Revista digital
TRIBUNA
mayo 2020

Después del día después. Preparándonos para ser mejores

Susana Marcos,
Managing Partner de Peoplematters

 
Susana MarcosDespués de semanas de confinamiento y de atender la emergencia que ha supuesto está inesperada y cruel crisis sanitaria, ha llegado el momento de prepararnos para la recuperación, para la vuelta a la “normalidad”. Los nuevos retos que esto supone están poniendo a las organizaciones ante la necesidad de dar respuesta a un contexto que, sin duda, ha cambiado para siempre sin que sepamos muy bien ni en qué sentido, ni desde cuándo y ni hasta dónde. Ha (casi) desaparecido la demanda, se ha parado la producción, se han cambiado las leyes, se ha multiplicado el desempleo… La economía se ha ido al traste ante nuestros ojos y de manera generalizada, en días. Pero no podemos pararnos y esperar que otro venga a rescatarnos. Hay que ponerse manos a la obra ya para salir del agujero!
Con la urgencia requerida por el momento, las organizaciones que han sido capaces de afrontar el primer envite se centraron en preparar una rápida respuesta a dos aspectos fundamentales: la seguridad de las personas y la continuidad de las operaciones y el servicio al cliente (allí donde fue posible, claro). Con una voluntad inusitada y una disciplina loable, hemos sido ejemplares a la hora de reorganizarnos con los medios de que disponíamos para seguir operando dignamente. El tiempo ha pasado y, con una pandemia que ya va viendo atisbos de ser controlada, ahora el foco debe dirigirse a un futuro que ya se ve cercano y al cual nos estamos acercando mermados de recursos pero no por eso menos demandante.


En este contexto, el siguiente envite va a ser preparar la vuelta a los lugares de trabajo de los que tan rápidamente salimos pero de una manera escalona, necesariamente paciente, para poder seguir cuidando escrupulosamente la posibilidad de un rebrote que resultaría nefasto. Para ello, muchas empresas están preparando sus planes del “día después”, centrándose en aspectos relacionados con la salud, la continuidad o la reanudación de las operaciones y un mejorado servicio al cliente.


Sin embargo, es también imprescindible pensar más allá de ese “día después” y prepararse para un contexto que seguirá siendo incierto durante meses, posiblemente distinto en muchos aspectos, duro sin duda, y aprovechando las lecciones acelerada y hasta atropelladamente aprendidas durante la crisis sanitaria.


Desde el punto de vista de la gestión de personas esto tiene multitud de implicaciones y no sólo desde la perspectiva de la seguridad y la salud. Veamos algunas de ellas. En primer lugar, tiene y tendrá implicaciones en la forma en la que organizaremos el trabajo en tiempos, lugares, relaciones, estructuras, reportes… El movimiento hacia organizaciones “ALF” (Agiles, Líquidas y Flexibles) ya era una “buena idea” antes del Covid-19; ahora va a ser un imperativo de negocio y se enfrentará a un gran reto incluso en la básica gestión de las relaciones laborales.


En segundo lugar, requerirá atemperar los riesgos de pérdida de talento en posiciones críticas para la recuperación de la compañía, o de competencias clave para el futuro, desarrollando herramientas de gestión que aseguren su compromiso y alto rendimiento (retribución, reconocimiento, oportunidades de desarrollo profesional, autonomía y flexibilidad, apoyo en el contexto familiar…).


En tercer lugar, exigirá contar con directivos y managers con habilidad para liderar y vincular equipos muy diferentes a los que tenían antes de la crisis, que muy probablemente combinen formas de trabajar tradicionales con trabajo remoto, y que exigirán más que nunca una orientación a objetivos y resultados por encima de tareas e instrucciones.


En cuarto lugar, precisará de una comunicación más exhaustiva, transparente, completa y sistemática a través de múltiples y nuevos canales -y en todas direcciones- que permita incrementar la capacidad de autogestión de los colaboradores.


En quinto lugar, será imprescindible revisitar todas las políticas y procedimientos de gestión de personas (desde los horarios, hasta los viajes, pasando por las reuniones, el uso de activos y espacios, el acceso a la información, las autorizaciones, etc, etc, etc…) para acomodarlos a un nuevo escenario de forma que sean apoyos a la recuperación y no auténticas barreras que impidan a los individuos y a los equipos responder con agilidad, inmediatez e inteligencia a las nuevas olas que sin duda seguirán llegando desde horizontes inciertos, y que han alterado mercados, preferencias de clientes, disponibilidad de proveedores, expectativas de los accionistas e inversores, y otro largo etcétera.


El futuro que tenemos por delante sigue planteando muchas incógnitas pero solo las organizaciones que sean capaces de re-pensarse en un nuevo contexto, sin pretender volver a lo mismo que eran antes, estarán preparadas y sacarán ventaja competitiva de este durísimo “entrenamiento” en la despiadada tormenta de olas gigantes que nos está tocando vivir.
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