Revista digital
TRIBUNA
noviembre 2012

La organización triste

José Luis Tamargo,
manager Human Capital de Page Consulting

 
José Luis TamargoLa vida en las empresas se puede hacer muy dura para las personas y muy contraproducente para la compañía
Recientemente estuve en una reunión en una compañía multinacional española.

La reunión era con una persona del amplio equipo de Recursos Humanos y cuando ya nos despedíamos le pregunté cómo estaba.

Me sorprendió de forma agridulce su respuesta. Me dijo: muy bien porque me siento considerada, disfruto con el trabajo, la compañía va bien, etc. hasta tal punto que me da apuro sentirme tan bien, porque cuando llega la hora de salir, me meto en mi coche, pongo la radio y escucho las noticias veo una realidad muy triste de la que afortunadamente no soy parte, pero que me obliga a pensar en cuanta gente lo pasa mal mientras los de mi organización estamos “felices y seguros”.

Me pregunto ¿Cómo hemos llegado a esto? ¿A sentirnos culpables por estar bien, por ser felices en las empresas? ¿Tal mal está la cosa que no es correcto sentir momentos de felicidad dentro de las empresas? No se si seré el único, pero yo me he perdido el momento en que se ha producido este cambio, tengo la sensación de que una mañana que ya no recuerdo me levanté y las cosas de repente pasaron a ser así...

Cuanto me gustaría que hubiese más organizaciones donde los miembros estuvieran “felices”, o al menos “alegres”.... Ya no digo “motivados” ni “comprometidos”. Es más este último término se está devaluando mucho últimamente, porque en mi actividad de
consultor también visito muchas empresas donde sus directivos me dicen que actualmente no tienen problemas de compromiso porque toda la gente está comprometida, “no rota nadie” como me suelen decir.

Pues bien, esas palabras son todo menos una definición de compromiso. Las preguntas que me asaltan ante estas afirmaciones son las siguientes: ¿estarían en la compañía si la tasa de desempleo no fuera del 25%? ¿estarían en esta compañía si no fuera porque una de cada diez personas de su entorno han sido despedidas o ven cerca un ERE o ven en serio riesgo su puesto de trabajo? ¿estarían en su compañía si no fuera porque los sueldos según sectores y puestos han caído hasta un 20%?

Claramente la respuesta es un rotundo NO.

Seamos francos, el compromiso de los empleados hacia sus compañías es algo muy complejo de conseguir, incluso en los “buenos tiempos”. Es algo que se produce como fruto de años de trabajo, de valoración objetiva de la contribución individual, de promover entornos con relaciones win-win, etc. y que muy fácilmente se puede echar a perder en situaciones de falta de coherencia.

Lo duro es que la empresa del principio de las reflexiones de este artículo sea una de las pocas excepciones y que en la gran mayoría de las empresas e incluso en el conjunto de la sociedad la sensación generalizada sea de agotamiento y desilusión.

Por eso, ahora toca gestionar cosas más sencillas, ¿cómo vamos a gestionar la motivación en la situación actual de las compañías? ¿por qué no empezamos intentando generar “pequeños espacios o momentos de felicidad? La vida en las empresa se puede hacer muy dura para las personas y muy contraproducente para la compañía cuando además de desmotivación, nuestra actitud es de desidia.

¿Cómo hacer más con menos si estamos en un momento que apenas llegamos a lo que teníamos que hacer antes del ERE?

Desde las personas Intentando encontrar ilusión y momentos “no tristes” en alguna de nuestras tareas diarias. Desde las compañías promoviendo/permitiendo (que no es lo mismo que gastando dinero) comportamientos diferentes, alegres, retadores que eleven la moral del grupo.

En esta línea he visto algunas iniciativas muy sencillas en varias empresas, pero que no por sencillas dejaban de producir su efecto positivo: compartir la buena noticia del día, premiar con un desayuno o con una hora libre después de un esfuerzo (un cierre complicado en finanzas/contabilidad o en comercial; un cálculo de atrasos o modificación de convenio colectivo en recursos humanos; un evento importante en marketing; la resolución de una incidencia crítica en IT, etc.) y fomentar que el beneficiario comparta en qué la ha disfrutado, que contagie la sensación que ese momento feliz le produjo al resto de compañeros.

Si empezamos por convertir a nuestras empresas en productoras de pequeños momentos de felicidad o alegría, podremos volver a hablar de aquello que el compromiso o la motivación siempre han significado en el diccionario.

Lo mejor de todo es que nuestra productividad mejorará de forma inmediata, y si no recuerden a sus hijos los que los tengan o a sus padres, que de esos todos tenemos o hemos tenido, cuando decían aquello de que haciendo los deberes del colegio de mala gana nunca salían bien y por tanto habría que repetirlos o nos suspenderían.

Les deseo suerte en la búsqueda de sus momentos de alegría dentro de las organizaciones.
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