Mucha regulación no garantiza el éxito
Josep Ginesta,
profesor de OBS Business School y secretario general de PIMEC
España acumula en estos momentos el 27% del desempleo de la UE. Somos un país que cuenta con un desempleo estructural muy importante debido a la visión poco integral y poco integradora de las políticas de empleo en su conjunto; con una distribución de competencias entre políticas activas y pasivas desde las diferentes administraciones (CCAA y Administración central) que no ayuda a que haya una visión integral del problema del desempleo y el tránsito efectivo de las personas hacia el trabajo. Tendríamos que terminar con la paradoja 80-20: España invierte el 80% de los recursos para sufragar las prestaciones por desempleo y subsidios, mientras que solo el otro 20% se utiliza para políticas de formación, capacitación y la mejora de la empleabilidad.
La reforma laboral ha tenido dos consecuencias desde su implantación: por un lado, se está observando una modificación del porcentaje de personas con contratos indefinidos y las que tienen contrato temporal y por tanto se ha resuelto parcialmente la problemática de la dualidad en el mercado de trabajo español. Sin embargo, aunque sí parece una tendencia, se trata de una consecuencia más estadística que práctica porque un alto porcentaje de los contratos indefinidos que se están realizando son fijos discontinuos y por tanto no generan estabilidad y están sujetos a las dinámicas de los diferentes sectores.
Por otro, se están formalizando menos contratos temporales y, si bien muchos han pasado a ser indefinidos y por tanto no se repiten en el tiempo, en algunos sectores como el turístico muchas empresas han optado por incorporar menos personal ante los desequilibrios de su actividad, los mayores costes que deben asumir y la rigidez de la normativa a la hora de contratar temporalmente.
De los países europeos, sin duda yo recomendaría fijarnos en Dinamarca. Se trata de un país con una larguísima tradición de diálogo y concertación social, con una larga tradición de reconocimiento entre las partes (patronal y sindicatos) y capaz de conseguir soluciones negociadas a los conflictos y a los problemas del mercado del trabajo. En Dinamarca es donde se hizo uno de los primeros convenios colectivos de la Historia, en 1839. Probablemente esa larga tradición ha hecho que sea un país donde existe una baja intensidad de regulación legal del mercado de trabajo. Sus agentes sociales son capaces de construir las mejores propuestas, soluciones y acuerdos estructurales y sectoriales, convenios de empresa, etc. Y los hechos demuestran que disponer de una baja intensidad de regulación no es sinónimo de falta de derechos, pues la calidad en cuanto a los salarios, horarios, etc, del mercado laboral danés es mucho mejor que el nuestro.
Por otro lado, en Dinamarca se ha hecho una gran aproximación territorial al problema del desempleo. Allí existe una gestión municipal, desde una corta distancia, y las personas tienen derecho a una buena cobertura, pero también a obligaciones muy importantes. Cada semana los desempleados deben visitar su oficina municipal de empleo y dar cuenta de las acciones de búsqueda que han realizado durante esa semana. En definitiva se trata de un compromiso en el que la persona se obliga emplearse a fondo en la búsqueda de empleo, también mediante las políticas públicas de capacitación y orientación municipales.