Revista digital
TRIBUNA
febrero 2016

Liderazgo lingüístico: el estilo del líder “dios”

Emilio Solís,
socio-director de The Human Talent Factory, S.L.

 
Emilio SolísEl lenguaje hace que sucedan las cosas
El lenguaje es, sin duda alguna, el fenómeno neuropsicológico más complejo de nuestro cerebro y constituye la función cognitiva más diferenciada de los seres humanos. No es de extrañar, por tanto, la creciente atención que el lenguaje está adquiriendo en las investigaciones de la neurociencia cognitiva que estudia su comprensión como función cognitiva superior y la identificación de las bases neuropsicológicas que nos permiten adquirirlo, desarrollarlo y utilizarlo. La concepción tradicional del lenguaje ha sido la de considerarlo una función cognitiva muy importante, pero al servicio de otras, superiores y más relevantes. El lenguaje, en esta concepción, es un instrumento al servicio del pensamiento, de la razón y de la comunicación humanos, que nos permite expresar nuestros razonamientos, intercambiar información con otros seres y describir lo que percibimos. El lenguaje es un sistema simbólico complejo que nos permite hablar sobre las cosas que existen en la realidad. Sería, en resumen, una capacidad fundamentalmente pasiva y descriptiva.

Una concepción más actual del lenguaje, basada en los últimos avances de la ontología del lenguaje, por un lado, y de la neurociencia cognitiva, por otro, postula que el lenguaje no solo nos permite hablar sobre las cosas, sino que hace que sucedan las cosas. El lenguaje no es pasivo, es generativo: no solo describe la realidad sino que la genera. El lenguaje es acción y su poder no se limita a describir el mundo sino que lo extiende a su creación. Las personas habitamos, por tanto, en mundos lingüísticamente creados y a través del lenguaje, incluso, nos creamos a nosotros mismos y a nuestra propia identidad psicológica y social. Hablar (y escribir) es actuar y es a través de nuestras conductas lingüísticas como construimos nuestra identidad como personas e influimos en la construcción de la identidad de los demás. Esta moderna concepción activa y generativa del lenguaje es de aplicación a todos los ámbitos de actividad humana, especialmente, aquellos en los que la relación entre las personas constituye el principal rasgo diferenciador. Uno de estos ámbitos de actividad es el organizacional, el ámbito en el que desarrollamos nuestras funciones y responsabilidades profesionales y laborales, y en el que es el liderazgo el principal foco de atención e interés estratégico.

El liderazgo es el principal dominio de acción en el que la aplicación de esta revolucionaria concepción del lenguaje transforma las posibilidades de creación del líder, ampliando su empoderamiento y capacidad de cambio. El lenguaje no solo le permite al líder describir la organización en la que actúa, hablar sobre las cosas que le rodean o comunicar decisiones e instrucciones a sus colaboradores. En el modelo del Liderazgo Lingüístico, el lenguaje se transforma en la más poderosa de las capacidades del líder y le empodera para crear nuevas mundos y realidades organizacionales, nuevas culturas corporativas y nuevos climas emocionales en los que inspirar, desarrollar e impulsar a sus equipos de colaboradores.

Es también en el lenguaje y a través de él, el espacio en el que los líderes se inventan a sí mismos, configurando sus estilos, su manera de “estar siendo” y su identidad como líderes. El lenguaje como acción, como comportamiento generador de nuevos mundos y realidades, amplía poderosamente el espacio de posibilidades de acción del líder en su ámbito de actuación y responsabilidad. Cambiando su lenguaje, sus comportamientos lingüísticos, podrá cambiar su estilo y su identidad como líder tantas veces como lo necesite.

Igualmente, es en el lenguaje a través de él, la vía en la que el líder contribuye decisivamente a la formación de la identidad profesional de sus colaboradores. En función de cuál sea su lenguaje, sus colaboradores adquirirán, en buena medida, uno u otro tipo de identidad dentro de la organización. Con un lenguaje inspirador, motivacional y basado en valores generará colaboradores con una identidad personal colaboradora y comprometida, creando espacios de compromiso libre y seguro. Con un lenguaje negativo, exigente y basado solo en la autoridad, generará colaboradores con una identidad débil, emocionalmente desvinculados de la organización y únicamente obligados al cumplimiento de los deberes derivados de un contrato formal. Por último, el líder por medio de sus acciones lingüísticas es capaz de cambiar el curso del devenir de su organización. Muchas corporaciones, a través de las declaraciones de sus líderes, han cambiado de dirección y alterado el curso de su propia cultura e historia. Muchas empresas son lo que son porque alguien dijo lo que dijo. De la misma manera, al decir lo que dice, al decirlo de una determinada forma y no de otra, o no diciendo cosa alguna, el líder abre y cierra posibilidades para él mismo y para los demás, no solo en el presente sino también en el futuro.

Cuando el líder habla modela el futuro, el suyo y el de sus colaboradores. A partir de lo que dijimos o se nos dijo, a partir de lo que callamos o de lo que se nos ocultó, nuestra realidad futura discurrirá en un sentido o en otro.

En definitiva, al igual que en la tradición judeocristiana, Dios creó el mundo a través de la Palabra, los líderes pueden crear sus propios mundos organizacionales, presentes y futuros, y a sus habitantes, también, a través de sus palabras, del poder de sus palabras.
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