Revista digital
TRIBUNA
abril 2014

Inteligencia Emocional en el Trabajo

Mónica Esgueva,
autora de Mensajes para el alma

 
Mónica EsguevaSegún un estudio reciente, la Inteligencia Emocional en el trabajo (que engloba el arte de identificar, comprender y manejar las emociones propias y ajenas) enfocadas en mejorar el rendimiento, al parecer ha descendido desde el inicio de la crisis financiera.
El informe aparecido en el Reino Unido especula que debido a que la incertidumbre económica afecta a la seguridad de las personas, éstas pueden sentirse amenazadas y pasar a "modo de supervivencia" para tratar de proteger lo que tienen. John Cooper, el director que dirigió la investigación afirmó que "por desgracia justo este comportamiento puede empeorar las cosas, ya que los trabajadores se vuelven menos flexibles y sensibles a los cambios, y por ello se pueden perder oportunidades de negocios o personales."

¿Qué es la Inteligencia Emocional aplicada al entorno laboral? Si comparásemos la mente a un motor de alto rendimiento, entonces la Inteligencia Emocional sería la gasolina que nos permite gestionarnos a nosotros mismos para desarrollar y manifestar todo nuestro potencial.

En términos prácticos que todo el mundo pueda comprender, un empleado con gran Inteligencia Emocional puede gestionar sus propios impulsos, comunicarse con los demás, gestionar bien el cambio, resolver problemas y utilizar el humor para construir una buena relación en situaciones tensas. Estos empleados también poseen empatía, se mantienen optimistas incluso frente a la adversidad, y tienen el talento para persuadir en una situación de venta, así como la capacidad de resolver las quejas de los clientes cuando están en ese tipo de rol. Esta especie de claridad en la manera de pensar y el poder mantener la compostura y una cierta clama en situaciones estresantes y caóticas, es lo que separa a los trabajadores estrella de los mediocres en el mundo laboral.

Hasta ahora muchas empresas han centrado sus criterios de selección y programas de capacitación en habilidades racionales (por ej. la experiencia técnica, el conocimiento de la industria, los títulos) y la evaluación de rasgos de la personalidad. Temas relacionados con competencias como la gestión del estrés, habilidades como la autoconfianza, la empatía, y la capacidad para gestionar conflictos o la de mantener el foco de atención de manera continuada nunca se midieron en el proceso de selección ni se ha hecho suficiente hincapié en ello en los programas de formación y desarrollo. En realidad, estos son factores críticos de éxito que no deben ser descartados ni tomados a la ligera, ya que tienen un impacto directo en la cuenta de resultados.

Por ejemplo, Hay Group afirma en un estudio de 44 compañías de Fortune 500 que los vendedores con alta Inteligencia Emocional producen el doble de ingresos que los que tienen una puntuación media o baja en IE. En otro estudio, se demostró que los programadores técnicos en el 10% más alto de competencias de IE desarrollaban software tres veces más rápido que aquellos con menor capacidad.
Por citar dos estudios más de los cientos que se están llevando acabo en las dos últimas décadas, en uno se halló una correlación entre baja IE y robo y pérdidas por daños. En otro dentro de la industria de la construcción, mostró resultados que manifestaron cómo los trabajadores con baja IE tenían una mayor probabilidad de sufrir lesiones durante el trabajo.

En resumen, de manera cada vez más firme y contundente se está empezando a demostrar que tener empleados con alta Inteligencia Emocional constituye un valor inestimable y determinante en las organizaciones en estos tiempos inciertos, cambiantes y competitivos.
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