 20 años desde el nacimiento de la Ley de Prevención y su reglamento de desarrollo, a día de hoy la gran mayoría de las empresas perciben esta Ley como una mera obligación legal y no como herramienta para mejorar sus niveles de seguridad y productividad. En esta perspectiva influye tanto el número de trabajadores como el nivel de riesgo de la actividad, siendo las empresas de menor tamaño y de sectores de bajo riesgo las que la entienden como un mero requisito legal o “otro impuesto más” o, como me han llegado a decir, que: “Esto se lo han inventado para dar trabajo a los jóvenes”. Las empresas de medio y gran tamaño o de sectores de riesgo alto tratan de cumplir con esta Ley de mínimos, sin llegar a realizar grandes esfuerzos en implantar unas medidas adicionales que contribuyan a mejorar las condiciones en la empresa.

A pesar de que en la propia Ley se establecen diferentes formas de que una empresa pueda asumir sus obligaciones, la mayoría recurren a un servicio de prevención ajeno, bien por la dificultad que supone la elaboración de los informes con una formación mínima como la que autoriza la propia Ley o por altos costes que supone la creación de un Servicio de Prevención Propio. Los servicios de prevención Ajenos (SPA) y la Administración Pública también han contribuido a que las empresas tengan esta visión de la Prevención de Riesgos Labores. Para quienes no conozcan los entresijos del sector, os informo de prácticas habituales: tarifas por debajo de coste, comisiones a asesores de hasta el 20 y el 25%, acuerdos vergonzantes con ilustres colegios profesionales para acaparar el mercado, regalar, o casi, la prevención a cambio de las cuotas de formación de las empresas o de la venta conjunta con otros productos, ya sean seguros o asistencia sanitaria, y así, un largo etcétera.

En esta tesitura creo que tiene mucho sentido la siguiente pregunta: ¿Qué buscan las empresas en un Servicio de Prevención Ajeno? En muchos casos, por lo anteriormente expuesto, y entre otros motivos, las empresas lo que buscan es la oferta económica más baja, sin prestar demasiada importancia a calidad de los servicios prestados ni a los recursos que pone a su disposición el Servicio de Prevención para poder dar una adecuada respuesta a las necesidades de la empresa. Como consecuencia de esto en los últimos años hay una guerra sucia de precios, en la que todo vale para poder captar a nuevos clientes o incluso retener a los actuales, en la que se ha reducido el importe medio de los contratos entre un 30% y 40%, en un sector en los que los márgenes de ganancia son escasos. Una de las consecuencias que tiene son las condiciones en las que los profesionales del sector están desarrollando su trabajo. En algunos SPA los técnicos están gestionando carteras de más de 300 empresas, lo que hace casi imposible poder realizar unos informes personificados y que se ajusten a la realidad de la empresa. En cuanto a los equipos médicos, pueden llegar a realizar hasta treinta reconocimientos en una mañana. Por no hablar de los reconocimientos que se realizan en clínicas concertadas en las que los profesionales están contratados a tiempo parcial por varios SPA diferentes para poder “burlar” la normativa exigente. Esto redunda en el tipo de prevención que a día de hoy se está realizando por culpa de todos los que participamos en este escenario.

Para poder revertir esta situación y poder conseguir alcanzar el espíritu de la Ley y no solo con el requisito legal, creo que todos tenemos que poner de nuestra parte, sin poner excusas y echarle la culpa a los demás.

Las empresas tienen que entender, en primer lugar, la importancia que tiene en el día a día trabajar en unas condiciones óptimas de seguridad, no porque lo diga una Ley, sino porque es lo más adecuado para ellas y sus trabajadores. Y, en segundo lugar, tienen que ser conscientes de los costes que supone.

Inspección de Trabajo, conocedora mejor que nadie de todos los entresijos de la Ley, debería realizar una mayor labor de concienciación en las empresas y no solamente sancionadora. Y también un mayor y más estricto control de los SPA para evitar situaciones como las comentadas, sancionando e incluso retirando la acreditación a aquellos que de forma sistemática trabajan de forma mercenaria. Los Servicios de Prevención Ajenos deberíamos realizar informes más específicos en cada empresa, y no tener miedo a coacciones por parte de estas a la hora de informarles de sus deficiencias o de proponer informes para poder detectarlas. Y, por último, los trabajadores. En teoría, son los más interesados en que el cumplimiento sea lo más estricto y en un cambio de hábitos, pero que en muchas ocasiones nos saltamos a la torera hasta los principios mínimos que tendríamos que cumplir, ya sea en una oficina o en trabajo en una obra.

En resumen, tendremos que esforzarnos para hacer la prevención que queremos y no la que podemos.
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