Revista digital
TRIBUNA
febrero 2007

Redefiniendo la formación

José Francisco Martí,
socio y director de Operaciones de Geis Consultores de Direc

 
José Francisco MartíQuizás haya llegado el momento de reemplazar o redefinir el término formación por el de entrenamiento o, en su caso, aprendizaje por el descubrimiento. Ello tiene que ver con los cambios acaecidos en los últimos años por lo que se refiere a:
Las ayudas económicas públicas a la formación, recibidas por las empresas.
La mejora en la formación de base de las nuevas incorporaciones al mercado laboral.
El cambio tecnológico.

Nos encontramos realmente en un contexto que poco o nada tiene que ver con el escenario de hace tan sólo diez años. Los tres factores apuntados anteriormente han representado un cambio de orientación que nos sitúa en las antípodas de los ya antiguos esquemas de la formación tradicional tanto presencial como a distancia.

Sin duda, las grandes sumas aportadas por, entre otros, el Fondo Social Europeo, a los planes de formación individuales o agrupados de las empresas han permitido descubrir a muchas empresas el retorno económico de las inversiones realizadas con cargo a dichas subvenciones. En el peor de los casos, podemos afirmar que ese nivel de ayudas habrá representado para muchas empresas su debut en el terreno de la formación.

Por otro lado, el incremento más que considerable del número de estudiantes que han accedido a estudios universitarios, de FP II o de ciclos formativos ha redundado en una mayor preparación técnica por parte de los nuevos empleados que se han ido incorporando al mercado de trabajo en la última década. Éstos, ya en su puesto de trabajo, han precisado y precisan de una formación mucho más relacionada con el cómo hacer su trabajo y con el qué deben conocer del mismo que una formación relacionada con los elementos básicos de cualquier materia o doctrina. Es decir, una formación más alineada con el entrenamiento que con el conocimiento. Una formación que debe ser concebida, creada y desarrollada con una orientación totalmente distinta a la que caracterizó los últimos años del pasado siglo. Una formación, en definitiva, cuando ésta es presencial, orientada al entrenamiento de procesos técnicos y habilidades ligados al propio negocio de la empresa en la que desarrolla su actividad y con un enfoque y metodologías que permitan a los participantes en la formación poner de manifiesto cuánto es capaz cada uno de mejorar en su desempeño: la capacidad de descubrir hasta dónde es uno mismo capaz de llegar se convertirá en referente y en el auténtico generador de interés y voluntad por desarrollarse personal y profesionalmente.

Y esta visión regeneracionista de la formación alcanza también a las nuevas modalidades de la formación a distancia. El desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) ha provocado tanto el abandono de la modalidad tradicional de la formación a distancia en soporte papel, como la aparición de nuevos y desaprovechados canales de formación a distancia: el e-learning. En este nueva modalidad, los avances y la necesaria innovación son, obligadamente, mucho más rápidos que los que han condicionado los cambios en la formación presencial.

Con mucha frecuencia el valor del e-learning para la empresa se ha percibido únicamente como una reducción de costes en los presupuestos de formación. Otro error habitual se manifiesta cuando se confunde la flexibilidad que ofrece esta modalidad formativa con un supuesto que se ha demostrado no del todo cierto centrado en que los participantes no necesitan ningún estímulo adicional a la propia interactividad (a veces muy reducida o casi nula) que ofrece la pantalla.

La experiencia ha demostrado la enorme importancia del factor humano para la eficacia del e-learning por encima de las potencialidades tecnológicas


Bien al contrario, la experiencia, sin embargo, ha demostrado tanto a empresas consultoras como a las empresas clientes la enorme importancia del factor humano para la eficacia del e-learning, muy por encima de las potencialidades tecnológicas, tan alabadas, sobretodo, en sus inicios. La evolución natural de este canal ha conllevado, progresivamente, una atención cada vez mayor hacia el usuario al tiempo que una creciente exigencia a la hora de lograr resultados tangibles en relación con el seguimiento y la eficacia de las acciones (o como mínimo, con una significativa reducción de su absentismo). En este sentido, resulta fundamental un especial cuidado del diseño metodológico y la planificación previa, atendiendo a aspectos elementales como el acceso a la tecnología de los empleados, sus experiencias previas, sus expectativas y motivaciones, sus hábitos con las TIC y, sobretodo, el tiempo disponible para dedicar a este tipo de formación.

En el contexto citado de la rapidez con la que este canal está (o debería estar) evolucionando otro elemento de gran valor añadido y fundamental para los desarrollos e-learning son las enormes posibilidades que este canal ofrece a la hora de aplicar instrumentos y conceptos directamente relacionados con el puesto de trabajo y, complementariamente, retroalimentarse con las experiencias de los profesionales de la organización, debidamente recogidas y sistematizadas. Algo parecido a lo argumentado para la formación presencial.

Ciertamente, esta modalidad va más allá de acciones puntuales, cerradas en espacios de tiempo con un principio y un fin. Sus posibilidades se extienden hacia la creación y uso de herramientas que permitan a los profesionales una interacción cotidiana y continuada, que permita aplicaciones inmediatas en sus acciones diarias (just-in-time) y a la vez recoja un abanico de experiencias reutilizables por otros colectivos de la organización.

Afortunadamente, en la actualidad, el mercado presenta síntomas de madurez y se muestra cada vez más receptivo y, a la vez, exigente en relación con los elementos de valor añadido que proporciona el e-learning para sus organizaciones. Su importancia probablemente trasciende el ámbito estricto de la formación y se esté convirtiendo en un elemento estratégico en relación con políticas de comunicación y/o de gestión del conocimiento.

En resumen, un binomio entrenamiento presencial por el descubrimiento/e-learning que representa ser un magnífico maridaje, siempre y cuando oferta y demanda, consultoras y empresas, sean conscientes, ambas, de la necesidad de adecuarse al siglo XXI, ya mas que estrenado, y vencer la resistencia que los nuevos planteamientos de la formación representan hoy día, aún, para muchas organizaciones.
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