Revista digital
TRIBUNA
octubre 2015

La figura del mediador

Jorge Borrego,
director general de Scotwork

 
Jorge BorregoUn buen mediador, neutral, está en mejores condiciones para provocar un acercamiento de posturas entre las partes enfrentadas
Siempre me ha fascinado analizar las posiciones antagónicas que se ponen de manifiesto en multitud de conflictos domésticos y empresariales.

Por enumerar algunas:

1.- “Yo no quiero vender a mi portero, es titular y goza de nuestra confianza. Aunque le quede un año de contrato si alguien se lo quiere llevar, tendrá que pagar una suma importante”.

La otra parte: “El jugador se quiere venir a nuestro club, le queda un solo año y si se queda con vosotros al año que viene no nos costará nada, por eso estoy dispuesto a pagar una cantidad claramente inferior a la solicitada por vosotros”.

Otra situación antagónica derivada de la anterior:

2.- “Si no renuevas con nosotros, serás el tercer portero de la plantilla o entrenarás aparte o no irás ni convocado y te perderás el campeonato europeo de selecciones que se disputará el próximo año”.

“Si no entreno con la primera plantilla, os de nuncio, soy el mejor portero, el público se acordará de mí a lo largo de la temporada y si queréis prescindir de mí, allá vosotros, pero el año que viene nadie me impedirá salir gratis”.

Una buena solución para este conflicto es la alcanzada:
“Renuevo contigo, consigo un incremento salarial, pero rebajo mi cláusula de salida”.

Una nueva, también del mundo del fútbol:

3.- “Tengo los derechos en exclusiva de retransmisión de la Champions League y si quieres incluir esa competición en tu plataforma tendrás que pagarme lo que te pida, porque sin mí perderás muchos abonados”

“Yo ya tengo suficiente contenido en mi oferta audiovisual incluida la Liga y me puedo pasar sin la Champions aunque pierda algunos abonados. Obviamente tú pierdes más porque yo tengo muchos abonados y si no me pones un precio razonable no vas a poder rentabilizar tu inversión en los derechos de la Champions. Yo pierdo, sí, pero tú pierdes más”.

Obviamente esta última coletilla, “yo pierdo, sí, pero tú pierdes más” está latente en la mayor parte de las situaciones antagónicas y siempre acaban siendo un obstáculo para lograr el acuerdo.

Podríamos seguir con toda clase de conflictos, reparto de una herencia entre hermanos, estudiante que se queda sin móvil por sus malas notas y le dice a sus padres que quiere dejar de estudiar porque sin estar conectado con sus amigos su vida no tiene sentido, la pareja que no acaba de decidirse a dar el paso porque una de las partes pretende imponer condiciones que la otra parte no acepta, y así un largo etcétera.

Cuando las posiciones se enconan, si el conflicto es de una cierta magnitud y su naturaleza lo permite, suele acabar en los tribunales.

Asumimos que en las posiciones antagónicas, cuando se llega a la amenaza e incluso al insulto, las partes difícilmente están en condiciones de encontrar una solución. De hecho, todos los conflictos citados anteriormente han alcanzado una cierta repercusión, en particular por los reproches que se han dedicado cada una
de las partes.

Nosotros creemos que hay una tercera vía: la mediación. Un buen mediador, neutral, que se gana la confianza de las partes, tratando de entender bien los fundamentos de sus posiciones, las prioridades de cada una de las partes, sus límites no negociables, está en mejores condiciones para provocar un acercamiento de posturas.

El mediador puede reformular propuestas, encontrar alternativas, buscar flexibilidad en forma de compensaciones. El mediador no es esclavo ni de sus emociones, ni de las escaladas verbales que han contribuido a crear la situación antagónica.

Las ventajas de resolver un conflicto solicitando la ayuda de un mediador respecto a la resolución del conflicto en los tribunales son evidentes y se pueden resumir en dos: tiempo y dinero.

Cada vez con más frecuencia, tanto empresas como particulares, recurren a nosotros para desarrollar consultoría de negociación y en particular para ayudarles en la solución de conflictos, ya sea para asesorarles o para intervenir en su nombre o mediando en el conflicto para buscar una solución satisfactoria para ambas partes.

La próxima vez que se encuentre inmerso en una situación como las descritas, escalada verbal incluida, trate de ponerse en los zapatos del otro para imaginar una posible solución. Pensando no solo en sus deseos y necesidades sino también en los de la otra parte, trate de plantear una alternativa y si no lo consigue y necesita resolver el conflicto, póngase en manos de un mediador.
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