Revista digital
TRIBUNA
enero 2013

Generación de los 50 ¿lastre o valor añadido?

María Galindo,
directora de Marketing y Ventas de SANROMÁN

 
María GalindoLa retirada de capital humano -en esta franja de edad-, con conocimientos y experiencia reales crea un vacío difícil de llenar
En los medios de comunicación estamos asistiendo a un bombardeo constante sobre la situación de los jóvenes en el mercado laboral español: el paro, la emigración “forzosa” de nuestras generaciones más preparadas, imposibilidad de acceder a un primer empleo, etc., pero de lo que no se habla tanto es de la población activa o en paro situada entre los 50 y 65 años y su contexto laboral.

La sociedad actual está más preocupada en incorporar a las generaciones de jóvenes al mundo laboral que en retener y reciclar a quien lleva muchos años trabajando en, por y para España. Parece que su tiempo ha pasado y que tienen que ceder el paso ya. Y sí, eso es así o por lo menos siempre ha sido así hasta ahora. Unas generaciones han dado paso a otras de una manera gradual produciéndose un relevo natural en el mundo laboral.

El problema está en que estos trabajadores, incluso mucho antes de que se iniciara la actual crisis, están siendo aparcados, jubilados, prejubilados o simplemente desterrados al paro, rompiéndose el lógico traspaso multidisciplinar entre generaciones.

Las causas son muchas y variadas, tras las más socorridas de que los trabajadores de mediana edad no tienen experiencia en nuevas tecnologías o carecen de flexibilidad, lo cierto es que las empresas no han podido o no han querido asumir los costes reales de los empleados más antiguos y en cuanto han podido se han desembarazado de ellos contratando a trabajadores más jóvenes y baratos. Prima la reducción de costes por encima de los criterios cualitativos de los trabajadores afectados.

Hoy a los que primero se despide es a ellos y según los últimos indicadores el paro en este segmento de edad ha pasado a ser del 5,5% al inicio de la crisis (tercer trimestre de 2007) al 16,8% al cierre del segundo trimestre de 2012. Dato especialmente grave si tenemos cuenta el retraso de la edad de jubilación a los 67 años.

Sea por unas razones o por otras lo cierto es que este colectivo se encuentra desubicado: los trabajadores despedidos se sienten discriminados por su edad a la hora de conseguir un nuevo trabajo ya que se les rechaza por sobrecualificación o porque en las ofertas de trabajo se específica un límite de edad, mientras que los empleados que siguen trabajando son relegados en sus oportunidades de desarrollo por falta de la formación.

¿Sin formación? … Ahondemos un poco.

Lo que es cierto es que los trabajadores de más de 50 años han carecido de una formación profesional continua que les permitiera mantener su cualificación profesional ya obtenida o ampliar la experiencia adquirida a lo largo de los años en su puesto de trabajo.

Curiosamente esta carencia es imputable a esas mismas empresas que hoy les exigen adaptación al mundo actual y que a pesar de pagar anualmente una cuota para la formación que mejore sus capacidades y habilidades, nunca ha hecho nada para incentivar a sus trabajadores a que acudieran a la formación a la que tenían derecho para reciclarse. Ello hubiese supuesto su mantenimiento en el mercado laboral actual en los mismos niveles que otros trabajadores de generaciones posteriores que han nacido, crecido y estudiado con esas nuevas tecnologías.

Como esto no ha sido así, lo que se está produciendo es una fractura del relevo generacional tan necesario en las empresas para que no se pierdan sus señas de identidad. La retirada de capital humano -en esta franja de edad-, con
conocimientos y experiencia reales crea un vacío difícil de llenar por muy expertos que sean los jóvenes en nuevas tecnologías y eso afecta ya a la profesionalidad de las empresas españolas que han dejado en el camino mucho talento y conocimiento.

Considerar a estas generaciones como un lastre para las empresas en lugar de cómo un valor añadido que les aporta precisión, fiabilidad, responsabilidad y habilidad en el trato con los clientes es un riesgo económico que ya se está pagando. Riesgo que se eliminaría simplemente con que los empresarios apoyaran activamente la formación y el reciclaje profesional centrado en el acceso a las nuevas tecnologías de este colectivo.

Pero… ¿pueden los mayores de 50 años adaptarse a las nuevas tecnologías? Pues claro que se pueden adaptar a ellas como se han adaptado a lo largo de su vida profesional a los distintos cambios organizativos, lo que ocurre es que se ha creado en tono a ellos un estereotipo negativo y se les está etiquetando como un colectivo acomodado, incapaz de adaptarse a cambios y sin interés en adquirir más conocimientos. Y eso es falso ya que cuando a este colectivo, que por su edad tiene un sentido común muy desarrollado, se le propone una formación continua para poder incorporar a su vida laboral conocimientos y habilidades en nuevas tecnologías e Internet, no tienen ningún problema en adaptarse.

En entornos económicos tan difíciles como el actual lo fácil es reducir costes de estructura despidiendo a trabajadores mayores de 50 años, lo difícil es retenerlos para que los conocimientos que tienen no solo no se pierdan sino que se retroalimenten con los de las nuevas generaciones formando empresas sólidas capaces de afrontar el futuro sin volver la espalda al pasado.
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